Cuando la psique está enferma

Cada vez más personas padecen enfermedades que no se reconocen fácilmente, pero que afectan a toda la persona y repercuten en toda la vida. Cómo pueden ayudar los médicos, la fe y la comunidad. Reflexiones sobre el “Día Mundial de la Salud Mental”.

El 10 de octubre de cada año, numerosas instituciones y organizaciones llaman la atención sobre este tema. Desde 1992, esta fecha se reconoce en todo el mundo como el Día de la Salud Mental. Este día de acción fue iniciado en 1992 por la Federación Mundial de la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud.

Mucho más que un bajón

La lista de enfermedades mentales es larga. Ya se trate de ansiedad y compulsiones, trastornos por estrés o traumas, agotamiento, depresión o trastorno bipolar, trastornos alimentarios, psicosis o esquizofrenia, una cosa está clara: es mucho más que un bajón pasajero. Las enfermedades mentales tienen un impacto masivo en todos los ámbitos de la vida de los afectados y pueden provocar deficiencias de gran alcance.

Coloquialmente, la psique de una persona es llamada “alma”. Sin embargo, el alma inmortal no debería ser confundida con la psique humana (Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica 3.3.4, nota al pie ). Por lo tanto, la salud mental no permite sacar más conclusiones sobre la fe y el alma inmortal que la salud física.

Ejemplo bíblico

También la Biblia conoce las enfermedades mentales al igual que las físicas: Elías llegó a expresar pensamientos suicidas, se retrajo y deseó morirse (1 Reyes 19:4). A Moisés, que había sido llamado para grandes cosas, todo le parecía demasiado. El no poder estar a la altura de sus propias expectativas lo llevó a mirar al futuro con temor (Números 11:14-15).

Tras recibir la “mala noticia” y los golpes del destino asociados a ella, Job atravesó una época llena de pensamientos oscuros. Durante ese tiempo deseó haber muerto antes de nacer (Job 3:11). Interiormente desgarrado estaba Jeremías quejándose de las burlas que tenía que sufrir (Jeremías 20:7-9). La Biblia también relata los sombríos estados de ánimo del primer rey de Israel, Saúl.

Opresión en todos los ámbitos de la vida

Dado que las enfermedades mentales pueden repercutir en todos los ámbitos de la vida, también afectan a la vida de fe. En algunos casos, una enfermedad puede imposibilitar la asistencia a los Servicios Divinos. La convicción de ser un mal cristiano y de no merecer ningún perdón puede ser uno de los resultados.

A veces resulta difícil orar o bien puede volverse imposible hacer una oración. La enfermedad puede provocar distanciamiento y aislamiento de la comunidad. También puede haber comentarios hirientes y rechazo dentro de la comunidad. Es importante que el entorno comprenda que la enfermedad mental no está sujeta a la voluntad humana y no debe asociarse con el pecado y la culpa.

En una comunidad moldeada por el Evangelio, puede transmitirse un sentimiento de seguridad a través de la atención personal y la aceptación incondicional de cada uno. No debe sobredimensionarse la posibilidad de la fe como remedio para las enfermedades mentales, como para cualquier enfermedad física. Por ello, incluso la asistencia espiritual de urgencia solo puede ofrecer un apoyo pasajero hasta que se disponga de ayuda profesional.

Terapia y asistencia espiritual

En sus “Lineamientos para la asistencia espiritual de hermanos en la fe con enfermedades psíquicas” la Iglesia Nueva Apostólica lo deja claro: La Iglesia Nueva Apostólica no tiene reservas frente a la psicoterapia que respeta a la persona en todo su ser, incluyendo su religiosidad. Tal terapia no es perjudicial para la fe, al contrario: los terapeutas utilizan las fuentes de fuerza existentes en sus pacientes, a las que inevitablemente pertenece la fe en los cristianos. Así pues, la psicoterapia y la fe pueden ir de la mano.

A través de una psicoterapia calificada, eventualmente complementada con medicamentos, se puede ayudar a muchos pacientes. La Iglesia está a favor de una relación de confianza del paciente y su entorno con el psicoterapeuta. Los asistentes espirituales acompañan brindando comprensión mediante dedicación y oraciones. Sin embargo, los asistentes espirituales solo acompañan. Los responsables del tratamiento de la enfermedad son los terapeutas. El objetivo de la asistencia espiritual es acompañar a los pacientes con comprensión, amabilidad y paciencia, animarlos, fortalecer su confianza en Dios y orar por ellos.

De este modo, se cumple la reconfortante promesa del acompañamiento de Dios y de su fidelidad incondicional (Salmos 73:26): “Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”.

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Simon Heiniger
10.10.2023
vida en la comunidad