Color del sitio web:

apostles.today

Una mamá para todos

mayo 23, 2022

Autor: Dinara Ganzer

Imprimir
Escúchalo

Rose Kamwanji Ndumbi (62 años) no solo es llamada “Mamá Rose” por su numerosa familia. También los hermanos de la comunidad Calgary-Chestermere (Canadá) aprecian su carácter bondadoso y su sacrificado compromiso con la comunidad.

En el Servicio Divino celebrado por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en Calgary, Canadá, el 9 de enero de 2022, usted cantó junto con su hija Sharon delante de la gran comunidad. ¿Qué sintió ese día?

Teníamos muchas ganas de que llegara el día. Todos estábamos impacientes por ver a nuestro Apóstol Mayor. Por supuesto, uno espera con alegría verlo en los Servicios Divinos virtuales, pero esta vez íbamos a verlo cara a cara. Se hicieron muchos preparativos, todo salió bien y agradecemos a Dios que el Apóstol Mayor estuviera entre nosotros. Por lo tanto, era la primera vez que cantábamos en un Servicio Divino con el Apóstol Mayor y estábamos muy emocionadas, a pesar de que en los Servicios Divinos regulares solemos cantar solas delante de la comunidad.

Háblenos de usted. ¿Dónde nació y cómo fue su infancia?

Nací el 12 de noviembre de 1959 en la República Democrática del Congo, crecí en una familia numerosa y cariñosa. Soy la primera hija de mis padres y tengo cinco hermanos y siete hermanas. A una edad temprana, decidí poner a Dios en primer lugar en cada momento de mi vida. Fiel y totalmente entregada a Cristo, así es como describiría mi vida como cristiana nuevoapostólica. Mi camino de la vida no fue fácil, pero por mi fe sé que cualquier dificultad que tuve que pasar estuvo permitida y Dios me ha acompañado. Me emociona pensar en lo que la vida aún me traerá y cómo puedo seguir experimentando a Dios, porque sé que su plan es bueno.

¿Qué experiencia de su infancia o juventud le impactó especialmente?

Cuando era pequeña, mi familia tuvo que huir de nuestra ciudad natal a causa de una guerra civil. Estábamos en gran peligro. Incluso hoy pienso a veces en cómo huimos. Sobrevivimos, por lo que estoy muy agradecida. Afortunadamente, mi padre tenía un trabajo seguro como funcionario. Le daba gran importancia a una buena educación. Por desgracia, no todos mis hermanos pudieron ir a la universidad. Sin embargo, nos era posible a todos llevar una buena vida.

Como estudiante, intenté destacarme en todas las materias. Eso me allanó el camino para convertirme en enfermera. Creo firmemente que Dios me dotó con ambición y me bendijo para que pudiera completar mi educación con éxito y perseguir mi pasión. En la República Democrática del Congo, atendí a los necesitados, como huérfanos y mujeres en apuros. En Canadá, trabajo como enfermera.

Es evidente que su corazón sigue latiendo por los necesitados del Congo, aunque usted ahora esté en Canadá…

El amor al prójimo me llevó a iniciar la construcción de un orfanato en Kasai Central, una provincia de la República Democrática del Congo. En septiembre de 2020 comenzaron las obras del refugio, que albergará a más de un centenar de personas: huérfanos, pero también viudas, madres solteras, mujeres vulnerables. Si Dios quiere, las obras podrán estar terminadas a fin de año.

¿Cuál fue el catalizador de esto?

Cuando viajé a la República Democrática del Congo en junio de 2019 para llevar las cenizas de mi difunto esposo a su familia, siguiendo nuestra tradición, vi a muchos huérfanos en la región. Sus padres habían sido asesinados por las milicias de Kamuina Nsapu durante el genocidio en la provincia de Kasai Central. Eso me llegó al corazón. Cuando regresé a Canadá, decidí ayudar a cuidar a los huérfanos: Primero empecé a comprar material escolar, uniformes y zapatos, y también a pagar las tasas escolares. Como muchos niños no tenían un lugar permanente donde alojarse, pensé en construir un orfanato. Entonces fundé una organización benéfica llamada “Fuente de Huérfanos y Mujeres Vulnerables”. Pero básicamente lo financio todo yo, de mi propio bolsillo. Quizá en el futuro se encuentren personas que también quieran ayudar, porque aún queda mucho por hacer. Llevo el proyecto en el corazón. Nació del deseo de servir y agradecer al Señor.

En 1994, dejó el Congo y emigró a Canadá. ¿Qué la ayudó a llegar a su nueva patria?

Al principio nos costó acostumbrarnos a la cultura canadiense. Pero la comunidad lo hizo mucho más fácil. El Evangelista de Distrito Wynn Sturm y su familia nos dieron una cordial bienvenida en el primer Servicio Divino y muchos otros hermanos nos saludaron y se mostraron encantados de que la comunidad hubiera crecido en 13 miembros de golpe.

¿Cómo procede cuando algo en la vida no va como le gustaría?

Sé que las tentaciones por las que pasamos suelen ser temporales. Cuando las cosas no van bien, Dios nos ayudará a su tiempo. Las dificultades y los obstáculos fortalecen nuestra fe. Alabar a Dios es dar testimonio de su poderoso obrar como Creador. Por eso cantamos: “Gloria a Dios en las alturas”. Debemos mantener viva nuestra fe. Esto ayuda en todas las situaciones de la vida.

De vuelta al Servicio Divino del Apóstol Mayor en su comunidad. ¿Qué ha quedado de esta visita?

La visita del Apóstol Mayor fue una bendición especial para nosotros. Todos estaban muy contentos y esto también se podía ver en las caras de alegría de los hermanos después del Servicio Divino. Al principio de la prédica, nuestro Apóstol Mayor dijo que Dios no se olvida de nadie. Dirigió este mensaje especialmente a los necesitados y angustiados. Esto me tocó profundamente. El Servicio Divino del Apóstol Mayor nos dio respuestas a muchas preguntas. ¡Deseo que ya fuera el día del retorno de Cristo!

Una versión detallada de esta entrevista apareció en la revista “Unsere Familie”, edición 9/2022

mayo 23, 2022

Autor: Dinara Ganzer

Imprimir