Asistencia espiritual (18): Responsabilidad personal, un término, muchos malentendidos
El ser humano puede decidir lo que hace o no hace. Si a causa de su decisión comete pecado, incurriendo en culpa ante Dios no es algo que pueda determinar libremente. La responsabilidad personal también significa querer asumir las consecuencias de sus propios actos.
Los asistentes espirituales a menudo se enfrentan a cuestiones vitales: ¿Qué debo hacer? ¿Qué decisión es la correcta? ¿Cómo decidiría usted como mi Pastor? A veces el Pastor responde demasiado rápido y después se arrepiente, a veces su respuesta no agrada a sus interrogadores, a veces va demasiado lejos, a veces hubiera querido decir más. Un verdadero dilema. Esto también plantea la cuestión de la responsabilidad personal y su definición.
Aclarar uno mismo las decisiones cotidianas
Los hermanos y hermanas en la fe deben aprender a entender que el ministerio no tiene nada que ver con las decisiones de los asuntos de la vida cotidiana. Como personas maduras y cristianos maduros, ellos mismos son independientes, autónomos y soberanos en sus decisiones y, por lo tanto, naturalmente también en su responsabilidad por las consecuencias de sus decisiones. Todo ser humano racional es responsable de sus propios actos.
Algunas personas piensan que un asistente espiritual puede ayudarles cuando tienen que tomar decisiones. ¿Por qué, si no, habría recibido su ministerio? Sin embargo, los asistentes espirituales no deben dejarse presionar para tomar decisiones de sus hermanos en la fe en asuntos cotidianos. Jesús fue presionado en asuntos similares. Un ejemplo:
“Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:13–15).
En este caso se trataba de una cuestión de herencia. La respuesta de Jesús sirve de modelo, ya que Él solo se ocupaba de la salvación divina. Los problemas con los asuntos de la herencia no le importaban. La asistencia espiritual no significa dar consejos en asuntos cotidianos, lanzar decisiones o tomarlas en nombre de otros. La buena opinión humana, el desvelo y la presión de las expectativas de los miembros de la comunidad no deben ser la base de consejos cuyas consecuencias son imprevisibles.
El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider lo dejó claro en su prédica del 24 de octubre de 2021 en Heilbronn (Alemania): En cuestiones de organización o estructura, cuando se trata de opiniones, tradiciones, normas, no se pide la fe, sino competencia, comprensión, sentido común y –muy importante– ¡amor al prójimo! “Necesitamos fe en Dios, fe en el Evangelio, en la doctrina de Jesucristo. Necesitamos la fe cuando se trata de la relación con Dios. Para todo lo demás, no debemos apelar innecesariamente a la fe”.
Se trata de la salvación
Hoy es un tiempo de gran libertad individual en la que cada uno es responsable de su propia vida. Esta condición social también es determinante para la asistencia espiritual. Los siervos animan a los que buscan consejo a responsabilizarse de sí mismos y los hacen tomar conciencia de su responsabilidad ante Dios y ante sí mismos.
Por otra parte, los asistentes espirituales con mucho gusto brindan consejos a los hermanos en la fe cuando se trata de profundizar en el amor a Dios, promover la vida de fe y aumentar el conocimiento del obrar salvífico de Dios. En esto son conscientes de la misión que tienen, pero permanecen modestamente en un segundo plano. ¡Se trata de la confianza! Este es el núcleo de todos los esfuerzos para brindar asistencia espiritual, ni más ni menos. Los hermanos y hermanas en la fe deben asumir su propia responsabilidad como algo natural, pero siempre tienen la posibilidad de pedir el acompañamiento de su Pastor, que escuche, que empatice, que ore con ellos y por ellos. “Precisamente en una sociedad que se caracteriza cada vez más por la soledad, el aislamiento y la exclusión de muchas personas, el cristiano nuevoapostólico recibe en su vida cotidiana, el cuidado y apoyo de su asistente espiritual” (Catecismo INA 12.4.3).
Se trata de una relación íntima de confianza, no de paternalismo o incertidumbre. Las recomendaciones están permitidas, especialmente cuando se trata de cuestiones de fe. Son los hermanos los que deben decidir hasta qué punto se orientarán en ellas. Se respeta y fomenta la responsabilidad del individuo.
En nuestro próximo episodio veremos las implicaciones morales y legales de la confidencialidad en la asistencia espiritual.
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