Orar en el nombre de Jesús

En sus últimas horas, Jesús buscó repetidamente la vinculación con su Padre. En su prédica del Viernes Santo, el Apóstol Mayor explicó en qué consistían estas oraciones y cómo los creyentes deben orientarse en ellas hoy.

El 29 de marzo de 2024, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider predicó en la comunidad Wil (Suiza) con la palabra de Marcos 14:35-36: “Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”.

La voluntad de Dios

Para orientar la propia oración en la voluntad de Dios, también se requiere comprender lo que implica esta voluntad. El Apóstol Mayor señaló que Jesús conocía la voluntad de Dios y también era consciente de su misión: “Jesucristo fue enviado para quebrantar el poder del mal y de la muerte. Él debía obtener la victoria sobre el mal”.

La voluntad del Padre era tan importante para Él que todos los esfuerzos del diablo por separar a Jesús de su Padre fracasaron: “Jesucristo experimentó el mal de forma extrema, pero ni el mal ni la muerte pudieron separarlo de Dios. Permaneció sin pecado”. Cuando Jesús hizo su sacrificio, buscó repetidamente la vinculación con el Padre en la oración.

Las oraciones en Getsemaní

Las oraciones en el huerto de Getsemaní muestran que Jesús tenía miedo al sufrimiento y a la muerte: “Sabía que tendría que sufrir y morir terriblemente y que era tan difícil para Él como lo sería para nosotros. De esto se desprende cuán grande y sublime es su amor y su sacrificio”.

En estas horas difíciles, Jesús habló abiertamente con su Padre: “Puedes ahorrarme esto y encontrar otro camino, llevar a cabo tu voluntad, tu plan de un modo completamente distinto, eso no es problema para ti. Si quieres cambiar algo, no te es imposible. Confío en tu poder y también confío en tu amor y en tu sabiduría. Tú sabes más que yo, tengo confianza en ti, tú me amas”.

Esta confianza absoluta y la convicción de que la voluntad de Dios era más importante que cualquier otra cosa llevaron a la conclusión: “Hágase tu voluntad”.

Las oraciones en el Gólgota

Señor, perdónalos. “Dios quiere revelar su amor, quiere salvar a los pecadores”, subrayó el Apóstol Mayor Schneider. Aunque los seres humanos habían hecho cosas terribles a Jesús, Él sabía: “No he venido a juzgarlos, a castigarlos, sino a redimirlos”.

Padre, ¿por qué me has desamparado? “La relación con Dios era lo más importante para Jesús”, por eso en ese momento no pensaba en su dolor y en su muerte, sino que su mayor dolor era la separación que sentía de Dios.

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. “Te confío mi vida, mi ser, haz lo que quieras. Tú lo haces bien, me entrego a ti por completo”. La confianza de Jesús en Dios era inquebrantable y Él le dio fuerzas para cumplir perfectamente la misión y pronunciar las palabras “Consumado es” en el momento de la muerte.

Orar hoy en el nombre de Jesús

El Apóstol Mayor continuó describiendo cómo las oraciones de Jesús pueden inspirar las propias oraciones:

“Cuando uno se ocupa tan intensamente de su persona, sus sentimientos y su sufrimiento, solo entonces se da cuenta de lo grande que era su amor. Habría tenido la oportunidad de renunciar hasta el final. Pero no lo hizo, quiso cumplir la voluntad de su Padre porque se trataba de ti y de mí”. Esta toma de conciencia es un motivo para dar gracias, “no necesariamente con cantos de aleluya, sino con una gratitud profunda, duradera y fundamentada”.

En los tiempos que corren, no siempre se elige una buena manera de expresar la insatisfacción. Sin embargo, es todo menos ridículo encomendarse a Dios: “Esto no es una receta para niños, es un nivel muy sublime”. El Apóstol Mayor apeló a buscar un diálogo abierto con Dios: “Tiene la ventaja de que puedes decírselo 50 veces al día, no se cansará de ello, seguirá escuchándote. Este diálogo entrañable con Dios no debe perderse: Te lo digo todo, aunque no esté satisfecho contigo”.

Este diálogo abierto puede llevarse a cabo con la convicción de que Dios es el Todopoderoso: “Si no estás satisfecho con lo que ocurre en la comunidad, en la Iglesia, en el mundo, entonces tenemos que volver a darnos cuenta, como dijo el Señor Jesús: Padre, todo es posible para ti”. Esta toma de conciencia puede reforzarse adorando a Dios en la oración, lo que conduce a una confianza absoluta. “Todos tenemos que luchar, pero luchemos como Jesucristo: Confío en Dios, en su poder y en su amor”.

La comprensión correcta de la voluntad de Dios también lleva a poder orar como Cristo: “Hágase tu voluntad. No es voluntad de Dios que sufras terribles dolores, que estés mal. La voluntad de Dios es: Él quiere llevarte al cielo, a la comunión con Él”.

Quien hace suya la voluntad de Dios también sabe: “Me has dado una misión. Debo revelar tu amor, debo ser testigo de Jesucristo, debo ser una bendición para mi prójimo. Debo revelar tu amor, tu poder y mostrar a los seres humanos que sigo siendo fiel a Jesucristo en mi situación, que el mal que vivo ahora no puede separarme de Dios. Quiero cumplir mi misión. Hágase tu voluntad, dame la fuerza para hacerlo”.

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Simon Heiniger
05.06.2024
Suiza, apóstol mayor, servicio Divino