“El obrar de Dios en vivo”

Una sorpresa llena de alegría: no solo por el Apóstol Mayor, que se presentó inesperadamente en el Día de la Iglesia de Alemania del Sur, sino también por la ascensión de Jesús, sus promesas a los discípulos y el hecho de que vendrá otra vez.

El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, que acababa de regresar de Angola y se dirigía a la isla de Borkum, en el Mar del Norte, hizo escala el Día de Ascensión en Karlsruhe (Alemania), en el Día de la Iglesia de Alemania del Sur. “En primer lugar quiero pedir disculpas por presentarme así”, dijo durante el Servicio Divino de la noche, que se celebró para los innumerables ayudantes del evento. “No tengo entradas ni pulsera”.

Los testigos presenciales saben más

Les trajo a los hermanos y hermanas un pasaje bíblico de la ascensión: “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:10-11).

"Evidentemente, era importante para el Señor que los discípulos lo vieran volver al Padre”, dijo el Apóstol Mayor, explicando el hecho. Así quedó claro que Jesús no había viajado a algún lugar ni había sido secuestrado por enemigos.

Además, los discípulos, que observaron el acontecimiento con sus propios ojos, reconocieron: “El Jesús que ha subido al cielo, que tiene todo el poder, que está ahora con su Padre, es el mismo que les había lavado los pies. Hermanos y hermanas, este es nuestro Dios. Tiene todo el poder, pero sirve”.

También era importante “que los discípulos comprendieran que Jesucristo era el hombre perfecto, el hombre como Dios quiere que sea un ser humano”, explicó el Apóstol Mayor. “Y porque correspondía exactamente a la voluntad de Dios –cumplió su voluntad con precisión y nunca cometió un pecado– pudo entrar directamente en la comunión con Dios”.

Motivo de alegría por la ascensión

Jesús ya no estaba. “Los discípulos podrían haber estado tristes”. Pero “estaban contentos”. El Apóstol Mayor explicó por qué: “En primer lugar, se alegraron por el Señor Jesús que lo había logrado”. Y “experimentaron algo insólito, algo increíble”.

Además, Jesús había hecho dos promesas: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18). Y “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20b). Los discípulos sabían: “Jesús se ha ido, pero no nos dejará solos. Estará con nosotros todos los días. Está entre nosotros, en medio de nosotros, cuando nos congregamos. Él nos sostiene. Nos bendice. Siempre está con nosotros”. ¿Cómo lo hace? A través del Espíritu Santo.

Esta alegría sigue siendo válida hoy en día: “Así es como podemos experimentar la presencia del Señor en medio de nosotros, a través del obrar del Espíritu Santo”, dijo el Apóstol Mayor. “En el Espíritu Santo podemos encontrarlo en la palabra y en los Sacramentos. En el Espíritu Santo podemos experimentar la presencia de Jesucristo en la comunión de los creyentes”. Con el Santo Sellamiento, la recepción del don del Espíritu Santo, Dios habita permanentemente en el creyente: “Nos recuerda: no olvides lo que Jesús ha hecho por ti. No olvides lo que te prometió”.

Encuentro concreto

Jesús no solo estuvo siempre con sus discípulos, sino que también les prometió: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). “Aquí Jesús ya no habla de una presencia en el Espíritu Santo, sino de un encuentro muy real”, dijo el Apóstol Mayor. “Él con su cuerpo resucitado y nosotros con nuestro cuerpo de resurrección. Pero la persona entera”. Más precisamente, en cuerpo, alma y espíritu.

Y Jesús no espera en su reino, sino que: “Viene a nuestro encuentro. A buscarnos, a mostrarnos: Tengo prisa para que estés conmigo”. Es la expresión de su anhelo y de su amor. “De este modo, nos muestra que realmente anhela tener comunión contigo. Desea que tú y yo estemos con Él. Anhela celebrar la Santa Cena con nosotros”.

Y es una expresión de su gracia: “No tenemos ninguna posibilidad de entrar directamente en el cielo, en la comunión con Dios, porque ninguno de nosotros puede ser ni será perfecto como lo fue Jesucristo”. Jesús sabe que los seres humanos necesitan la gracia. Por eso sale a su encuentro, les da la gracia y los conduce a su reino.

Acercarse unos a otros

El único papel de los creyentes ahora es ir hacia Él. Concretamente:

  • Devolverle su amor: “Lo amamos como Él nos ama, con todo nuestro corazón, de modo que realmente anhelamos estar con Él y junto a Él”.
  • Buscar su cercanía: “Si realmente anhelamos tener comunión con el Señor Jesús, entonces aprovechemos también las oportunidades que Él nos da para tener comunión con Él”. Por ejemplo, a través de la oración, en el Servicio Divino y en la comunión de los hijos de Dios.
  • Renunciar a lo que nos separa de Dios: “Renunciemos a todo lo que no encaja con Jesucristo, a todo lo que puede separarnos de Él. Si resulta difícil, debemos recordar: El Hijo de Dios ha dejado la gloria de Dios. Dio su vida por ti”.
  • Servirlo: “Si lo amamos, procuremos también serle agradables, darle alegría y servirlo. Recordad que cuando nos ocupamos de los pobres, de los enfermos, de los desnudos, de los que están en la cárcel, Jesús dijo: Lo que hacéis por ellos, lo hacéis por mí”.
  • Contribuir a la unidad de la Iglesia: “Pablo utiliza la imagen que todos conocemos del cuerpo de Cristo: Cristo es la cabeza y los creyentes son el cuerpo de Cristo. Esto significa que, para ser atraídos por Él, debemos estar estrechamente unidos a Él, la cabeza, y estrechamente unidos entre nosotros”.

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Katrin Löwen
07.08.2024
Alemania, apóstol mayor, servicio Divino