Los Sacramentos (11): El Bautismo en cinco dimensiones

El Nuevo Testamento no menciona nada sobre cómo debe realizarse el Santo Bautismo con Agua. Pero sobre el significado del Sacramento la Biblia tiene mucho que decir. Una visión general.

No, las Sagradas Escrituras no desarrollan una doctrina coherente del Bautismo. Sí aportan muchas pequeñas piezas de un rompecabezas, especialmente en los Hechos de los Apóstoles y en las epístolas. El cuadro más probable se forma en la epístola del Apóstol Pablo a los Romanos, capítulo 6. En resumen, la interpretación bíblica del Bautismo muestra cinco dimensiones.

Comunión con Cristo con el mismo destino

“Bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo”: Este o ligeramente variado es el enunciado usado sobre todo en los Hechos. Si el modismo griego significa que Cristo hace suyo al hombre o el hombre se hace suyo a Cristo, es un tema de debate entre los eruditos. Pero en todos los casos es una cuestión de pertenencia, vínculo, pacto.

Pero esto no es solo una vinculación relajada de los seguidores a su modelo. Es una comunión en la vida y en la muerte, y con el mismo destino: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Romanos 6:3).

Redención a través de la renovación

Esta vinculación es el camino a la salvación eterna, pues ofrece la necesaria renovación. En el Nuevo Testamento hay tres imágenes diferentes para este propósito:

  • El revestirse de Cristo como un nuevo vestido es familiar por las epístolas a los Efesios, Gálatas, Romanos y Tesalonicenses. En este contexto, la vestimenta representa el estatus, específicamente el nuevo estatus ante Dios.
  • Las epístolas a los Efesios, Hebreos y Corintios, así como los Hechos de los Apóstoles hablan del lavamiento del agua para la purificación. Aquí se trata del perdón de los pecados.
  • Las epístolas de Tito y Pedro, así como el Evangelio de Juan, van un paso más allá cuando hablan del lavamiento de la regeneración o del renacimiento de agua, como de la renovación de todo el ser.

Base para el don del Espíritu Santo

El Santo Bautismo con Agua está estrechamente relacionado con el don del Espíritu Santo. Pedro ya lo establece como requisito previo en su prédica de Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

El Nuevo Testamento deja clara esta dualidad una y otra vez, por ejemplo en 1 Corintios 6:11: “Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”. Pero sobre todo en Juan 3:5: “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.

Incorporación a la comunión

El Bautismo se describe sistemáticamente como la adopción en la comunión de los creyentes. Esta incorporación va mucho más allá de la pertenencia a cualquier asociación. Esto es particularmente evidente en 1 Corintios 12 con la imagen del cuerpo de Cristo. Cada parte del cuerpo está conectada con la otra, depende de los otros miembros, experimenta tanto el sufrimiento como el bienestar de los demás.

Esto tiene sus consecuencias para la relación de los miembros entre sí, las diferencias ya no cuentan: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:27-28).

El principio de las últimas cosas

Aunque el Bautismo marca el punto de partida en el camino de la salvación, también está anclada en él la meta. Este es el núcleo de Romanos 6: El que ha sido bautizado en Cristo murió con Él al pecado. Y siendo igual a Él en su muerte, también será igual a Él en la resurrección para que “también nosotros andemos en vida nueva”.


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Andreas Rother
11.06.2020
Biblia, sacramentos, Santo Bautizo