Asistencia espiritual (15): La Biblia no es un libro de oráculos

¿De qué hablar cuando los Pastores y los creyentes organizan una visita de asistencia espiritual? Eso depende de la situación. Pero ciertamente no está fuera de lugar conversar sobre los enunciados de la Sagrada Escritura. ¿O es mejor no hacerlo?

En el Catecismo en preguntas y respuestas de la Iglesia Nueva Apostólica, la pregunta número 12 dice: “¿Qué es la Sagrada Escritura?” La respuesta es: “La Sagrada Escritura –la Biblia– es la compilación de escritos sobre el obrar, las promesas y los mandamientos de Dios. Está formada por el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. La Sagrada Escritura da testimonio de las revelaciones de Dios, pero no es un informe completo e ininterrumpido de todos los actos de Dios. Dios se ocupó de que haya quedado conservado todo lo que es importante para la salvación de los hombres”.

La Biblia es la lectura estándar de los cristianos y brinda valiosas indicaciones para la interacción humana, en todos los tiempos. Por lo tanto, constituye una cierta tradición remitirse a la Biblia incluso cuando se habla con el Pastor durante una visita. A menudo, una palabra bíblica ejerce un efecto fortalecedor en la fe de los hermanos y hermanas. Sin embargo, el uso de las Sagrada Escritura en el contexto de la conversación de asistencia espiritual no es en absoluto una norma a cumplir necesaria y prescrita. Más bien, su uso debe ser adecuado a la situación y no debe parecer forzado.

Dejar que la Biblia hable

Dado que la Sagrada Escritura contiene maravillosas palabras de consuelo, puede utilizarse, por ejemplo, para transmitir fuerza y paz interior a alguien que necesita consuelo. Las preocupaciones, los miedos, la desesperanza pueden ser afrontados mediante la promesa bíblica de consuelo, confianza o paz. Por supuesto, esto también es válido en tiempos de gran alegría: una palabra bíblica que se centra en la alabanza y el agradecimiento por la ayuda divina, por cierto, no hace daño. Al fin y al cabo, la lectura conjunta de la Sagrada Escritura es siempre mejor que una conversación dominada por temas cotidianos o incluso banales. Los creyentes hablan de su fe y esto puede dar lugar a un intercambio profundo y edificante.

Pero cuidado: la Biblia no es un oráculo

Por otra parte, la Sagrada Escritura no es solo un libro de consuelo, sino también un libro de exhortaciones y advertencias. La apertura espontánea de un pasaje al azar en una visita de asistencia espiritual ya ha causado mucho sufrimiento. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, en particular, aconseja un manejo mesurado a la Biblia: “En muchos lugares es habitual abrir la Biblia al azar para leer un pasaje durante una visita. Esta tradición es respetable, pero no deja de tener sus riesgos, porque sucede que los hermanos consideran la palabra leída como una profecía o una promesa divina. La tarea del portador de ministerio no es revelar el futuro a los confiados, sino fortalecerlos en la fe y la confianza en Dios. ¿No sería mejor que el portador de ministerio preparase su visita pidiéndole a Dios que despierte en él un texto bíblico que pueda servirle como orientación en la asistencia espiritual?”.

La Sagrada Escritura no es un oráculo escrito: yo pregunto y ella responde. A menudo, hay interpretaciones divergentes sobre la interpretación del texto bíblico que se acaba de leer. ¿Quién tiene razón, el que lo lee o el que lo escucha? ¿El portador de ministerio o el creyente? Y antes de que uno se dé cuenta, surgen irritaciones, decepciones y desacuerdos. Entonces, todo el enfoque positivo de una conversación de asistencia espiritual confidencial habrá desaparecido.

Creer y pensar

La fe y el realismo no se contradicen. Con toda la fe que se experimenta en una visita de asistencia espiritual guiada por el Espíritu de Dios, el horizonte comprensible del pensamiento humano no debe ser sobrepasado indebidamente. Aunque la fe tiene que ver con el no saber, con el misterio de Dios, no debe agobiar sino edificar. Las falsas expectativas, las esperanzas excesivas de que se producirá un determinado desarrollo en la vida de los hermanos en la fe, no deben llevar a interpretaciones dudosas de un pasaje bíblico.

Esto queda especialmente claro cuando se trata de las “señales”. El hecho de que Dios puede enviar señales divinas está fuera de toda duda. La cuestión es cómo las clasifica el hombre. A veces no entiende una palabra bíblica como una indicación entre varias, sino que la considera de forma absoluta. En este caso, hay que tener precaución: una palabra de la Biblia nunca debe entenderse como la única señal a favor o en contra de una decisión. Puede servir de pista en una u otra dirección.


Pero de esto trata la parte que sigue en nuestra serie sobre la asistencia espiritual: “Cuando la fe en las señales nos lleva por mal camino”.


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Peter Johanning
23.08.2021
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