Tres días que cambiaron al mundo
De Viernes Santo a Pascua, días llenos de acontecimientos y emociones. Y llenos de personas que fueron partícipes de ellos. Víctima del sacrificio, autores, observadores. Todos ellos participaron en escribir un capítulo extraordinario de la historia divina de la salvación.
Jesús – el sufriente: Sin Jesucristo no existiría esta historia. Su sufrimiento en Viernes Santo es angustioso, su resurrección en Pascua es normativa. Padeció la terrible tortura de una muerte anunciada. La corona de espinas embadurna su rostro con sangre, llevar la cruz de madera duele terriblemente después de los azotes recibidos, en la palma de sus manos son clavados clavos. Todo esto debe soportar el hombre Jesús antes de morir: dolor, escarnio, tormentos. "Mas Jesús, dando una gran voz, expiró" (Marcos 15:37). ¡En Pascua festejó la resurrección y con Él su Iglesia!
Poncio Pilato – el poderoso: El gobernador de Judea y Samaria lava sus manos declarándose inocente. Es el que tiene poder, un favorito de Roma, alguien que incursiona, ordena, manda. No es ningún quisquilloso. ¿Ser generoso? Totalmente erróneo. Primero Roma, después la propia billetera, recién después los demás. Más adelante, cuando él mismo es condenado, los cargos en su contra son numerosos: soborno, injuria, robo, violencia, lujuria, ejecuciones sin proceso judicial, crueldad. En la Biblia se lo describe en forma ambivalente: no parece estar tan convencido de la culpabilidad de Jesús. Pero al final se inclina a la presión del pueblo que lo rodea: "Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!" (Marcos 15:14).
Barrabás – el contraste: El ladrón y asesino que es liberado. Es el contraste de Jesucristo. O es crucificado él o es crucificado Jesús de Nazaret. "¿Jesús o Barrabás?". Este llamado llega al alma. El pueblo se decide a favor del criminal. El malo queda libre: "Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado" (Marcos 15:15).
Simón de Cirene - el casual: Jesús se derrumba al llevar su propia cruz. Simón, casualmente, está cerca, viene de trabajar en el campo. Los soldados lo obligan a que levante la cruz que se había caído y que la cargue un trayecto por Jesús, el condenado. "Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz" (Marcos 15:21).
El centurión – un admirador: Debajo de la cruz de Jesús hay muchas personas. Básicamente son un reflejo de la sociedad actual: están los vacilantes, los curiosos, los maliciosos, los que lloran, los malpensados y está el centurión, que observaba la crucifixión de quien era un desconocido para él con sentimientos encontrados. Como soldado, quizás no podía mostrar sus emociones, pero finalmente dice una palabra clara: "Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Marcos 15:39).
José de Arimatea – el misterioso: ¿Fue este José un discípulo de Jesús o no? Nunca lo dio a conocer públicamente, probablemente por miedo ante la gente. Pero después de que Jesús fue crucificado, va a Pilato y le pide el cuerpo del fallecido. El hecho de que puede presentarse ante el gobernador, indica que es un judío rico. "El cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro" (Marcos 15:46).
Viernes Santo se vuelve Pascua, la muerte se vuelve vida
Jesucristo resucitó tres días después de Viernes Santo, así como había prometido. Celebramos la fiesta de Pascua como fiesta de la resurrección.
Aquí están en el centro las mujeres: "Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí" (Marcos 16:1-6).
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