Cómo el sacrificio de Cristo da nueva vida

¿Por qué Jesús tuvo que sufrir y morir? Es claro, para que el hombre pueda volver a Dios. Pero ese no es el único aspecto de su significado.

“El sacrificio de Cristo” es el título de una carta doctrinaria del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, que aparece en la revista de los miembros “community” y en la revista de la Iglesia “Unsere Familie”. Un artículo de la edición especial 1/2015 de los “Pensamientos Guías” le sirve de base.

La importancia del sacrificio de Cristo no resulta obvia de inmediato. Porque “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden”, ya lo sabía el Apóstol Pablo en su epístola a los Corintios (1 Corintios 1:18). Al principio todo parecía una derrota: Se rieron de Jesús, lo golpearon y murió una muerte ignominiosa.

Y, sin embargo, “a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”, escribe Pablo en la primera epístola a los Corintios (1 Corintios 1:18). Porque, “la cruz de Cristo se convierte en la esencia del obrar divino de reconciliación con el hombre pecador”, explica el Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica.

Acercarse: De lo viejo haz lo nuevo

Solo el sacrificio de Cristo posibilita la salvación que Dios, en su amor, quiere dar al hombre. Coloca la relación entre Dios y los seres humanos sobre un fundamento completamente nuevo. Anula la separación de Dios y permite liberar al hombre de la lejanía de Dios.

La muerte en sacrificio reconcilió al hombre con Dios, escribe el Apóstol Pablo en su segunda epístola a los Corintios.

Participar: El Santo Bautismo con Agua

Cada cristiano está unido al sacrificio de Cristo a través del Santo Bautismo con Agua. “Viéndolo espiritualmente, el bautizado es partícipe de lo que le sucedió a Jesucristo. Así como Cristo murió en la cruz por los pecados de los hombres, el hombre debe ‘morir’ por el pecado renunciando a él”, ilustra el Catecismo. Esto significa que finaliza la vida alejada de Dios y comienza la nueva vida en Jesucristo.

Del Bautismo el creyente saca las fuerzas para luchar contra el pecado. El Bautismo es el primer paso a la renovación y para parecerse cada vez más a Jesucristo ( cf. 2 Corintios 5:17-19).

Confesar: La Santa Cena

El sacrificio de Cristo también juega un papel central en la Santa Cena. Esto ya lo demuestran las palabras de consagración de la primera epístola a los Corintios: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios 11:26).

En el festejo de la Santa Cena, la comunidad recuerda que Jesucristo fue verdadero hombre y tuvo que sufrir una muerte verdadera. También proclama la confesión de que esta muerte es única y válida para todos los tiempos.

Justificado: El perdón de los pecados

El sacrificio de Cristo en la cruz es el fundamento para el perdón de los pecados. Con su muerte, Jesucristo quebró el poder del mal. Desde entonces, es posible que los pecados sean perdonados (cf. 2 Corintios 5:21) y el creyente sea redimido de la muerte eterna (Hebreos 10:18).

Jesús le dio a los Apóstoles la autoridad y el encargo de proclamar el perdón de los pecados en el nombre del Señor.

A través del perdón de los pecados, el creyente recibe la certeza de que la gracia y misericordia de Dios lo acompañan en todas las situaciones de la vida.

Fundamental: La fe

Para experimentar la cercanía de Dios a partir del sacrificio de Cristo y alcanzar su salvación, se necesita fe. Esto también se aplica al carácter expiatorio de la muerte en sacrificio.

El hombre no tiene posibilidad por sí mismo de borrar el pecado. La única posibilidad que le queda es creer en Jesucristo, que toma sobre sí el pecado en representación del hombre y se somete a la muerte a la que en realidad está condenado el pecador.

La fe es necesaria para entender el sacrificio de Cristo y aceptar el ofrecimiento de salvación. Incluso los Sacramentos y el perdón de los pecados solo pueden desarrollar sus efectos a través de la fe.



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