Cuando Jesús sirve, el pan no se termina

Un puñado de comida, una docena de hombres cansados y decenas de miles de bocas hambrientas. Estos son los ingredientes de un milagro revelador, que trata de hablar y obrar, de compartir y distribuir, de creer y amar.

“Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos”. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider predicó sobre Marcos 6:41 en Wuppertal (Alemania) el 22 de enero de 2023.

“Se trata del milagro de la alimentación”, dijo. “El hecho de que todos los Evangelios lo relaten nos muestra que fue un acontecimiento muy importante en la vida de Jesús, una señal muy importante”. El Apóstol Mayor dividió su significado en dos lecciones.

El obrar de Jesús

“En primer lugar, fue una clara señal para los judíos de que Jesús era un gran profeta”. Mayor, en todo caso, que Elías o Eliseo, que alimentaron a una viuda o a cien hombres. El milagro de Jesús afectó a decenas de miles de personas, concretamente entre 4.000 a 5.000 hombres más mujeres y niños.

“Jesús quiso mostrar con esto: No vengo solo a predicar, sino que hago algo por vosotros. Conozco vuestras necesidades y os ayudo”. Y, en efecto, “Dios, a través de Jesucristo, no solo nos dijo qué tenemos que hacer para salvarnos, sino que hizo la mayor parte. Él realizó el sacrificio”.

Al dar pan a las personas, Jesús demostró: “No soy solo un profeta, no soy solo un predicador, soy Dios, os traigo el maná que nadie más puede dar. Os traigo la vida eterna”.

“Al fin y al cabo, no se vive por lo que se come, se vive por lo que se digiere. Así sucede con la palabra de Dios. No recibo la vida eterna de las palabras que oigo. Tengo que comer y digerir la palabra, es decir, tengo que apropiármela para que haga algo en mí”.

"Jesús dio pan a todos y todos se saciaron, y quedaron doce cestas llenas. Jesús también quiso mostrar: No me olvido de nadie y aún queda suficiente para todos. No he venido solo para el pueblo de Israel, no he venido solo para mis contemporáneos”.

El obrar de los discípulos

Jesús podría haber actuado solo, pero encargó la tarea a los discípulos que había llamado poco antes. “Entonces quiso mostrar: No habéis sido elegidos simplemente para ser salvos, sino que estáis llamados a servir”, aclaró el Apóstol Mayor. “También nosotros estamos llamados a servir”.

El Señor pidió a los discípulos que compartieran la comida que habían reservado para ellos. “Jesucristo quiso mostrar con esto: Vuestro servicio consiste en compartir con los demás”. Y eso sigue significando hoy: “Os he dado todo lo necesario; solo tenéis que compartirlo como es debido y entonces el problema estará resuelto”.

“Jesús no hizo pan nuevo”. Y eso significaba: “El Señor Jesús no necesita inventar nada nuevo: Su palabra, su camino a la salvación son válidos para todos los seres humanos, no necesita ninguna adaptación. Es el mismo Evangelio. Lo que habéis recibido, transmitidlo. El pan es para todos y ayuda a todos”.

Antes de la distribución, los discípulos tuvieron que entregar el pan al Señor. “El pan viene de Jesucristo. No nos corresponde predicar de nosotros mismos”: nuestras propias vidas, nuestras propias experiencias y percepciones. “Sino que debemos predicar el Evangelio de Jesucristo”.

El pan no se multiplicó de golpe: “Los discípulos tuvieron que creer que todo aquello tenía sentido. Empezaron a repartir y el milagro se produjo poco a poco. ¡A veces, me gustaría tener esa fe! ¡Hazlo! Todo lo demás depende del Señor”.

Los Apóstoles habían trabajado mucho antes y estaban cansados. Y en ese mismo momento Jesús les pidió que hicieran un esfuerzo extra. “Pero los discípulos ya tenían amor al prójimo: Oh, la gente tiene hambre, hagámoslo. El amor de los discípulos fue decisivo también en ese momento”.

“Un último punto: Jesús pidió a los invitados que se recostaran todos por grupos sobre la hierba verde, de cien en cien y de cincuenta en cincuenta. Esto es para mí una pequeña pista sobre la estructura de la Iglesia. Sí, Jesucristo da la salvación, pero no así nomás. Él distribuye la salvación en su Iglesia y en la comunidad”.

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