Allanar el camino para todos

Quienes viven la fe cristiana no solo se preocupan por su propia salvación. Jesucristo quiere ayudar a todos los seres humanos y “cuanto más crece su deseo en nosotros, más queremos contribuir también nosotros a la salvación de nuestro prójimo”, dice el Apóstol Mayor.

El Servicio Divino que el Apóstol Mayor celebró el 30 de junio de 2024 en Mzuzu (Malawi) fue transmitido a toda el área de Apóstol de Distrito Zambia-Zimbabwe-Malawi. Como base fue elegido el texto bíblico de Isaías 62:10: “Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos”.

Jerusalén como imagen de la Iglesia

Tras varias décadas de exilio, se les permitió a los exiliados regresar a Jerusalén. El profeta pidió a los que se quedaron en Jerusalén que prepararan o allanaran el regreso de los exiliados: “Que alcen pendón para indicarles el camino, que el lugar es aquí, que vengan aquí, y que quiten las piedras para allanarles el camino”.

“La ciudad de Jerusalén es el lugar, la Iglesia, donde Dios habita con su pueblo, donde uno puede encontrarse con Dios, para tener un encuentro con Dios, para tener comunión con Él”, explicó el Apóstol Mayor. Es tarea de los creyentes de hoy hacerles posible esta comunión a todos.

El Apóstol Mayor se refirió a la parábola del hijo pródigo, que describe la actitud de Dios hacia los pecadores. Cuando el hijo regresó a casa, su padre no estaba simplemente esperando en la casa, sino que se acercó a él para darle la bienvenida y abrazarlo. Esta es también una imagen de la actitud de los creyentes: “Ocúpate de la salvación de tu prójimo, ¡no seas egoísta!”.

Alzar una señal

En el pasado se solían utilizar pendones o estandartes para mostrar quién gobernaba un lugar. Así, el Apóstol Mayor Schneider pidió a los creyentes que alzaran pendones para mostrar que Dios reina en este lugar.

“Piensa en la salvación de tu prójimo, sal y ve hacia ellos mostrándoles el camino, alza el pendón para que sepan que este es el lugar al que deben ir”.

Este pendón o señal es, por ejemplo, un agradecimiento permanente a Dios. De este modo, les mostramos a nuestros semejantes que hay salvación incluso en tiempos difíciles.

“Nuestro comportamiento diario es el pendón que muestra su salvación”, dijo el Apóstol Mayor Schneider. Los seguidores de Cristo intentan vencer el mal con el bien: “No dejes que los demás influyan en tu comportamiento, aunque ellos hagan el mal, nosotros debemos hacer lo correcto”.

El amor y la unidad de la comunión es otra señal a la que se refirió Jesús: “Amaos los unos a los otros. Porque si os amáis unos a otros, la gente verá que sois verdaderos discípulos de Jesucristo”.

Estos pendones, estas señales, pueden mostrar a las personas el camino hacia Dios.

Quitar obstáculos del camino

Además, también hay que eliminar los obstáculos que impiden a la gente ir a la Iglesia.

Un obstáculo importante para otros es: “Cuando queremos que sean como nosotros, cuando queremos imponerles nuestras reglas”. El Apóstol Mayor exhortó a los creyentes: “Hay que eliminar esos obstáculos. No os comportéis como el hermano mayor del hijo pródigo, que no se alegró de que el padre concediera misericordia al hijo pródigo. No os comportéis como los obreros de la viña, que no aceptaron que los obreros de la última hora recibieran el mismo salario que los de la primera hora. Nadie merece misericordia. No impongas a nadie tus propias reglas. Permite que Dios haga el bien a tu prójimo. Elimina esos obstáculos”.

Otros obstáculos para el prójimo son los prejuicios, los reproches y las acusaciones: “¿Cómo van a unirse a nuestra Iglesia si sienten que no son bienvenidos?”. Para la salvación del prójimo, es importante que sepa que no hay más acusaciones ni reproches que se interpongan en su camino.

Ofrecer apoyo

Sin embargo, hay obstáculos que no pueden eliminarse y que deben ser superados en el camino hacia Dios.

Uno de esos obstáculos es la imperfección de la Iglesia visible. Cualquiera que mire a los miembros de la Iglesia ve sus imperfecciones y puede decir con razón: “Míralos, sé realista, es una broma. Mira a los Apóstoles, a los portadores de ministerio, a los muchos conflictos dentro de la comunidad”. Esta gran piedra no se puede quitar, ya que se cometerán errores hasta el final y los seres humanos seguirán siendo pecadores. Sin embargo, ayuda a nuestros semejantes cuando ven cómo se tratan los conflictos y los errores. Deben ser capaces de ver cómo los creyentes se aceptan unos a otros a pesar de los errores, se perdonan e incluso piden misericordia a Dios.

La propia debilidad es otro obstáculo para el prójimo: “Les decimos: Tenéis que llegar a ser como Jesucristo. Pero entonces se dan cuenta de que nunca lo conseguirán, es demasiado difícil”. Se les puede ayudar dando testimonio de la gracia, el amor y la paciencia de Cristo. Un último obstáculo es afrontar las tentaciones y renunciamientos. Al fin y al cabo, seguir a Cristo lleva asociado cierto sufrimiento. En comunión, las personas pueden consolarse, animarse mutuamente y ser un ejemplo en cómo ellas mismas afrontan las situaciones difíciles.

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Simon Heiniger
28.08.2024
apóstol mayor, servicio Divino