En foco 1/2023: No solo en forma temporal

En su “En foco”, el Apóstol de Distrito Leonard Kolb (EE. UU.) se anima a echar una mirada al futuro. Habla del destino divino que espera a los cristianos en el futuro eterno, después de su vida en la tierra. Pero ya hoy hay que prepararse para ello.

El lema de este año, Servir y reinar con Cristo, nos proyecta hacia una orientación futura: ¡Cristo viene! El Apóstol Mayor resume claramente cómo estos dos elementos del trabajo espiritual son necesarios para quienes se preparan para el retorno de Cristo. Así, el concepto de trabajo que comenzó en el principio, cuando Dios esperaba que la humanidad cuidara y preservara la creación que había hecho para ellos, continúa en el mundo futuro. La perspectiva de servir y reinar con Cristo es una inspiración conmovedora; imagínate, ¡el Todopoderoso te llama para un propósito!

Nuestro viaje sobre esta tierra no es meramente una vida con un significado transitorio o temporal; tenemos un propósito divino en un futuro eterno y Jesucristo, nuestro Salvador, ¡nos quiere para este propósito!

Sin embargo, no podemos permitirnos convertir en “futuristas”, aquellos simplemente enamorados de una vida futura, sino que esta inspiración debe impulsarnos a ser “realistas” ante la realidad de prepararnos aquí y ahora. Miremos estas dos tareas y comencemos a practicar los esfuerzos ya en el presente.

Cuando consideramos servir, es necesario también considerar el sacrificio. ¿Cuánto de mi tiempo, de mis recursos, de mi riqueza, de mis esfuerzos, de mi fortaleza estoy dispuesto a poner o sacrificar para servir con Cristo hoy?

“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13:15-16).

El escritor de Hebreos nos muestra que “hacer el bien y compartir” es un sacrificio. Alabar a Dios y dar gracias también significan que se ha hecho un sacrificio. A partir de esto, podemos ver que servir no es una cuestión de conveniencia; no encaja en la normalidad de una vida centrada en sí misma. Hay que desearlo de verdad y "presupuestarlo"; hay que comprometerse a ello: "¡Sí, quiero servir con Cristo! Y sé que esto me costará algo". Pero luego viene la comprensión de que este “costo” no es nada comparado con el gozo que uno recibe al servir. Este gozo es el gozo en Cristo, una fuente de fortaleza y felicidad continuas que nos eleva de las cargas y los cuidados mundanos a la certeza de la presencia del Señor y de su bendición para nuestro bien. Una vez comprendido esto, el “trabajo” de servir no solo se hace más fácil, sino que pasa a formar parte de nuestra naturaleza, como formaba parte de la naturaleza de Cristo.

Cuando pensamos en reinar, debemos tener en cuenta el dominio propio, un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22); en otras palabras, un rasgo que se genera en quien está guiado por el Espíritu de Dios. El dominio propio, o reinar sobre nosotros mismos, es a veces una tarea difícil, dado que va en contra de nuestra naturaleza terrenal e incluso del espíritu de la sociedad. Hoy prevalecen los deseos de libertad de expresión, las exigencias de libertad para hacer lo que a uno le plazca; sin restricciones, sin inhibiciones. El Espíritu de Cristo nos ilumina para que nos veamos como realmente somos, pequeños e indignos, lo que nos impulsa a humillarnos ante la voluntad amorosa y bondadosa de nuestro Padre benevolente. El dominio propio es más fácil para un alma humilde que ve con mayor claridad el panorama general, es decir, que el camino y la voluntad de Dios traen la libertad del pecado y la libertad para servir.

“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Corintios 3:17)

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.” (Gálatas 5:13)

Así, podemos ver cómo estos dos hermosos atributos de superación se vinculan entre sí. Cada uno de ellos es necesario para que nos desarrollemos y preparemos para el retorno de Cristo.

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