Religiones mundiales forjadas en el horno de fuego

Vivían en el extranjero y se negaron rotundamente a la integración. Hoy se los celebra. Con su postura, los exiliados escribieron una porción de la historia mundial. Su trasfondo en el último Servicio Divino sobre saber bíblico.

¡El templo arde! Se quema el lugar donde se experimenta la presencia de Dios. El 20 de agosto de 586 antes de Cristo, el rey de Babilonia, Nabucodonosor II manda saquear e incendiar la ciudad de Jerusalén. Hacía mucho que había conquistado Judá, pero aquí eran muy rebeldes. Ahora la ciudad está destruida. El pueblo escogido está en crisis.

Métodos de la política del poder

Los más inteligentes son deportados a Babilonia. Un método típico de los caldeos para asegurar el dominio sobre los pueblos conquistados. Por un lado, tienen bien accesibles a los rehenes, por el otro, no hay líderes para una eventual rebelión.

Pero tan mal no les iba a los exiliados. Vivían en asentamientos propios, que incluso podían administrar ellos mismos. Tenían acceso a un sistema educativo superior y hasta recibían buenos empleos con la jerarquía de funcionarios del reino neobabilónico.

Esto también tenía su método, pues una vez que la élite del país había asimilado el sentir del gobernante, bien se la podía enviar del vuelta a su patria para que se encargara de administrarla. ¿Quién se iba a sublevar en contra de su propia gente?

Asimilación sin sentido

Sin embargo, los babilonios se habían equivocado totalmente en sus cálculos, ante todo con respecto a los habitantes de Judá: el pueblo de Dios de ningún modo se iba a entregar. Para preservar el núcleo religioso de su cultura, los exiliados incluso darían su vida si era necesario.

El libro bíblico de Daniel informa sobre esto: del mismo Daniel, quien a pesar de la prohibición real ora a su Dios y por eso termina en el foso de los leones. O de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que se rehusan a adorar la imagen de un ídolo y por eso terminan en el foso de fuego, pues así era construido en aquella época el famoso horno.

De eso se trata el último Servicio Divino entre semanal de la serie sobre el saber bíblico. Su mensaje central: Dios salva y bendice a aquellos que confían en Él. Además de la dimensión espiritual, el hecho también tiene un aspecto histórico mundial: sin esos varones de la talla de un Daniel, de Sadrac, Mesac o Abed-nego, casi no habría judaísmo ni cristianismo en la forma actual como religión con su propia escritura.

El que escribe, perdura

Los exiliados judíos descubrieron ese placer en las universidades de Babilonia. Allí conocieron el valor y el poder de la escritura. Y aprovecharon su conocimiento y su sabiduría para preservar en el extranjero su identidad religiosa y cultural. Y tanto más lo hicieron, cuando algunos, después de su retorno a la patria, comprobaron que su propia gente se había olvidado mucho de todo eso.

¿Ya llevaron los desterrados material escrito con ellos al exilio? ¿O escribieron allí por primera vez lo que hasta ese momento les había sido transmitido sólo oralmente? ¿Comenzaron a escribir quizás recién después de su retorno? ¿O ya se compilaban entonces fragmentos de textos? Sobre el quién/cuándo/cómo, la ciencia no se pone de acuerdo.

Hora de nacimiento de la Biblia

Sin embargo, hay consenso en que la destrucción del primer templo y el exilio babilónico le dio un impulso decisivo a un proceso en el que surgió la Sagrada Escritura del judaísmo y, por consiguiente, el "Antiguo Testamento" del cristianismo. Y en el que la religión del culto del pueblo de Israel se transformó en una religión con su propia escritura.

Hasta que estuvo lista, pasó un buen rato: recién en el siglo I después de Cristo los eruditos judíos estuvieron de acuerdo definitivamente qué debía formar parte de su libro de libros. No mucho antes, los romanos como potencia ocupante habían destruido el tercero y hasta hoy último templo, ¡porque el pueblo era demasiado rebelde! A veces, la historia se repite …


Foto: Sergey Novinzon / fotolia

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