Grandes cosas en uno de los diez países más pequeños de África

Una flora y fauna únicas, un país pionero en la protección del medio ambiente y un fuerte crecimiento económico: Ruanda es uno de los países más pequeños de África, pero se está consolidando. El próximo fin de semana, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebrará allí dos Servicios Divinos.

El Apóstol Mayor debería preparar su valija con cuidado. A cualquiera que viaje a Ruanda se le retirarán primero todas las bolsas de plástico. En Ruanda están totalmente prohibidas. En su lugar, las botellas de champú o los envases que no sean completamente herméticos se empaquetan en bolsas de papel. El país es pionero en la protección del medio ambiente. “Uno de los países más limpios del mundo”, afirma el Apóstol Joseph Serubibi Tuyisabe, responsable del país. La separación de residuos es obligatoria por ley en Ruanda y a quien se deshaga ilegalmente de residuos en el campo tiene que contar con una fuerte multa y hasta dos años de cárcel. Por ello, los espacios públicos del país, con su flora y fauna únicas, están en gran medida libres de residuos, y la energía se genera en centrales hidroeléctricas y con la ayuda de tecnología moderna, en la que se extrae gas natural del subsuelo del mayor lago de Ruanda, el lago Kivu.

Los habitantes de Ruanda también se enorgullecen de tener el mayor porcentaje de mujeres miembros de Parlamento del mundo: “Más del 60% de los miembros del Parlamento son mujeres”, informa el Apóstol.

A través de los altibajos de la historia

“Ruanda es desde 2000 uno de los cinco países más desarrollados de África”, informa el Apóstol. “Tiene una de las conexiones a Internet más desarrolladas de África”. Y ello a pesar de que el país, situado entre Burundi, Uganda, Tanzania y la República Democrática del Congo, fue durante mucho tiempo uno de los más pobres de África. La alta densidad de población y los conflictos eran condiciones desfavorables para la economía.

Uno de los peores conflictos fue el que enfrentó a las etnias hutu y tutsi. Las potencias coloniales europeas, en este caso Alemania y Bélgica, y sus ideas raciales dividieron a los dos grupos. Los hutus, tradicionalmente agricultores, y los tutsis, ganaderos, son grupos de población que convivieron durante mucho tiempo en el territorio de África Oriental, compartían lengua y también se casaban entre sí. Las potencias coloniales intensificaron los conflictos ocasionales por la tierra.

En 1959, los hutus se sublevaron contra el dominio tutsi establecido por las potencias coloniales, lo que causó alrededor de 100.000 muertos. 150.000 tutsis huyeron a Burundi y Uganda. Incluso después de la independencia en 1962, los conflictos continuaron, culminando en una guerra civil en 1990 y el genocidio de los tutsis en 1994. Según las estadísticas oficiales, 1.074.017 tutsis y hutus que no quisieron participar en la matanza fueron asesinados.

Después, el país mejoró social y económicamente. “Aunque fue un acontecimiento trágico en la historia, también supuso un punto de inflexión en la historia del país”, afirma el Apóstol. “Desde entonces, el país ha emprendido el camino hacia un nuevo desarrollo social, económico y ecológico que se apoya en la reconciliación de todos los ruandeses”.

Cómo llegó la fe a Ruanda

A los primeros misioneros, hacia 1900, no les costó tanto convencer a la población de que abrazara el cristianismo. El culto religioso local es un culto monoteísta con Imana, el dios creador, y Ryangombe, el representante terrenal de Dios. Los paralelismos con el cristianismo no pueden pasarse por alto. En la actualidad, más del 50% de la población es católica romana y casi el 40% protestante.

El Apóstol Edward Deppner de Canadá, que apoyó al Apóstol de Distrito Michael Kraus en su trabajo misionero, observó que Ruanda era una de las zonas más densamente pobladas de África por metro cuadrado. Por ello, en 1976 realizó junto con el Evangelista Fred Sharpe el primer viaje misionero hasta allí. Desde mediados de los años ochenta, su hijo Stephen Edward Deppner también fue responsable de Ruanda. Y cuando su hermano, el actual Apóstol de Distrito Michael Deppner, estudió medicina en Burundi, fue a menudo al país vecino para ayudar a construir allí la Iglesia Nueva Apostólica. Ya en 1983 comenzó la construcción de las primeras iglesias.

Un gran acontecimiento: la visita del Apóstol Mayor

Hoy la Iglesia Nueva Apostólica en la llamada “Tierra de las mil colinas” cuenta con casi 43.000 miembros, atendidos por 485 portadores de ministerio en 135 comunidades. Esperan con alegría la visita al país del máximo dirigente la Iglesia internacional. El viernes 19 de enero se celebrará un Servicio Divino en el estadio Umuganda de Gisenyi. Se trata de una pequeña y pintoresca ciudad a orillas del lago Kivu. El segundo Servicio Divino tendrá lugar el 21 de enero en un salón de Kibungo. Se encuentra cerca de la capital, Kigali, y están invitados los hermanos y hermanas de los distritos de Kirehe, Kigali y Byumba.


Foto: NAC Canada

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