Despedida de un verdadero amigo

Reservado, rudo, casi áspero al principio. Pero su corazón es aún más grande que su estatura. Este fin de semana pasa a descanso ministerial un hombre que no solo se destaca ópticamente: el Apóstol de Distrito Rainer Storck.

Subdiácono en 1984, dirigente de comunidad en 1991, Apóstol en 2009, Apóstol de Distrito de Alemania del Oeste en 2014: ¿qué dice una lista así de un portador de ministerio? Casado desde 1982, padre de cuatro hijos, propietario y jefe de una empresa de ingeniería civil hasta 2013, dice algo más de la persona.

Pero si se quiere llegar a conocer a Rainer Storck, nacido en 1958, hay que estar presente en situaciones que lo muestren tal como es.

Preocupado con toda su alma

“¿¡Qué te pasa!?”, suena un poco brusco cuando el Apóstol de Distrito pregunta después del Servicio Divino al despedirse. ¿Por qué? No habían dicho nada y no parecían tristes. Y Rainer Storck sigue viendo cuando una de las personas a su cargo no está bien. Se sienten vistos. Se sienten comprendidos.

Esto no solo se aplica a la asistencia espiritual individual, para la que le gustaría tener mucho más tiempo. También da forma a la introducción de su Servicio Divino. Mientras el coro sigue cantando, no, no está absorto, intenta sentir lo que conmueve a la comunidad. Y luego los recoge a ellos, los oyentes. Ellos lo saben: él los conoce, sabe lo que pasa.

Juntos de rodillas

“¿Oramos?”. El joven tiene cáncer. Y Rainer Storck organiza un encuentro cada vez que está en la zona. “¿Nos arrodillamos?”. “No hay otra manera”, responde el joven gravemente enfermo. Apoyo hasta el final, el Apóstol de Distrito celebra el Servicio Divino de duelo.

Ninguna distancia es demasiado lejana para este asistente espiritual. Como en el caso del Apóstol de Alemania del Oeste, que pasó la etapa de su vejez en el sur de Alemania y ahora estaba por morir. Rainer Storck viajó cuatro horas en auto para despedirse del Apóstol que ya no estaba consciente. Y condujo cuatro horas de vuelta.

Un hombre de palabras claras

“Ahora vayamos al grano”. A veces no solo lo dicen los ojos de Rainer Storck. ¿Palabrería en las reuniones? No la soporta. Él mismo no habla mucho. Pero cuando lo hace, tiene algo que decir. Hay algo detrás de lo que dice. Así es como, en primer lugar, llamó la atención de su predecesor en el ministerio.

Sí, no se le puede echar en cara que tiene la paciencia como uno de sus puntos fuertes absolutos. Los retrasos son un horror para él. A veces tiene que desviarse para evitar un atasco en la autopista, intento que cubre con un manto de educado silencio.

El Apóstol Mayor está orgulloso

“Mano a mano, cada uno en su papel. Estoy orgulloso de mi Iglesia y estoy orgulloso de mis hermanos”. Con estas palabras el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider –que no necesariamente expresa elogios– ennobleció el trabajo conjunto de los Apóstoles de Distrito Bernd Koberstein y Rainer Storck durante la fusión para formar la nueva área de actividad Alemania del Oeste.

Con esta fusión, Westfalia obtuvo una enorme área de actividad que abarca 44 países –y eso con el objetivo autoimpuesto de haber estado en todos los países cada año–. No es de extrañar que, ya en estado de descanso, prefiera irse de vacaciones en auto más que en avión. O en bicicleta: su bicicleta de trekking, armada por expertos, le será entregada en estos días.

Rainer Storck es un “amigo”. Y en la cuenca minera del Ruhr, donde vive, eso no significa solo un “colega” para divertirse y jugar, sino un compañero de camino, de batallas y de sufrimientos, en el que se puede confiar incondicionalmente. Muchos lo echarán de menos.

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