De la oscuridad a la luz – el Alfa y la Omega de la fe cristiana

Noviembre es en el hemisferio norte un mes oscuro: los días son más cortos, el clima se vuelve más rudo. Para muchos esto ejerce presión sobre el ánimo. Sin embargo, la esperanza siempre es más fuerte que la noche. Pues todo sigue su curso.

Este "todo sigue su curso" se puede considerar desde diversos aspectos. Una noche dura doce horas, después vuelve a aclarar. Hasta la muerte no es el final de la vida. El que tiene fe cristiana, reflexiona sobre la continuidad de la vida. Desde hace mucho, una de las certezas nuevoapostólicas es que también para las personas difuntas, para los que murieron, es posible una "vida digna" en el más allá, totalmente de acuerdo a lo dispuesto por Dios. La comunidad sobre la tierra puede interceder en oración para aquellos que quieren seguir teniendo la esperanza en la eterna comunión con Dios.

El Dios sin límites

Noviembre es considerado el último mes del año litúrgico, completamente bajo el signo de la esperanza en el futuro. El Servicio Divino en ayuda para los difuntos del primer domingo de noviembre deja claro, por un lado, qué poco entienden las personas de este mundo del mundo del más allá y, por otro lado, que Dios no puede limitarse al breve intervalo de la vida del hombre. El Servicio Divino en ayuda para los difuntos nos exhorta a trabajar, a ser sensibles por el destino del prójimo e interceder por él. En nuestras intercesiones se expresa nuestra confianza en Dios, de que a aquellos que creen en Él les concederá fortaleza, alegría y salvación.

El Dios que viene otra vez

Al comienzo del camino de peregrinación hacia Dios está Jesucristo. A través de su sacrificio y la resurrección nos abrió la posibilidad de tener comunión perfecta con Dios. Prometió venir otra vez y llevarnos con Él: "Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino" (Juan 14:3-4). Vamos al encuentro del Señor que está por venir si avanzamos en la fe, la obediencia y la unión en el camino que es Él mismo.

El Dios que anuncia

La prédica del Servicio Divino del tercer domingo lleva por título "¡Hagamos que otros puedan sentirse bienvenidos!". Ser testigo de Cristo tiene componentes que sirven de invitación. No es solo un encargo referido a uno mismo, de ser castos y andar en el sentir del Evangelio, sino también un encargo de trabajo hacia afuera. No es el hombre el que está en el centro del anuncio, sino Dios. Los cristianos dan testimonio del Resucitado, del que vendrá otra vez. Los cristianos allanan a los hombres su camino a la salvación. Los cristianos interceden, apoyan, oran. Los cristianos sustentan, ayudan a seguir adelante, edifican. Los cristianos no son solitarios, sino que aman la integración. El ofrecimiento divino de salvación y redención está dirigido a todos los seres humanos. Este Evangelio hay que difundirlo y mostrarlo con el ejemplo.

El Dios que ama a los seres humanos

El último domingo de noviembre finaliza el año litúrgico. Todo lo que viene después es Adviento. Como corresponde a un final, está el pensamiento de que Dios es el Alfa y la Omega. Alfa es el principio, Omega el futuro. La Omega es la esperanza en la eterna comunión de Dios y el hombre. El texto bíblico para este domingo también está al final de la Sagrada Escritura: "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo" (Apocalipsis 21:6-7).

El "agua de la vida" es una imagen de la vida divina, la cual es transmitida a través del Espíritu Santo, la prédica y los Sacramentos. Dios da la salvación gratuitamente, nadie se la puede ganar. Manifestamos nuestra sed de salvación confesando nuestra fe y dando a conocer el ofrecimiento de salvación. El mejor camino para anunciar a Cristo es obrar conforme a la ley divina del amor.


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Peter Johanning
31.10.2019
servicio Divino