¡Orar por la paz!

No aflojar. A la paz en el mundo le van a hacer muy bien nuestras oraciones, pues se ha vuelto débil y necesita apoyo. Oremos por el Día Internacional de Oración por la Paz.

La paz del mundo está enferma. Si fuese una persona, tendría que ir al hospital, a terapia intensiva. La paz significa amistad e indudablemente es uno de los deseos más grandes de la humanidad. En un entorno pacífico, el hombre puede descansar, reflexionar sobre su futuro, hacer el bien y sentir alegría en la vida. Paz significa estar salvo, estar sano. La guerra, la discordia, las peleas, los conflictos, en cambio, destruyen todo. Dejan caos, desorden, destrucción e insatisfacción.

Promover la paz

Ahora bien, la paz no es un paciente que puede ser tratado en un hospital. Es y seguirá siendo un ideal. No se la puede comprar, aunque cueste algo. No hay una alacena en la que cada uno puede servirse paz a su gusto. La paz hay que promoverla y requiere ser elaborada. Una chance para ello la ofrece la oración.

No sin motivo las Iglesias se inmiscuyen cuando se trata de las oraciones por la paz en el mundo. El Apóstol Mayor de la Iglesia Nueva Apostólica, Jean-Luc Schneider, exhorta a los miembros de su comunidad a orar por la paz mundial. Debe ser una oración ferviente, necesaria, comprometida. Esto incluye expresamente el accionar individual. En el Servicio Divino entre semanal del 18/19 de septiembre de 2019 ha estado en el centro de las comunidades nuevoapostólicas el texto bíblico del Evangelio de Juan: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo".

Jesús deja paz

La paz humana está ligada a reglas. Observarlas genera seguridad y orden. La justicia en la sociedad y entre las generaciones es una de estas reglas. Al respecto dijo el Apóstol Mayor: "Una sociedad que no tiene en cuenta las necesidades básicas de todos, no puede vivir en paz". En estos días en los que las necesidades humanas están tan limitadas, esto suena muy político. Pero es "solamente" una antigua sabiduría del libro de la paz de la humanidad. Tolerancia, respeto mutuo, consideración ante los demás, son valores antiquísimos. En el Antiguo Testamento dice en Salmos 85:11, que la justicia y la paz se deben besar.

Básicamente, ya los Diez Mandamientos constituyen un fundamento acreditado para la paz en el mundo. Junto con las indicaciones del Evangelio, allí se expresa que los deseos materiales o egoístas no deben tener demasiada importancia. La paz se define en el dar: en hacer al otro lo que desearíamos que él nos haga. Y aquí muchas veces hay dificultades. Por eso, la paz humana es tan vulnerable, porque el hombre prefiere tomar para él antes de dar.

La paz, un regalo

Jesús regala paz. Su paz es un regalo para nosotros, que no nos hemos ganado. Pero lo podemos desempacar, pues ¿de qué sirve un regalo que queda en un rincón o en un estante? Desempacar significa en este contexto practicar la tolerancia, convivir en paz como buenos vecinos, mantener la paz mundial y la seguridad internacional, así dice el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas. Y esto deja muy en claro una cosa: La paz comienza frente a la puerta de nuestra propia casa, no en cualquier parte del mundo. Si cada uno viviese en paz con su vecino, en el mundo habría menos miedo.

¿No se puede simplemente vivir en paz? Sí, se puede. Primero con Dios, después con uno mismo y luego con el otro



Foto: Jürgen Fälchle - stock.adobe.com

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