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Asistencia espiritual (02): Afanarse realmente por el prójimo

mayo 4, 2020

Autor: Oliver Rütten

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Afanarse por el prójimo. Esto solo funciona enfocándose en lo esencial. Jesucristo demostró cómo lograrlo: Su asistencia espiritual con siete enfoques.

Los afanes de las personas son múltiples: alimentación, vivienda, trabajo, seguridad y paz en el mundo. Cada año se publican en los diferentes países extensas estadísticas sobre los temores que determinan la vida. Jesucristo ya conocía estos afanes, pero también la lucha por el sustento y la subsistencia. Su consejo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán” (Mateo 6:33-34). Es fácil de entender que su afán era por las almas y que su mirada se dirigía en todo hacia la vida eterna.

La asistencia espiritual es una tarea de toda la vida generadora de identidad

Afanarse por las cosas correctas es tanto una necesidad como una tarea de la asistencia espiritual. Un excelente ejemplo fue el Hijo de Dios. Nadie entendió mejor que Él el dedicarse al prójimo, percibir sus necesidades, fortalecerlo y acompañarlo. Para Él no era solo una necesidad temporal del corazón, sino una tarea de toda la vida: ¡hasta la cruz y aún más allá! Él mismo lo dejó claro: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10) y “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre” (Juan 17:12a).

La asistencia espiritual se realiza de muchas maneras, pero siempre con amor

Jesucristo explicó y puso en práctica los afanes correctos y acompañó al prójimo en estos afanes:

  • La asistencia espiritual es dedicación al prójimo. Nadie queda excluido, todos son valorados y cada alma es digna de ser asistida. La conversación con la mujer samaritana en el pozo de Jacob (Juan 4), la conversación en la casa despreciado publicano Zaqueo (Lucas 19), la comida con Leví y sus inoportunos colegas de trabajo (Marcos 2:13-17) lo dejan claro: Jesús desafía lo convencional. No le interesa la posición social, la opinión de su entorno o su propio beneficio. Le preocupa el bienestar de su prójimo.
  • La asistencia espiritual genera paz. “¡Paz a vosotros!”. Jesucristo comienza o termina el encuentro de asistencia espiritual con un saludo de paz. Algunas conversaciones las comienza emocionando a sus interlocutores (como cuando se aparece después de la resurrección, Lucas 24:36-43), algunos de sus llamados dan un indicio de impotencia (por ejemplo, cuando dio el envío a sus discípulos, Juan 20:19-23). Pero Jesús no quiere hacer sentir inseguridad, sino que transmite paz y seguridad en todas las situaciones.
  • La asistencia espiritual enseña la voluntad de Dios. La asistencia espiritual pone en primer plano las cosas esenciales. El énfasis está en el amor y la voluntad de Dios. La asistencia espiritual es creíble, veraz, sincera y de intensidad variable: Pilato experimentó de forma breve y sucinta: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), a los que estaban buscando, como Nicodemo, Jesús los enfrentó con explicaciones teológicas (Juan 3) y a los escribas los contrarrestó de forma clara y orientada particularmente a su grupo, confrontándolos con su propia ley (Mateo 23:23).
  • La asistencia espiritual brinda apoyo al prójimo. La necesidad del prójimo es la necesidad del asistente espiritual. Jesús percibe, sufre con el otro, da vuelta la situación. Resucita al joven muerto, lo devuelve a su madre como hijo y proveedor (Lucas 7:11-15), perdona los pecados del paralítico y lo cura (Mateo 9:2-7), y en el discurso del juicio de las naciones Jesús deja claro que sus discípulos también deben dar vuelta la necesidad de su prójimo (Mateo 25:31- 40). Porque lo que hacen, se lo hacen a Él, al mismo Jesucristo. Y esto también muestra que la asistencia espiritual es más que “¡Tú puedes hacerlo!”.
  • La asistencia espiritual apunta al poder de la oración. Jesús a menudo afirmó el poder del diálogo con Dios. Enseñó a sus prójimos a orar (Mateo 6:5-13) y los animó a tener confianza en la oración (Lucas 11:9-13, Lucas 18:1-8). La asistencia espiritual no significa demostrar la propia superioridad y fuerza, sino fortalecer al prójimo en su poder.
  • La asistencia espiritual levanta. Fortalecer, reconfortar, construir, ese es el núcleo de la asistencia espiritual. Jesucristo no se ocupó de poner en la picota a los demás, ni de castigarlos o juzgarlos. Señaló el pecado, amonestó y despidió al pecador sin castigo (Juan 8:2-11). La asistencia espiritual no juzga, la asistencia espiritual levanta.
  • La asistencia espiritual no controla. La asistencia espiritual no oprime al prójimo, ni física ni mentalmente. Explica, apoya, pero no exige, no empuja, no controla. Después de enseñarle al joven rico, Jesús se retira y deja la decisión al joven (Mateo 19:16-26). En vista de su infructuosa actividad de asistencia espiritual en Jerusalén, se lamenta en voz baja ante la ciudad sin exigirle ni seguimiento ni obediencia (Mateo 23:37-39).

“Afanarse realmente por el prójimo”, fue el ejemplo de Jesús. No solo una vez, sino toda su vida. Fue la tarea de toda su vida, fue su identidad. Se afanó mucho y se afanó de la manera correcta.

Foto: Yevhenii – adobe.com

mayo 4, 2020

Autor: Oliver Rütten

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