"Lo que hacemos, lo hacemos por amor a Jesús"

Deben ser atalayas y guardianes, anunciadores y asistentes espirituales, no regentes, sino "siervos inútiles". Lo que espera el Apóstol Mayor de los portadores de ministerio de la Iglesia Nueva Apostólica: enunciados del año 2016.

Argentina y República del Congo en abril, Albania y Uganda en julio, fueron los Servicios Divinos para siervos conducidos por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en el año que finaliza. Cada uno de ellos tiene puntos especiales, pero hay similitudes centrales.

Poner a Jesús en el centro

"Dios es el que nos ha llamado para servir, no una persona ni una organización", destaca el máximo dirigente de la Iglesia: "No se trata de la Iglesia Nueva Apostólica, ni se trata de los Apóstoles. Hablemos sobre Jesús, cómo Él trabaja, cómo Él ama, cómo él consuela".

Pues, "el Señor Jesús es el ejemplo, no yo", exhorta el Apóstol Mayor a los portadores de ministerio, no hacer que la propia conducta y las propias opiniones sean un parámetro para los demás: "Deja que el otro sea totalmente diferente, lo principal es que siga al Señor Jesús y oriente su vida en el Evangelio".

Previene expresamente "de toda palabra ociosa" (Mateo 12:36). ¿Qué son las palabras ociosas? "Las reglas que a veces ponemos. Sabéis que en el pasado había reglas extrañas: cabello corto y muchas otras cosas más. Para nuestra salvación todo esto no es decisivo".

Estar cerca de los hijos de Dios

"Hemos sido enviados como obreros", acentúa el Director de la Iglesia. El ministerio no es una función jerárquica para gobernar por encima de la comunidad. "No pierdas tiempo en defender tu estatus". Lo que espera Jesucristo son los "siervos inútiles" (Lucas 17:10). Esto significa: "Nuestra persona, nuestras ideas no deberían ser importantes. Prediquemos sobre Jesús, pongámoslo a Él en el centro".

De todas formas, "no es suficiente con estar parado detrás del altar predicando y que todos nos admiren". Pues, "detrás del altar no se puede hacer asistencia espiritual. Para ello hay que estar cerca de los enfermos y de los que sufren". Y esto significa "conocer a los hijos de Dios, conocer sus preocupaciones, llorar con ellos, orar con ellos".

No una ventaja, ni una bonificación, sólo amor

"Uno puede ser un buen servidor, hacer un trabajo fantástico en la Obra de Dios y sin embargo, no estar presente en el día del Señor", advierte el Apóstol Mayor. "Si en mi alma no cambió nada para bien, quizás no participe del día del Señor".

"Como siervos de Dios no nos corresponde una recompensa especial", es la conclusión: "La comunión con Dios significa que tenemos todo. Uno no puede heredar más que la gloria de Dios". Lo decisivo es que lo que hacemos, lo hagamos por amor a Jesús.

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