El coro de niños de Ciudad de Cabo en misión de ayuda
Ya en casa en Sudáfrica los 120 jóvenes integrantes del coro de niños tienen mucho para contar. Por once días el NAC Children Choir de Ciudad del Cabo estuvo en una gira de conciertos por Alemania. Los niños ahora también cuentan en nac.today las impresiones obtenidas en ese país.
Los niños de 8 a 14 años se dedicaron a misiones especiales: „Salvaremos vidas“, deja en claro Shannon (13 años). Con sus presentaciones se propusieron juntar dinero para el Hospital Red Cross War Memorial de Ciudad del Cabo, explica Jennifer (11). „Uno se siente bien cantando para el Señor y además sabiendo que es para una buena finalidad“, completa Lynzee (11).
La iniciativa para ello había partido de la dirección de la Iglesia regional del Cabo, como informa Christiane Kummer. Ella es la vocera de prensa de la sociedad de responsabilidad limitada sin fines de lucro Kids4Africa, que proyectó la presentación para invitados. La Iglesia Nueva Apostólica ya hizo tanto para la única clínica especialida para niños de África del sur, que allí hay una dependencia de tratamiento llamada así en su nombre. Ahora se trata de agrandar la sala de terapia intensiva. Con 22 camas es demasiado pequeña. Aunque los costos corrientes son financiados por el estado, las inversiones deben lograrse con dinero obtenido de donaciones. Y aquí la INA Cabo no quería decir que no.
A mediados de diciembre el avión los lleva a Alemania. Y con el ómnibus se dirigen desde Fráncfort al albergue para jóvenes de Limburgo. “En todas partes donde vamos sólo se ven árboles”, se asombra Kirstin (12). También estaban muy sorprendidos por lo que se podía ver –o no escuchar–: “En todas partes todo está limpio, no hay suciedad en las calles”, comprueba Jenna (12). “Todo parece tan tranquilo, no como en Ciudad del Cabo, donde sólo se escuchan autos y taxis”, opina Tamika (12).
Docenas de colaboradores voluntarios y numerosos espónsores se ocupan del bienestar de los visitantes. No pocas veces los padres que tienen a su cargo a los visitantes los llevan a entretenimientos en conjunto. “Los alemanes son tan amables y serviciales”, opina no sólo Mikyle (11).
El programa a desarrollar los llena de entusiasmo: una de las favoritas es para Lorenthea (12) la visita a la panadería, donde los 120 niños hornean masitas. Y el punto culminante absoluto es para ellos el encuentro con los basquetbolistas del Fráncfort Skylinern. “Fue grandioso jugar con los profesionales – ¡grandioso con una G grande!”
Lo más importante obviamente es la música. Durante un año los niños del coro se prepararon cada fin de semana para los conciertos y en parte asistieron en las vacaciones a un campamento que duró una semana. En los conciertos, los huéspedes sudafricanos no están solos en el centro de atención. Cientos de niños alemanes también ensayaron desde 2012. Así detrás de escena –al charlar, reír o jugar al nintendo– surge una forma especial de entendimiento entre los pueblos. También es para Shannon uno de los puntos culminantes del viaje, “encontrarme con mis amigos alemanes”.
Cuatro presentaciones se cuentan en la gira, en las cuales resuenan cantos tradicionales sudafricanos, como cantos clásicos de Navidad del ámbito inglés y alemán: Saarbrücken es el precalentamiento en el comienzo, según la vocera de prensa Kummer, Estrasburgo el más emocional y Kassel el concierto más festivo. Y Fráncfort es la gran final en la que unos 600 niños de Sudáfrica y Alemania están juntos en el escenario. Alrededor de 80.000 euros provenientes de donaciones y de las entradas pudieron reunirse hasta ahora.
Naturalmente, los sudafricanos también asistieron a los Servicios Divinos y por ende hacen sus observaciones: “Comparados con Ciudad del Cabo, algunos edificios de las iglesias son muy pequeños y las viviendas muy grandes”, observa Tamika. Para Aiden (11) merece mencionarse que “en Alemania la Iglesia empieza más tarde”.
Particularmente impresionados están los jóvenes por la seguridad pública: “Aquí casi no hay criminalidad”, formula Shannon. Menos positivo, en cambio, les pareció a los visitantes el tiempo: lluvioso y frío. Eso le gusta sólo a Lynzee: “No me gusta el verano”. Jennifer, en cambio, esperaba que hubiera nieve. En vano, esta recién cayó después de Navidad, cuando los niños ya estaban en casa.
„Fue una experiencia maravillosa que nunca olvidaré”, es la conclusión de Lynzee. Y Aiden dice: “Si tengo la posibilidad, me gustaría volver”.