Batista: recuerdos de un varón de Dios muy alegre
Hoy hace diez años Norberto Rubén Batista fue ordenado como Apóstol de Distrito. Tan sólo casi dos años más tarde falleció como consecuencia de una insuficiencia aguda del corazón. En su Iglesia sudamericana fue muy querido. Una restrospectiva.
29 de septiembre de 2008: El Apóstol de Distrito Batista fallece, el 5 de octubre tiene lugar un Servicio Divino de duelo conducido por el Ayudante Apóstol de Distrito Carlos Roberto Granja, quien luego viaja a Nueva York. Sesionan allí los Apóstoles de Distrito en su segunda asamblea del año. El Apóstol Mayor Wilhelm Leber ora por la familia, silencio y recogimiento conmueven a los dirigentes de la Iglesia. El domingo por la noche, el Apóstol Mayor emprende viaje a Argentina, donde el miércoles 15 de octubre de 2008 se realiza un Servicio Divino de consuelo y la ordenación del nuevo Apóstol de Distrito en Buenos Aires.
El sucesor del Apóstol de Distrito fallecido es Norberto Carlos Passuni. En un Servicio Divino conmovedor y muy emotivo, el Apóstol Mayor Leber le transmite la responsabilidad de la gran área de Apóstol de Distrito Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. "Nos inclinamos bajo la voluntad del Altísimo y recordamos con amor y agradecimiento a nuestro amigo que partió a casa, muy especialmente a su esposa y toda la familia de duelo", escribió entonces a las comunidades en su mensaje de duelo.
Una página en el libro de la historia
Y de hecho, fue un instante muy triste en el libro de la historia de la Iglesia Nueva Apostólica en Sudamérica. Norberto Batista era muy querido, una persona con mucho humor, muy alegre. El farmacéutico de profesión se hizo cargo de su tarea como Apóstol de Distrito con mucho ímpetu y visión estratégica. El Ayudante Apóstol de Distrito Carlos Roberto Granja lo secundaba en aquel tiempo.
Batista había recibido el ministerio de Apóstol de Distrito de su entonces predecesor, Mario Fiore. Este ya tenía 69 años cuando fue colocado en el bien merecido estado de descanso. El Apóstol de Distrito Mario Fiore, un portador de ministerio de muchos años de servicio en la Iglesia en Sudamérica que fue ordenado como Diácono en 1958 y que recibió el ministerio de Apóstol de Distrito el 12 de abril de 1992, escribió entonces sobre su sucesor Batista, que lo había conocido como una persona muy amable y lo había aprendido a estimar como hermano, y que había actuado toda su vida según los parámetros aprendidos en la casa de Dios.
Un círculo que se cierra
Recién en abril de 2005 Batista había recibido el encargo de Ayudante Apóstol de Distrito. También fue en Buenos Aires en el último viaje de ultramar del Apóstol Mayor Richard Fehr, quien entonces conducía la Iglesia mundial. El mismo domingo después del Servicio Divino, él y los Apóstoles de Distrito que lo acompañaban siguieron viaje a Nueva York (EE.UU.) para celebrar también allí Servicios Divinos con las comunidades. Y así se cierra el círculo: en 2005, el Apóstol Mayor Fehr vuela de Buenos Aires a Nueva York; Batista acababa de recibir el encargo de Ayudante Apóstol de Distrito. En 2008, el Apóstol Mayor Leber vuela de Nueva York a Buenos Aires; Batista acababa de partir a casa.
Sólo una pequeña página en el libro de la historia, pero muy conmovedora.
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Peter Johanning
05.11.2016
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