Vivir la fe de forma muy concreta
Dar limosna a los demás y asegurarse de que el compromiso no disminuya: son consejos concretos de los Servicios Divinos dominicales de septiembre para el día a día de los creyentes. Los temas centrales son “Llegar a ser justos” y “El Sermón del Monte”.
Los dos primeros Servicios Divinos de septiembre tratan de cómo llegar a ser justos ante Dios. Y los dos últimos Servicios Divinos utilizarán palabras pronunciadas por Jesucristo en el Sermón del Monte para concretar cómo se puede vivir la fe en la vida cotidiana.
Solo por la fe
La base del primer Servicio Divino dominical son unas palabras de Romanos 5:19: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”. Pablo utiliza la comparación de Adán y Jesucristo: por uno, Adán, llegó el pecado al mundo y por el otro, Jesús, fue vencido.
Adán representa simbólicamente al ser humano pecador, es decir, a todos los seres humanos. El único ser humano que no necesitó la redención de los pecados fue Jesucristo. Su sacrificio hace posible que los seres humanos de hoy sean justificados ante Dios. Y esto es exactamente lo que trata este Servicio Divino: no se puede alcanzar la meta de la fe por méritos propios ni por buenas obras. Solo aquellos que siguen a Jesucristo en la fe y la obediencia pueden llegar a ser justos.
Uno para todos
La prédica del segundo Servicio Divino dominical continúa con este tema. Deja claro que nadie puede ganarse la salvación. El pasaje bíblico de Apocalipsis 22:12: “He aquí yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” lo explica: Jesucristo, que vivió sin pecado, adquirió con su muerte en sacrificio el galardón que hace posible que a todos los seres humanos les sean perdonados los pecados. En la prédica se desarrolla cómo se puede tener parte en este mérito en el futuro y ya hoy.
Hacer el bien - y hacerlo con discreción
“Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”, así dice la Biblia en Mateo 6:3-4. Este texto se menciona en el tercer Servicio Divino dominical. En esta parte del Sermón del Monte, Jesucristo dejó claro que a Dios le agrada cuando se sirve a los demás de la manera correcta. Es decir, de tal manera que no todo el mundo se dé cuenta. Lo que vale es la motivación. Las limosnas pueden ser dádivas materiales como alimento, agua y vestimenta, pero también es importante que se atiendan las necesidades espirituales del prójimo, es decir, que se reciba a los forasteros y se visite a los encarcelados.
No volverse insípido
Cuando la sal se vuelve insípida, es inútil y uno la tira. Lo que es químicamente imposible tiene un significado más profundo en sentido figurado. “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mateo 5:13). En la interpretación de la palabra bíblica del cuarto domingo, la sal representa el Evangelio de Jesucristo. El llamado a ser nosotros mismos la sal significa que el Evangelio debe ser un componente esencial de nuestra vida.
Lo que esto quiere decir en términos concretos queda claro en el Servicio Divino. Siguiendo a Jesús y obrando según su Evangelio, se muestra lo que es vivir en Cristo. Viviendo según el Evangelio, se puede ser un ejemplo en diferentes situaciones de la vida. Se debe compartir el Evangelio y decir a otras personas que Jesús viene. La asistencia regular a los Servicios Divinos y el intercambio con hermanos y hermanas en la fe evita que la sal se vuelva insípida.
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