Local de la Iglesia en lugar de sala de estar

Solo un paso separa la cocina del local de la Iglesia. Los Servicios Divinos de la comunidad Las Tricias en La Palma se han celebrado en la casa de la familia Huber durante más de 20 años. De la historia de una comunidad pequeña y viva.

Ursi y Rolf Huber son originarios de la ciudad de Wetzikon en el cantón suizo de Zúrich. Ya a fines de los 80 los hermanos Huber tenían el deseo de emigrar. Al principio pensaron en Canadá como posible destino de emigración, pero también se sintieron atraídos por las Islas Canarias.

Sin embargo, el matrimonio Huber recibió el impulso decisivo a principios de los 90 cuando Rolf Huber leyó un anuncio en una revista: “Terreno en venta en La Palma”. Antes de tomar la decisión final, Rolf Huber –entonces Diácono– llamó al Apóstol Luigi Albert, quien era responsable de la Iglesia regional de España. “El Apóstol hizo un comentario lleno de humor cuando le expresé mi preocupación por si podríamos aprender el idioma español lo suficientemente rápido: Yo lo aprendí a los 54 años, entonces tú podrás aprenderlo a los 34”.

Todo comenzó con las visitas a la familia

Unas semanas después, los hermanos Huber compraron un terreno en Las Tricias. Aún se quedaron en Suiza durante un año. En este tiempo prepararon todo para su nueva vida: Tomaron un curso intensivo de español, disolvieron su hogar y acumularon reservas financieras. El 31 de mayo de 1994, finalmente había llegado el momento: ambos suizos emigraron a La Palma.

Todavía no había una comunidad nuevoapostólica allí. Solo había dos comunidades en todas las Islas Canarias: una en Tenerife y otra en Gran Canaria. Los Huber eran atendidos por el Evangelista Juan Antonio Macías, de Tenerife. Venía a La Palma dos o tres veces al año para las visitas a la familia.

La comunidad crece

La situación cambió en 1996 cuando una familia de Alemania se mudó con dos hijos pequeños a la vecina Puntagorda. Por primera vez, se celebraron regularmente Servicios Divinos en La Palma en lo de esta familia. El Evangelista Macías venía una vez al mes. En los años siguientes la comunidad creció de forma constante. Mientras tanto, se reunían cada dos semanas para los Servicios Divinos y poco a poco el lugar les quedó demasiado pequeño.

Junto con el dirigente de la comunidad, Rolf Huber buscó nuevas dependencias. Pero desafortunadamente no encontraron lo que buscaban. Así que nació el plan de trasladar la comunidad a la casa de los hermanos Huber. Al principio, los Servicios Divinos se celebraban en el salón de su pequeño apartamento. Pero Rolf Huber continuó construyendo: “En realidad, habíamos planeado la ampliación como una sala de estar”, sonríe. "Pero entonces se convirtió en un local para la Iglesia”.

Encuentros especiales

El Evangelista Macías estuvo a cargo de la comunidad hasta 2005, cuando el Pastor Rolf Huber recibió el encargo de servir como dirigente de la comunidad Las Tricias. La comunidad era pequeña, pero normalmente había alguien que tocara el órgano. “Cinco de nosotros cantábamos en el coro: un bajo, un tenor, un contralto, dos sopranos”, recuerda el Pastor Huber.

“Es algo muy especial cuando un Apóstol viene a una comunidad tan pequeña. Se siente diferente a un Servicio Divino de Apóstol en una gran Iglesia. Por lo general, los hermanos y hermanas y los Pastores aún se sentaban juntos después de la Iglesia”, informa el Pastor Huber. “En esas reuniones uno conoce mejor a los predecesores”, dice entusiasmado.

Anhelo por La Palma

En 2017 el Pastor Huber tuvo que regresar a Suiza debido a una enfermedad. Desde entonces, el Evangelista de Distrito Claus Ruthardt ha apoyado al anciano de distrito Víctor Alganza en las cinco comunidades de las Islas Canarias en cuatro islas. Además, es el dirigente de las comunidades de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife Norte) y de Las Tricias en La Palma.

El matrimonio Huber tiene un gran deseo: Cuanto antes puedan volver juntos a “su” isla, a su comunidad en Las Tricias, mejor. Porque para ambos su hogar es La Palma. “Estoy esperando ver mi jardín allí. También me gustaría volver a tener cabras”, sonríe el Pastor Huber y añade con un guiño: “Y solo por diversión seguir construyendo la casa”.

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