Ser una bendición para todas las personas

“Sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición“. ¿Y a quién no le gusta heredar? ¿Pero qué se necesita para ser uno mismo una bendición? He aquí algunas indicaciones que provienen de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.

Casi 10.700 hermanos y hermanas en la fe experimentaron el Servicio Divino del 28 de junio de 2015 en Gombong/Indonesia. Algunos estaban presentes en el lugar mismo, otros en los 88 puntos de transmisión satelital. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider predicó en inglés. Se interpretó a los idiomas bahasa (Indonesia) y mandarín (China). La base fue la cita bíblica tomada de 1 Pedro 3: 8-9: “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables. No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”.

Bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados

“A veces, las personas piensan que la bendición se expresa en la mejora de nuestras condiciones de vida”, dijo el Apóstol Mayor. “Pero esta es sólo una pequeña parte. Porque la bendición verdadera es la que nos ayuda a alcanzar la redención verdadera. La bendición genera la cercanía con Jesucristo”.

En su exposición siguió expresando: “Ser una bendición para otras personas supone que seamos como Jesús, porque Jesús era y es una bendición”. Para ello no se necesitan habilidades especiales. “Lo único importante es que le demos espacio al Espíritu Santo para que pueda desarrollarse en nosotros y conducirnos”.

Compasivos y misericordiosos

Sin embargo, el requisito necesario es tener el mismo sentir que Jesucristo: ser compasivos y misericordiosos, es decir tener sensibilidad respecto de lo que otros sienten y ser indulgentes con los que sufren necesidades, llenos del deseo de ayudarles. Luego, el Apóstol Mayor Schneider remitió al suceso del ciego Bartimeo (Marcos 10:46:52) expresando al respecto: “La mayoría de las personas no se interesan verdaderamente por el sufrimiento del prójimo. Pero nosotros queremos llegar a ser como Jesucristo, queremos advertir el sufrimiento de los otros”.

“¿Qué puedo hacer por ellos?”, preguntó después y mencionó la preocupación del centurión romano por su criado: “Podemos interceder con el Señor pidiendo por ellos”. Pero para hacerlo necesitamos tener una fe fuerte, porque, concluyó el Apóstol Mayor: “Solamente con la oración no se resuelve nada, sino que debemos mostrarles que la palabra de Dios puede ayudar”.

Fraternales y amigables

“Tenemos vocación de ser una bendición no sólo para las personas que sufren, sino también para los pecadores”, resaltó el Apóstol Mayor. Igual que Moisés, el que imploró a Dios que protegiera al pueblo después de haber hecho el becerro de oro (Éx. 32:7-14). “Moisés no quería ser el único salvado”.

“Deseamos que los pecadores encuentren redención igual que nosotros”. Porque, concluyó el Apóstol Mayor: “Todas las personas son nuestros hermanos, porque todos nosotros tenemos el mismo Padre. Incluso cuando se han alejado de Dios, queremos que sean redimidos y, por eso, intercedemos por ellos ante Dios: Jesús murió por todos”.

No devolvamos mal por mal

“Se nos lastima, ofende y critica con dureza. Es así que también nosotros tenemos a los llamados enemigos y tendremos que manejar de algún modo esta situación“. Como modelo de actitud al respecto, el Apóstol Mayor Schneider mencionó al diácono Esteban (Hechos 7). Debido a su fe tenía enemigos acérrimos y hasta fue llevado ante un tribunal.

Tras su discurso de defensa ante el concilio supremo “puesto los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios”. Y teniendo en cuenta esto, Esteban pudo decir: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Dijo luego el Apóstol: “La gloria de Dios nos espera”. Y agregó: “Los hijos de Dios que realmente creen en la gloria prometida no sienten que sea necesario castigar a sus enemigos para que ellos puedan sentir calma y encontrar la paz”.

Su conclusión fue, finalmente: “Estamos dispuestos a perdonar todo y de este modo podemos ser una bendición para las almas del más allá, igual que para las personas de nuestro entorno”.

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