Color del sitio web:

faith.today world.today

Homilética (6): Predicar entre el “yo” y el “tener”

05 08 2025

Autor: Dr. Markus Cromhout

Imprimir
Escúchalo

Los antiguos Apóstoles ya predicaban para el mundo de su comunidad. Sin embargo, hay que conocer para ello el contexto de los oyentes. Primero, echemos un vistazo al mundo occidental.

El mundo occidental tiene varias explicaciones para la realidad, que proporcionan diferentes significados a las personas. Un término muy utilizado es “Zeitgeist”, de origen alemán, que se refiere al “espíritu de la época” o la visión general del mundo en una época determinada de la historia. 

Moderno y posmoderno

El modernismo fue el entorno cultural predominante en Occidente desde aproximadamente 1750 hasta la década de 1960. Como hijo de la llamada “Ilustración”, se creía que solo la razón conducía a la verdad y al progreso. Como consecuencia, muchas personas se volvieron cada vez más recelosas de la verdad y la validez de las tradiciones transmitidas (como las enseñanzas de la Iglesia). Se prefería la libertad y la autonomía del individuo para pensar por sí mismo. 

A partir de la década de 1960, surgió un movimiento contrario, el llamado posmodernismo. Este cuestiona la idea del dominio racional y el progreso. Afirma que no existe una verdad objetiva. Cualquier pretensión de verdad es un medio de poder y dominio. Existen diferentes “verdades” y todas ellas deben considerarse equivalentes. La diversidad y el pluralismo son cosas que deben celebrarse.

El resultado hoy en día es que la mayoría de las sociedades occidentales son una mezcla de modernismo y posmodernismo. Las antiguas certezas y los fundamentos religiosos, morales y culturales se han erosionado, lo que deja a muchas personas desorientadas y desarraigadas.

Libertad e individualismo

La mayor creencia de nuestro tiempo es la idea de la libertad individual. No es que esto sea malo en sí mismo, pero la idea moderna de libertad se ejerce a menudo sin ningún tipo de responsabilidad. Dios y todas las obligaciones significativas quedan relegadas a un segundo plano. Se trata de mis derechos, mis elecciones, mis opiniones y mi autoexpresión. Es la era de los “selfis”, los “me gusta” y los “seguidores”.

Esta idea de “libertad” ha dado lugar a un hiperindividualismo. Mi libertad se ejerce de forma totalmente independiente de los demás. Los demás limitan mi libertad. Puedo elegir lo que quiero y quién quiero ser (autocreación), y no hay necesidad de compromisos a largo plazo, ni personales ni de otro tipo. 

Felicidad y consumo

La “libertad” también ha dado lugar al consumismo, relacionado con la globalización del libre mercado y el desarrollo explosivo de la ciencia y la tecnología. Cada día hay más y más opciones. Lo importante no es tanto tomar la decisión correcta, sino simplemente tener el derecho a elegir. 

El problema es que se trata de una búsqueda de la “felicidad” que nunca puede satisfacerse, sino que más bien puede conducirnos al narcisismo, la soledad, la depresión, el materialismo y el endeudamiento.

Las ideas de libertad y consumismo se extienden también al ámbito de la fe o al concepto moderno de “espiritualidad”. Se trata de un asunto privado y personal, que es mutable y se compone de cualquier elemento que me guste, y que se practica al margen de las tradiciones establecidas y según mis propias ideas.

El problema es que a menudo cualquier compromiso “espiritual” no se diferencia de la compra de un accesorio de moda. Sea lo que sea lo que elija, refleja mi personalidad. No se trata de reconocer o experimentar la verdad divina, de comprometerse de por vida o de realizar cambios fundamentales.

Ciencia y tecnología

Una de las grandes ideas de la modernidad es la idea del “progreso”. Sin duda, es cierto que la ciencia y la tecnología han traído consigo mejoras en muchos aspectos de la vida. Pero la cultura de consumo subyacente ha dado lugar a una creciente desigualdad económica, así como a la explotación de los recursos de la Tierra y a crecientes retos medioambientales. Además, ha llevado a diversas adicciones y distracciones, como el materialismo, las redes sociales y la sed de entretenimiento.

El mensaje del Evangelio

Como se mencionó en el artículo anterior, los predicadores deben comprender el “mundo de significado” de sus oyentes y cómo el Evangelio puede responder a él. La novia de Cristo debe ser capacitada, a través del conocimiento y el anuncio del Evangelio, para abordar críticamente las cosmovisiones de nuestro tiempo.

Los pilares de la prédica son: Hay un Dios que es la fuente de la creación y la salvación. Toda verdad, todo propósito y todo significado han sido dados por Dios y no son algo inventado o creado por nosotros mismos. Los seres humanos apenas tienen control sobre el mundo o su destino, y todos estamos llamados a confiar en Dios y en sus promesas. La verdadera libertad significa estar libre del pecado, tener comunión con Cristo y su Iglesia, y “servirnos por amor los unos a los otros”.


Foto: Emanuel – stock.adobe.com

Sobre el autor

El Dr. Markus Cromhout (nacido en 1972) es teólogo de la Iglesia Nueva Apostólica África del Sur y está activo como Evangelista en su comunidad. Estudió en la Facultad de Teología de la Universidad de Pretoria y es doctor en Nuevo Testamento. Además de obras académicas, también escribe libros de divulgación científica. Organiza seminarios sobre el tema de la “homilética” y aporta semanalmente contribuciones de fondo.

05 08 2025

Autor: Dr. Markus Cromhout

Imprimir