Seguir el ejemplo de Jesús

La fe en el sacrificio de Jesús y en su amor es determinante. Retribuir su amor y hacer buenas obras, entonces, sólo está a un paso de distancia. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider menciona siete ejemplos que vinculan el amor y las obras.

El 20 de agosto de 2017 el Apóstol Mayor Schneider llegó a Saurimo (Angola) para oficiar un Servicio Divino en el Estádio das Mangueiras junto a 3200 hermanos y hermanas en la fe. Para la prédica, el Director de la Iglesia eligió una palabra de la epístola a Tito: "... quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14).

Jesucristo es el parámetro

La gracia de Dios se pudo percibir a través de la vida y muerte de Jesucristo, expresó el Apóstol Mayor Schneider. Jesucristo vino a la tierra y dio su vida en sacrificio para liberar al hombre del mal, purificar del pecado original y perdonar los pecados. "Por su ejemplo y su doctrina aprendemos a llevar una vida agradable a Dios y prepararnos para el retorno de Cristo", manifestó el máximo dirigente internacional de la Iglesia.

Sugerencias para llevar una vida cristiana en el siglo XXI:

1. Renunciamos al mal. "Si miramos el sufrimiento y la muerte de Jesucristo, podemos reconocer la verdadera naturaleza del maligno. Jesús experimentó el odio, tuvo que padecer la violencia, sufrió la iniquidad. La gente era corrupta, mentirosa e hipócrita". No seamos esclavos de una potestad como esa, dijo el Apóstol Mayor Schneider.

2. Obremos conforme al Evangelio. "Jesús murió para redimirnos del pecado. ¿Por qué lo hizo? ¡Porque nos ama! Orientamos nuestra vida en su palabra, en su Evangelio. Nos atenemos a su palabra; no porque le tenemos miedo al castigo ni tampoco porque queremos ganarnos algo. Lo hacemos porque pudimos reconocer el amor de Jesús".

3. Seguimos a Jesús. "Jesús quiere que estemos con Él. Y como lo amamos, queremos estar con Él. Siempre buscamos la comunión con Él. Lo hacemos en el Servicio Divino –buscamos la comunión con Él en la Santa Cena– y anhelamos la eterna comunión con Él en el cielo".

4. Demostramos humildad y arrepentimiento. "El Señor Jesús pudo vencer el pecado y la muerte porque no tuvo pecado. Pudo recibir el cuerpo de resurrección y regresar al Padre. Nosotros también queremos llegar allí, al reino de Dios, con el Padre y con el Hijo. Pero nos damos cuenta de que no podemos dejar de pecar. Dependemos totalmente de la gracia. Por eso somos humildes ante Dios, hacemos penitencia y mostramos arrepentimiento".

5. Perdonamos a nuestro prójimo. "Necesitamos el perdón de nuestra culpa. Y el Señor Jesús le concede su gracia al humilde. Él nos perdona nuestra culpa. ¿Cómo podemos agradecer al Señor por la gracia que Él nos dispensa? Perdonamos a nuestro prójimo así como Él nos perdona. Perdonamos a nuestro prójimo en agradecimiento por la gracia que Dios nos ha dado".

6. Vencemos las tentaciones. "El Hijo de Dios estaba en el cielo y quería salvarnos. Por eso adoptó la condición de hombre y vino a la tierra. Compartió todo lo que deben compartir los seres humanos: ellos deben padecer bajo la iniquidad. Él también la padeció. Los seres humanos sufren dolores. Él también los sufrió. Los seres humanos son traicionados. Él también lo fue. El ser humano debe morir. Él también murió como hombre. Como amamos a Jesús, estamos dispuestos a padecer por Él y con Él. Aceptamos tener que pasar por tentaciones. Renunciamos a algunas cosas por seguir a Jesucristo".

7. Somos testigos de Cristo. "Jesucristo ofreció su sacrificio para todos los hombres. Es nuestro deseo que la mayor cantidad posible de seres humanos pueda disfrutar de este sacrificio y de esta redención. Por eso nos ponemos al servicio del Señor. Traigamos testimonio sobre el Evangelio a nuestro prójimo. En la vida cotidiana seamos verdaderos testigos de Jesucristo".

La conclusión del Apóstol Mayor: el sacrificio de Jesús y su doctrina impulsan al creyente a renunciar al mal, llevar una vida agradable a Dios y prepararse para el retorno de Cristo.

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