Pasión: los últimos días del Señor

La semana previa a la fiesta de Pascua es un sube y baja de sentimientos: a veces de alegría, otras veces de aflicción hasta la muerte. Antes de que el cristiano pudiese creer para siempre en la resurrección, Jesucristo tuvo que pasar por la cruz. Pasión: una semana inolvidable para el Señor.

En marzo los Servicios Divinos nuevoapostólicos se encuentran bajo el signo de la pasión de Cristo. En estos días los cristianos de todo el mundo recuerdan a ese hombre que tuvo que sufrir los peores dolores. Ciertamente la unidad de la cristiandad nunca es más clara que en Pascua o en la semana previa. Junto a la fiesta de Navidad, es la mayor fiesta clásica que deja claro el sentir de ser cristiano.

Pasión de Cristo: en primer lugar es sólo un concepto que debe ser explicado. Sin cruz, sin cielo, el profundo sentir del Evangelio anunciado por Jesucristo muestra que se trata, finalmente, de una única decisión: ¡salvación o juicio! "Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Hebreos 4:13). La palabra de Hebreos señala la salvación y el juicio. Explica cuál es la situación de los hombres y exige dar cuenta.

Jesús y Judas

Viene bien aquí la historia que se cuenta sobre el origen de la pintura "La última cena" de Leonardo da Vinci: Se le había pedido en 1494 que hiciera una gran pintura. Debía ser un enorme mural en el refectorio de la iglesia dominica de Santa Maria delle Grazie en Milán. El pintor no tuvo que buscar modelos por mucho tiempo, excepto para Jesús y Judas, para los que no se presentó nadie. Examinó cientos de rostros. Los rasgos del rostro de Jesús debían ser apacibles, amables e irradiar calidez y benignidad. Los de Judas debían denotar malicia, decepción e hipocresía. Finalmente encontró a su modelo para Jesús, un capitán de barco de Milán. Lo pintó y lo recompensó generosamente. Años más tarde finalmente también encontró al modelo para Judas: una persona que había fracasado en su vida. Cuando el maestro había dado las últimas pinceladas de este retrato, la mirada triste de ese hombre infeliz cayó casualmente sobre el rostro de Jesús en el mural. Se levantó de un salto y salió corriendo del atelier. Leonardo da Vinci reconoció en ese instante que el Cristo del mural le había mostrado a Judas el rostro que él había tenido antes. En unos pocos años "Jesús" se había convertido en "Judas".

La misma persona en dos poses. ¿No nos parece algo conocido? ¿No es este síndrome del Doctor Jekyll y Mister Hyde parte de la naturaleza humana? ¿No luchamos todos con el "alter ego" que tenemos en nosotros?

Pecador con regalo

Antes de volvernos filosóficos: la participación en el camino a la cruz de Cristo y su sacrificio es un regalo del amor de Dios al pecador. Hay que desempaquetarlo y tratarlo con el honor que se merece. Y precisamente el festejo de la Sana Cena, instituida por el Señor en el círculo de los Apóstoles durante el tiempo de la pasión, es hasta el día de hoy el alimento para nuestra vida en Cristo. La Santa Cena es el "alimento del cielo", a través del cual el creyente es fortalecido para andar por el camino de la fe y resistir al mal.

Y después viene el Domingo de Ramos. Nos recuerda que Jesús entró a Jerusalén en medio de las voces de júbilo de la gente. Lucas 19:28 y 36-38: "Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. […] Y a su paso tendían sus mantos por el camino. Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!".

Pronto el clima reinante cambió por completo …

El Viernes Santo recordamos la muerte de Jesús. Bajo un sufrimiento indescriptible y dolores terribles, el Hijo de Dios ofreció el sacrificio expiatorio para nosotros, los pecadores: "Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es.Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu" (Juan 19:30).



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Peter Johanning
08.03.2018
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