Una experiencia reveladora que libera
¡Orar funciona! Y la adoración también funciona. ¿Cómo y por qué? El Apóstol Mayor lo dejó claro hace poco en un Servicio Divino. “Cuanto más adoremos a Dios, más bendición podremos recibir”.
“Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas”. El 22 de septiembre de 2024, Salmos 138:2 sirvió como texto bíblico en Berna-Ostermundigen (Suiza).
“¿Por qué debemos adorar a Dios?” preguntó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider y dijo: “No porque sea un deber. Tampoco porque tengamos que adular a Dios para ser amados por Él. Él nos ama de todos modos, hagamos lo que hagamos”. Más bien, “la adoración es para nuestra bendición”.
“Adoramos a Dios”, el Padre, explicó el máximo dirigente de la Iglesia:
- El Creador de todas las cosas: “Cuanto más sabemos, cuanto más descubrimos, más nos damos cuenta de que no sabemos nada. Es infinitamente grande, es tan perfecto”.
- El Eterno: “No está limitado por el tiempo. El presente, pero también el pasado y el futuro son el presente para Él”.
- El Omnisciente: “Jesús mismo lo dijo: ‘Pues aun vuestros cabellos están todos contados’. Se puede sonreír ante esto, pero no es una imagen. Es una realidad. Dios realmente lo sabe todo”.
- El Amante: “Creó a los seres humanos a su imagen y semejanza para que se amaran los unos a los otros. El ser humano ha abandonado a Dios. Dios sigue amándolo incondicionalmente”.
- El Perfecto: “No hay diferencia entre su voluntad y sus obras. Hace exactamente aquello que quiere. No hay diferencia entre su palabra y sus obras. Hace exactamente lo que dice. Nadie puede impedírselo”.
- El Fiel: Ha dado a los seres humanos la oportunidad de decidir libremente. “Dios ha dicho algo una vez y eso queda así. Eres y sigues siendo libre”.
Además, Dios es el cercano solidario: : “Dios, el Hijo, adoptó la condición del hombre para mostrar al ser humano: Te has alejado de mí, yo me acerco a ti. Seré como tú para mostrarte que estoy cerca de ti. Sufriré como tú, moriré como tú, para mostrarte que estoy contigo. Estoy de tu lado, soy solidario”.
“Adoramos a Jesucristo”, Dios, el Hijo, prosiguió el Apóstol Mayor:
- El que permaneció sin pecado: “Fue un ser humano como tú y yo. Pero tuvo una relación perfecta con Dios”.
- El que amó perfectamente a Dios: “Solo hizo el bien, solo cumplió la voluntad de Dios. Confió en su Padre hasta el final”.
- El que amó perfectamente a los seres humanos: “Amó a los que lo abandonaron, a los que lo traicionaron. Incluso oró por los que lo estaban matando”.
- El que no exige actos heroicos: “Solo exige una cosa: ‘Creed en mí y seguidme’”.
- El que da la gracia: “No puedes llegar a ser perfecto, pero Él te perdona y por gracia puedes ser salvo”.
Y, por último, está Dios, el Espíritu Santo: “El Espíritu Santo, que vino a la tierra como fuerza y poder”, explicó el dirigente de la Iglesia. Esto permitió a los primeros cristianos, en su mayoría gente muy simple, difundir el Evangelio a pesar de las persecuciones. Esto hizo posible que el Evangelio sobreviviera a todas las turbulencias de la historia del mundo y a las imperfecciones de los cristianos. Pero, sobre todo, este poder fue capaz de “crear una nueva criatura a partir de personas muy débiles y moldearlas a imagen de Dios”.
“¿Y cómo puede llegar a ser esto una bendición?”, preguntó el dirigente de la Iglesia, dejándolo claro:
- “De repente desaparece el miedo, porque nos damos cuenta de quién es Dios, quién es el Padre, quién es el Hijo, quién es el Espíritu Santo. ¿Por qué debería tener miedo del futuro?”.
- “Confiamos en la omnipotencia y el amor de Dios. Esta adoración de hoy nos da paz”.
- “Cuando volvemos a darnos cuenta de quién es Dios, solo tenemos que tomar una decisión: Este es el camino que quiero seguir. Esto fortalece la voluntad de seguir”.
- “De este modo, también tenemos la actitud correcta hacia Dios y somos humildes. Entonces aceptamos que no podemos entenderlo todo”.
- “Adorar a Dios correctamente fortalece nuestro anhelo de comunión con Dios: esa es la solución, estar con Él para siempre, con el Perfecto, el Todopoderoso, el Amante, el Misericordioso, allí es donde quiero estar, esa es mi meta”.
“Esa es nuestra bendición”, enfatizó el Apóstol Mayor para concluir: “Cuanto más adoremos a Dios, cuanto más permitamos que esta adoración impulsada por el Espíritu obre en nosotros, más bendición podremos recibir”.