La luz es la vida – y la verdad – y lo bueno por excelencia. Ningún fenómeno físico brilla tan profundamente en el alma humana. Cómo una imagen hace resplandecer lo divino, iluminado para el Día Internacional de la Luz, el 16 de mayo.
“Brights” se autodenomina una cierta clase de ateos extremos que a veces se consideran “más brillantes” que las personas de otras cosmovisiones. En inglés “bright” significa brillante, luminoso, genio, inteligente.
Inteligente, más inteligente, fracasado… Con su autodenominación, los iluminados sin religión utilizan el lenguaje metafórico de las religiones. Desde tiempos inmemoriales, la luz, como símbolo universal, ha desempeñado un papel central en la espiritualidad humana. La Biblia, en particular, es rica en metáforas acerca de la luz.
Triplemente iluminado
Está Dios, el Padre, como Creador de la luz. “¡Sea la luz!” (Génesis 1:3). Esta luz original, en la que aún existían el sol y la luna, ilumina el poder creador de Dios y su obra que era fundamentalmente buena: “Y vio Dios que la luz era buena”.
Aquí está Dios, el Hijo, que dice de sí mismo: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en las tinieblas” (Juan 12:46). La luz representa aquí la liberación de la lejanía de Dios, que se caracteriza por las tinieblas, y el camino hacia la vida eterna de cercanía a Dios.
Y este es Dios, el Espíritu Santo, que aparece en Pentecostés como “lenguas repartidas, como de fuego” que se asentaron sobre los discípulos (Hechos 2:3). Este fuego es símbolo del conocimiento que el Espíritu Santo da a los creyentes, de la fuerza del entusiasmo y de la chispa que salta cuando se proclama la fe.
Símbolos en el punto de mira
La luz significa en las Sagradas Escrituras, entre otras cosas…
- Revelación: La luz ilumina las tinieblas y hace visible lo invisible. Dios es quien crea la verdad y la claridad. Salmos 43:3 se apoya en esto: “Envía tu luz y tu verdad”.
- Orientación: la luz es el signo de la presencia y la guía de Dios. Él conduce al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto a la tierra prometida. “Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego” (Éxodo 13:22). Y así lo confiesa Salmos 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.
- Esperanza: Incluso la luz más pequeña puede atravesar la oscuridad. Da confianza en tiempos difíciles. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?”, dice Salmos 27:1. “Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”.
- Vida: La luz hace crecer las plantas, que a su vez producen oxígeno para los demás seres vivos. Esto es fundamental para la vida en la tierra. Así, Jesús da vida espiritual: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
- Tarea: La luz recuerda a los creyentes que deben convertirse ellos mismos en portadores de luz. “Vosotros sois la luz del mundo”, apela Jesús en Mateo 5:14 y 16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Todo creyente está llamado a reflejar la luz de Cristo. Debe practicar el amor, la bondad y la misericordia para mostrar a los demás el camino hacia Dios.
Bajo un mismo sol
El simbolismo de la luz no se limita solo al cristianismo. En el budismo, por ejemplo, la luz representa el conocimiento y la realización. El hinduismo conoce el festival de las luces, Diwali, que celebra el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Y el Islam se refiere a Alá, es decir, a Dios, como “la luz de los cielos y de la tierra”.
Así, en todas las culturas, la luz es signo de conocimiento, orientación y esperanza. Es un símbolo universal que tiende puentes entre las religiones, incluso hasta la autoiluminación del movimiento “Bright”.
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