Conoce bien el camino al corazón

Humor, franqueza, capacidad de liderazgo. El Apóstol de Distrito John L. Kriel (África del Sur) es un hombre de muchos talentos. Y sabe cómo utilizarlos para la Iglesia. Este domingo pasa a descanso ministerial: el retrato de un pescador de hombres.

Con una camisa demasiado grande, Johnny se sienta en el banco de la iglesia. Como el menor de once hermanos, John Leslie Kriel (nacido en 1956) viste la ropa de domingo de su padre. La fe y el amor de sus padres hicieron de su casa un punto de encuentro para hermanos y hermanas de todo el barrio. Y así, ya con doce años va a “dar testimonio”. Esa es una cara de la moneda.

La otra: John y su hermano Allister, dos años mayor que él, son conocidos como los pícaros chicos Kriel. En 1977, eran once jóvenes que recibieron el ministerio de Subdiácono, solo para recibir una licencia dos semanas después. Uno de ellos tenía un departamento de soltero y todos tomaban allí bebidas fuertes. Así de estrictos eran los tiempos entonces

El carácter de líder de John Kriel ya era evidente en la escuela. Sus compañeros lo admiraban y se dirigían a él en lugar de ir al director, cuando algún agresor volvía acosarlos en la clase. Esto sigue siendo igual de adulto: no solo defiende a sus amigos, sino a todos los que son más débiles que él.

Con principios

“Buenos días a todos”, resuena en el pasillo de la oficina. Todos saben que llegó el jefe. Cuando fue Apóstol de Distrito en 2016, suprimió la obligación de usar corbata y los privilegios en el estacionamiento. Se terminaron los lugares de estacionamiento reservados para los jefes. El que llega primero estaciona primero.

John Kriel tiene sus principios. “Conoce a tus hermanos y hermanas”, es uno de ellos. Porque “solo si sé quién eres, dónde estás, qué eres, puedo ocuparme de ti”. O “solo gasta el dinero que ya tienes”. Porque los regalos vienen de gente que tiene que luchar para ganarse la vida.

Por eso no tiene un gran auto de servicio. Todavía conduce su Toyota Corolla. Y esta señal es tan importante para él que NACT TV se complace en desplazar la cámara a la llegada de este vehículo.

Con los oídos abiertos

“¿Qué lineamientos nos hemos marcado?”. Esta es una de las primeras preguntas a la hora de tomar decisiones. Al fin y al cabo, esos lineamientos protegen de la arbitrariedad y el capricho. Pero John L. Kriel no se aferra a los principios. Escucha las voces discrepantes y a las personas descontentas y se pregunta: “¿Acaso estamos pasando algo por alto?”.

“Podemos cambiar”, dice. Su lema: “Que siempre lo hicimos así no significa que tengamos que seguir haciéndolo así”. Aunque él mismo formara parte de ese “siempre lo hicimos así”.

Con palabras claras

Aborda los problemas de frente. No los aplaza. No anda con rodeos. Primero arregla los daños y luego habla de los errores. Pero también habla de ellos con claridad, abiertamente, casi con dolor. Primero en privado y después –solo como lección colectiva– delante de todo el equipo.

Al hacerlo, el Apóstol de Distrito puede llegar a ser bastante animado verbalmente. “Oh, otra vez es jueves", encaran en afrikáans los participantes de la reunión de Apóstoles de los jueves. Y, sin embargo, ha convertido el código de “seguir y soportar” en una cultura de participar en lo que se habla y escuchar.

Con un corazón amplio

John Kriel conoce el camino hacia la gente. Se sienta a comer en la mesa de la cantina y habla con todos. Cada uno –desde la señora de la limpieza hasta el director de la administración– es una parte valiosa del equipo. Y cuando habla con alguien, da la sensación de que es la única persona del mundo en ese momento.

Es capaz de resolver las tensiones entre las personas con unas pocas palabras. Con su superpoder: un inagotable sentido del humor. En un momento regaña y al siguiente hace reír. No pasa un día en la oficina sin que haga un chiste. Y es un mago de las historias. Tiene la historia adecuada para cada situación. Especialmente inspiradora es: “¡No rengueo, camino sin muletas!”.

Con planes de futuro

¿Y qué hace un hombre así cuando pasa a descanso? Bueno, ¿quizá convertirse en entrenador de rugby? Se dice que no solo le gusta el deporte, sino que incluso lo entiende, al menos cómo podría haber jugado mejor el equipo. O podría convertirse en maestro asador. Porque le encantaría asar un buen trozo de carne cada noche.

En todo caso, quiere mantenerse en forma durante su estado de descanso. Por eso tiene su reloj, que le avisa cuando tiene que levantarse. Entonces puede ocurrir que se levante de la mesa del desayuno y se ponga a caminar. Porque aún le falta contar los pasos. Sí, el hombre que se ha movido mucho en la Iglesia regional África del Sur seguirá moviéndose.

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