Servicios Divinos de agosto: cuando la fe alcanza su plenitud

La fe es para personas mayores. Esta frase es antigua pero no es cierta. ¿Y cómo se manifiesta en realidad la fe en Dios? ¿Cómo puede concretarse la fe cristiana? Encontramos respuesta a estas preguntas en los Servicios Divinos del mes de agosto.

Una vez un periodista acompañó a la Madre Teresa, ganadora del Premio Nobel de la Paz, en su ronda diaria por los barrios pobres de Calcuta. Entonces vio cómo la monja católica levantaba en brazos y besaba a un niño enfermo y todo sucio. “Yo no lo haría ni por 1.000 dólares”, dijo. La respuesta que recibió, fue: “Yo tampoco”. Lo informa Axel Kühner en su libro “Un buen minuto”.

La fe produce obras, eso es seguro.

Al comienzo está la confianza. La confianza en Dios. Sin confianza, es difícil tener fe. Hay buenas razones para confiar en Dios: Él es omnipotente, es fiable y fiel. En Él no hay contradicciones. Su palabra es palabra. Su obrar no es arbitrario, Él es incorruptible. Él cumple lo que prometió, independientemente de las circunstancias temporales. Esta es una confortación para todos los que creen en Dios, especialmente en tiempos difíciles. Los seres humanos son diferentes: algunos quieren ver milagros, experimentar señales. Para otros, la fe es un tropiezo, una locura.

La fe en tiempos difíciles

¿Pero qué pasa realmente con la confianza en la guía de Dios cuando nos va mal? Cuando vienen aflicciones, cuando hay necesidades, ¿qué tan firme es nuestra fe, entonces? De pronto, nuestra confiabilidad, nuestra fidelidad se ponen a prueba.

Un ejemplo bíblico de tales cambios de ánimo es la historia de Job. Él también duda. Más que eso: acusa a Dios. Finalmente se avergüenza y vuelve al modo de la humildad. Dios pregunta: “¿Dónde está tu fe?”.

Esta pregunta también la tuvieron que responder los discípulos del Señor. Por indicación de Jesús estaban atravesando el Mar de Galilea. De repente se levantó una tormenta. Los experimentados pescadores se dieron cuenta muy rápidamente de que no podían luchar contra los impetuosos elementos de la naturaleza. El pánico se apoderó de ellos. En su necesidad despertaron al Señor. Jesús mandó a las fuerzas de la naturaleza que volvieran a la calma y preguntó a los discípulos: “¿Dónde está vuestra fe?”.

La fe trae bendición

¿Qué quiere entonces el cristiano de Dios? ¿Sólo la ayuda en horas difíciles? ¿Y en las horas buenas uno se olvida de Él? No. En el sentido bíblico se trata de la bendición de Dios. El cristiano clama por ella, ora por ella. Para ser bendecido por Dios, hay que orar. Pues una cosa es clara: su ayuda no se manifiesta en que los creyentes quedan preservados de todo mal. Ellos no gozan de preferencias ni sufren desventajas en su vida. Mas tienen el consuelo de saber que Dios les brinda su apoyo.

Y, por último, está la bendición del retorno de Cristo. Entonces se consumará lo que al hombre a veces le resultaba difícil de creer, pero que sobre todo en tiempos difíciles estaba en él como un anclaje firme. Entonces la fe habrá madurado, habrá alcanzado su plenitud.

Foto: Nolte Lourens/fotolia

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Peter Johanning
02.08.2016
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