Hacer tangible el amor de Dios

Hacer visible lo invisible es tarea de todo cristiano. Jesús nos enseñó cómo hacerlo. De cualquier manera, es cuestión de mostrar cuál es la naturaleza de Dios: el amor puro.

“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”. Este fue el pasaje bíblico concerniente a Jesucristo tomado de Colosenses 1:15, alrededor del cual giró el Servicio Divino del 29 de noviembre de 2020 en Schaffhausen (Suiza).

No puede haber uno sin el otro

“El Hijo de Dios es la imagen de Dios, el Padre. Él es Dios”, aclara el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. “Cuando se habla de Padre e Hijo, no significa que uno estuvo antes que el otro”. El concepto se refiere a su vínculo inseparable y su comunión estrecha: “No puede haber uno sin el otro”.

“Ambos son omnipotentes, ambos son omniscientes, ambos son perfectos”. El Hijo es el Dios del que el hombre se ha apartado una y otra vez. Y el Hijo es el Dios que vino a la tierra para ayudar a la humanidad. “Si uno se ocupa de ello, puede comprender realmente el amor de Dios”.

Encontrar a Dios en el hombre

“Como Jesús se presentó como hombre, la humanidad pudo encontrarse con Dios, hablar con Él, tocarlo”. Aún más, “después de la encarnación, Dios ya no era invisible, se pudo obtener una imagen precisa de Él”, explica el máximo dirigente de la Iglesia.

Jesús mostró cómo es Dios: “Él nos ama, se preocupa por nosotros. Es el Dios de gracia. Está muy cerca de nosotros y comparte nuestra suerte, comparte nuestra alegría, comparte nuestro sufrimiento. Está cerca de los pobres, de los pecadores, no rechaza a nadie, está para todos”.

El primogénito no se queda solo

“Jesucristo es el primogénito de toda creación”, dijo el Apóstol Mayor, dejando claro lo que esto significa. “Él heredará la gloria de Dios. Fue el primer hombre nuevo que fue exactamente como Dios quiere que sea el hombre. Es el primer hombre que resucitó de entre los muertos y pudo ascender al Padre”.

Y finalmente, “Jesucristo es el primogénito entre muchos hermanos. Eso significa que no se quedará solo”. ¿Por qué? “Porque Dios ha creado y creará muchos más hombres nuevos a través del renacimiento de agua y Espíritu”.

Adorar y alabar al Eterno

“Todos hemos llegado a ser nuevas criaturas en Cristo a través del renacimiento”. Pero hay una gran diferencia. "Él es la cabeza de la Iglesia, todo gira en torno a Él, Él decide lo que se debe hacer. Él dirige su Iglesia”.

“Es muy importante para mí que no olvidemos quién es Jesucristo”, subrayó el Apóstol Mayor Schneider. “Cuando Él habla, es la palabra de Dios, y es eterna. ¡Es el Hijo de Dios! Adorémoslo, alabémoslo y glorifiquémoslo, y seamos agradecidos a Él”.

Al final, cara a cara

“Nosotros también debemos crecer a imagen y semejanza de Cristo”. A saber: “No a la imagen de Dios, eso no va. Dios es y sigue siendo perfecto, omnipotente, omnisciente, glorioso, nunca podremos lograrlo como seres humanos”, enfatizó el dirigente de la Iglesia. “Pero podemos obrar como Jesucristo. Era un hombre como nosotros y podemos obrar como Él”.

“Tenía hambre, tenía sed, se regocijó, lloró, alguna vez se enojó”. Y como ser humano no lo sabía ni entendía todo. “Pero lo más importante para Él era su relación con Dios”.

“A través de nosotros se debe experimentar a Jesucristo: la dedicación a las personas, la intercesión, el perdón, el amor, la gracia, la misericordia”, dijo el Apóstol Mayor. “Si obramos de esta manera, el Señor puede venir y llevarnos. Entonces podremos ver al Dios todopoderoso como Jesús lo ve, como hombre resucitado de entre los muertos, cara a cara”.

Información del artículo

Autor:
Fecha:
Palabras claves:

Andreas Rother
08.12.2020
apóstol mayor, servicio Divino