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Verdad y reconciliación, un largo camino

marzo 23, 2017

Autor: Peter Johanning

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Este año Canadá cumple 150 años. Un buen motivo para que el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider hablara sobre paz y reconciliación, y precisamente con los habitantes originarios del país. Un vistazo a un encuentro muy especial:

Hoy se llaman Primera Nación. Este concepto deja claro que los pueblos indígenas poseen un estatus por el que pueden considerarse sujetos del derecho internacional. Es más que una minoría la que se gana esta protección tan particular. Ellos ya estaban allí cuando Canadá aún no tenía una impronta blanca o europea. Extensiones de tierra, ríos, árboles, todo el paisaje era de ellos, de las numerosas tribus originarias de ese enorme país en el norte del continente americano.

En su último viaje a la provincia de Saskatchewan, el Apóstol Mayor Schneider tuvo ocasión de escuchar exhaustivamente las preocupaciones y deseos de esas personas. Se reunió con una delegación de la Primera Nación. Los jefes hablaron con él sobre paz y reconciliación, explicaron su historia y expresaron su esperanza de que las generaciones de hoy recuerden con respeto la historia de su país.

Civilización obligada

Entretanto se sabe que desde 1867 más de 150.000 niños de los pueblos originarios en todo el país asistieron a las escuelas estatales. Estos niños debían ser civilizados y crecer como cristianos, así fue el plan. Se los separaba de sus padres en contra de su voluntad. En las escuelas eran como extraños. La violencia mental, psíquica y física era parte de lo cotidiano. Así dice la conclusión del gobierno canadiense que habla oficialmente de un «genocidio cultural». El 11 de junio de 2008, el entonces Primer Ministerio Stephen Harper se disculpó públicamente ante la Primera Nación. Ese mismo año comenzó sus actividades una «Comisión de la verdad y la reconciliación».

El Evangelio como guía

En su alocución ante los jefes de la Primera Nación, el Director internacional de la Iglesia aclaró lo infinitamente importante que resulta este proceso de reconciliación. «Como cristianos es nuestro deseo compartir vuestras preocupaciones, vuestros padecimientos. Hoy somos conscientes de que fueron justamente los europeos y los cristianos los que trajeron tanto sufrimiento a esta nación». Subrayó claramente que una forma de proceder como esa no está cubierta en absoluto por el Evangelio de Jesucristo. «Todo lo contrario, precisamente el Evangelio es el fundamento para la paz y la reconciliación». Y después mencionó tres verdades fundamentales del Evangelio:

  • «Jesucristo enseñó que el hombre debe amar a su prójimo como a sí mismo». El dirigente de la Iglesia se lamentó de que justamente sea este lema el que tantas veces es olvidado por los cristianos.
  • Allí donde adquieren supremacía el dinero, el poder, el bienestar y el prestigio personal, el hombre comienza a volverse malo. «Cuando todo esto se vuelve más importante que la aflicción de mi prójimo, se rompe la regla de oro del amor al prójimo». Pero el que se atiene al Evangelio, nunca olvidará a su prójimo.
  • Jesucristo ofreció su vida en sacrificio para la salvación de toda la humanidad. «Este amor nos concede las fuerzas para vencer nuestras diferencias». Muchas personas creen que es el prójimo el que tiene que cambiar para justificar sus propias pretensiones. Esta forma de pensar condujo a querer erradicar las diferencias. Pero el Evangelio no dice esto: «La Escritura enseña a respetar las diferencias del otro, aceptarlo así como es, con sus tradiciones, sus culturas, sus antecedentes biográficos». El amor al prójimo significa: «Ama al prójimo así como es y no como tú quieres que sea».

Acompañamiento en la oración

Para proseguir en el camino hacia la verdad y la reconciliación, el Apóstol Mayor deseó a todos los participantes mucha fuerza y la bendición de Dios. «Estas no son sólo palabras, lo sentimos así», dijo para él mismo y para los invitados nuevoapostólicos que estaban presentes. Acompañaremos el proceso con nuestras oraciones. Y esto el Apóstol Mayor se lo tomó en serio:

Algunos de los jefes participaron del Servicio Divino del domingo, que condujo el Apóstol Mayor Schneider en Saskatoon. En su oración previa al festejo de la Santa Cena para los difuntos, oró especialmente por las muchas víctimas de la Primera Nación, que en parte tuvieron que morir en forma muy penosa y sin la estrecha vinculación con su patria, su tribu, tan importante para ellos. Esto conmovió especialmente a los huéspedes invitados.

marzo 23, 2017

Autor: Peter Johanning

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