La nave de la Iglesia con proa a su destino

“Y mi plan lleva el nombre de: ¡Maranatha!“ – Con estas palabras, el Apóstol Mayor Richard Fehr asumió su ministerio hace 30 años. A continuación sobrevolaremos sus 17 años a cargo de la dirección de la Iglesia Nueva Apostólica.

Pocas palabras caracterizan tan marcadamente su obrar como la línea de himno que dice: “Eliseo llama a los suyos a tener prisa…“. Nos referimos al Apóstol Mayor Richard Fehr, un hombre de talla a pesar de su baja estatura que lideró la comunidad nupcial con generosidad, fuerza en la fe aunque vulnerable en su interior.

Allí estaba, participando de una entrevista pocos meses antes de partir a casa, ya con signos de estar enfermo, descansando en su fe, profundamente satisfecho con su Iglesia y con una mirada alegre del día que tenía por delante. A las primeras preguntas responde con una sonrisa y como al pasar, como si quisiera decir: “Si todo esto carece de importancia”.

Pero no es así, ya que es imponente el camino que ha dejado tras de sí. Aquel ¡“Maranatha”! que pronunció en su Servicio Divino de asunción el 22 de mayo de 1988 es difícil de olvidar por quienes lo presenciaron. Al mirar el video, nos sentiremos tentados a levantarnos de un salto y clamar: “¡Pues sí, nuestro Señor viene!“ Pero aquella frase que comenzaba con “El que pone rumbo hacia una meta elevada...”, puede llegar a asustar si la vemos en retrospectiva. Ya en ese momento sabía qué se le avecinaba.

Atravesar la puerta abierta

Pareciera que el destino de los grandes reformistas es recibir golpes bajos y sufrir reveses de todos los lados, tanto de los se han quedado en el pasado como de los impacientes que quieren todo de un día para el otro. En ocasiones, el Apóstol Mayor Fehr dejaba traslucir que las afrentas lo habían tocado de cerca en su interior, algo obvio incluso para los que ocupaban los bancos de la Iglesia al transmitirse un Servicio Divino.

Sin duda que era un reformista. Por supuesto que el Apóstol Mayor Hans Urwyler había abierto la puerta de la auto-responsabilidad. Pero Richard Fehr fue quien la atravesó guiado por las palabras: “Con las reglas humanas y los mandamientos insignificantes el camino se ha angostado aún más. Tomad ahora la azada en vuestras manos y quitad a la izquierda y a la derecha toda la grama que ha crecido para taparlo”.

El reconocimiento del ritual del Bautismo (es decir del Bautismo en nombre del trino Dios y con agua) fue la madre de todas las reformas teológicas. A este siguieron muchas otras reformas doctrinarias. Pero el Apóstol Mayor Fehr no sólo renovó con la Iglesia. Dejar de lado los 144.000 como número fijo, especificar la autoridad clave del Apóstol Mayor, elaborar los principios guías “Servir y dirigir” como medida objetiva del comportamiento o incluir de manera sistemática la competencia técnica en los grupos de proyecto fueron sólo algunas de sus numerosas iniciativas.

En tiempos de la revolución mediática

Fue justamente este hombre, el que sufrió más ataques públicos que cualquier otro antes o después de él. Pero los ataques se relacionaban no tanto con su persona o su conducción ministerial, sino más con la revolución mediática en curso: el surgimiento de Internet. Es posible afirmar que el lado oscuro de la nueva libertad de opinión fue y sigue siendo que los que más vociferaban, los disconformes, pudieran celebrar su pase de facturas.

A pesar de todos los traspiés, el Apóstol Mayor no se dejó aturdir, sino que mantuvo el rumbo del modo que había postulado en su Servicio Divino de asunción: “El que pone rumbo hacia una meta elevada, una vez al timón, aprende a guardar la calma. Entonces no lo preocuparán ni los elogios ni los reproches que salpican a medida que la quilla corta el agua“.

El legado como maestro y modelo

“Que no haya superficialidad, cuando del Evangelio se trata.” Esta es una de estas citas prácticas para las que le sobraba ingenio. Y este también es uno de sus legados que trasladó a sus sucesores Wilhelm Leber y Jean-Luc Schneider.

Consejero e intercesor, amigo y consolador son atributos que se mencionaron en el obituario sobre su muerte en junio de 2013. Dos conceptos sobre él se repiten una y otra vez: fue un gran maestro y un gran modelo para otros.

“Bueno, y ahora ya está bien con tanta adulación“. Con palabras similares, el Apóstol Mayor Fehr seguramente daría un corte a honores como estos. Pero una palabra más seguramente nos permitiría decir: ¡gracias!

Información del artículo

Autor:
Fecha:
Palabras claves: