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Una fábrica de quesos en crisis y un final feliz

08 08 2025

Autor: Sophie Berg

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Un suizo se aventura en Sudamérica en busca de fortuna, pero finalmente lo que encuentra allí es a Dios. El 9 de agosto se cumple el 40º aniversario de la muerte del Apóstol de Distrito Rüfenacht (Sud América).

Quien más tarde sería Apóstol, no tenía mucho que ver con la religión, al menos al principio. “Sin embargo, por motivos laborales, me veía obligado a asistir a los Servicios Divinos católicos. Esta obligación me quitaba cualquier interés por la religión”, relataba sobre su época en Italia, cuando la historia del queso ya había comenzado. Pero aún no había llegado a su fin.

Gottfried Rüfenacht nació el 9 de enero de 1899 en Suiza, siendo el hijo menor de la familia. Ya desde muy joven tuvo que ayudar activamente a sus padres. Finalmente, se vieron obligados a vender la casa y comenzó “una época amarga y dura de pobreza y necesidad”. Por amor a sus padres, que eran luteranos estrictos, los acompañaba a la Iglesia. Pero al hijo le interesaban muy poco las prédicas del párroco del pueblo.

Todo comienzo es difícil

Después de la escuela, completó una formación como quesero y probó suerte en Italia, donde el queso suizo era muy apreciado. En 1921, siguió su deseo de toda la vida y emigró a Sudamérica. Allí, los comienzos fueron más difíciles de lo que esperaba, ya que apenas hablaba español y, además, perdió un trabajo en Argentina.

Comenzó entonces una lucha diaria por la supervivencia, sustentada por trabajos ocasionales. En esa época conoció a la que sería su esposa. Más adelante, en 1930 se mudó con ella y sus hijos a Uruguay. Allí se estableció profesionalmente y abrió una fábrica de quesos. Acudía a la Iglesia valdense, situada junto a su fábrica, solo por motivos comerciales.

El camino hacia la fe

Rüfenacht necesitaba consejo. Urgentemente, porque, por un lado, necesitaba una receta importante para un tipo de queso muy especial. Por otro lado, la elaboración del producto en el clima húmedo y subtropical de Uruguay era diferente a la de Europa. ¿Qué debía hacer?

“Mi querida esposa conocía a la hija de un famoso fabricante de quesos en Argentina, Eduardo Gantner”. Este señor (quien más tarde sería Apóstol) estuvo dispuesto a ayudar, emprendió el viaje de casi 600 kilómetros y se quedó diez días. “Durante ese tiempo, nos dio testimonio de la Obra de Redención, cómo fue en sus inicios y cómo se volvió a establecer hoy en la Iglesia Apostólica. A mi mujer y a mí no nos resultó fácil creer”, recordaba Rüfenacht. Pero tras la siguiente visita, todas las dudas se disiparon.

Actuar a pesar de las resistencias

Fue así que en febrero de 1935 se reunieron 80 invitados en la casa de los Rüfenacht y se celebró el primer Servicio Divino. Dieciocho de esos visitantes se quedaron y, cuatro meses después, la joven comunidad de Cosmopolita ya contaba con 30 miembros.

Sin embargo, “a partir de aquel primer Servicio Divino, no solo tuve que luchar por mi pan de cada día, sino también contra los muchos espíritus que ahora se manifestaban como enemigos declarados”, relataba Rüfenacht. Los proveedores de leche se negaban a suministrarle el producto, su socio se volvió en su contra y la gran caída de los precios hizo el resto: Rüfenacht tuvo que cerrar la fábrica.

Un ayudante en la necesidad

Apenas dos años más tarde, el Ayudante Apóstol Mayor Heinrich Franz Schlaphoff llegó a Uruguay. “En mis horas más oscuras y difíciles, cuando ni siquiera tenía mi pan de cada día, me dijo: ‘Yo también he pasado por esta tentación, así que no se rinda, Dios lo ayudará muy pronto’”, expresaba Rüfenacht. “Y así fue: cada palabra se cumplió”.

Gottfried Rüfenacht no solo recibió el Sacramento del Santo Sellamiento de manos del Ayudante Apóstol Mayor Schlaphoff, sino también el ministerio de Evangelista de Distrito. En los años siguientes se fundaron nuevas comunidades y crecieron las ya existentes, e incluso se pudieron construir edificios propios para las iglesias. Le siguieron otros ministerios hasta llegar al de Apóstol. El 29 de octubre de 1950, Rüfenacht recibió el encargo como Apóstol de Distrito para la INA Sud América. “Impulsó incansablemente la expansión de la Obra de Dios. A fines de 1956, el distrito había crecido hasta alcanzar las 160 comunidades, con 43 iglesias propias”, relatan los cronistas.

Pase a descanso con agradecimiento

En agosto de 1957, el Apóstol de Distrito Rüfenacht pasó a descanso ministerial. El Apóstol Mayor Hans Urwyler expresó “un agradecimiento especial al pionero de este país” en una reunión celebrada en 1982 y señaló que “muchos miles de hijos de Dios en Uruguay son fruto de su incansable labor”.

El 9 de agosto de 1985, el Apóstol de Distrito en descanso Rüfenacht falleció a la edad de 86 años. “Se le rindió homenaje por haber sido el precursor de la Obra de Dios en Uruguay, por haber renunciado a muchas cosas y haber hecho grandes sacrificios personales por su fe nuevoapostólica”.

08 08 2025

Autor: Sophie Berg

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