La fe que vuelve activo al amor

En el antiguo pacto, cumplir las normas era el camino hacia la salvación. En el nuevo pacto, es diferente: verdadero seguimiento, verdadera fe y amor activo al prójimo. El Apóstol Mayor explicó hace poco en un Servicio Divino lo que esto significa exactamente.

Como base para el Servicio Divino del 29 de octubre de 2023, celebrado por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider con la comunidad de Bad Sassendorf, eligió Gálatas 5:6: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor”.

En su prédica, el Apóstol Mayor Schneider abordó el punto de vista de algunos gálatas que presentaban la ley de Moisés como la máxima para cómo actuar. Pablo les había explicado que la salvación no procede del cumplimiento de la ley, sino de la fe y el amor verdaderos: “La circuncisión es el signo del pacto del Antiguo Testamento, pero nosotros estamos en el nuevo pacto, donde solo cuenta una cosa para alcanzar la salvación: la fe que obra por el amor”.

Aunque recibir los Sacramentos tiene una importancia decisiva, ni esto ni la observancia de las normas bastan para ser salvos. El Apóstol Mayor subrayó una vez más la importancia de la fe y del amor activo: “A veces me preocupa un poco que se predica tanto sobre la fe y el amor en nuestros Servicios Divinos que temo que esto se esté convirtiendo casi en una frase vacía”.

A continuación, subrayó su importancia para la salvación.

La fe en Jesucristo

Quien cree de verdad en Jesucristo considera que su Evangelio es verdadero y se orienta completamente hacia esta enseñanza.

“Creemos que Jesucristo es la verdad. Eso significa muy precisamente que creemos que Dios es exactamente así como se ha revelado a través de Jesucristo” y que, además, “Dios es amor”.

Cada sección del plan de salvación de Dios se caracteriza por el amor. El Apóstol Mayor explicó que Dios sigue amando a la humanidad después de la caída en el pecado. Dios, el Hijo, dejó la gloria divina para sufrir y morir por la salvación de la humanidad. Además, Jesús ofrece a los seres humanos la posibilidad de participar de su mérito.

El amor a Dios

La fe conduce al amor, dijo el Apóstol Mayor. Así es como los seguidores de Jesús buscan su comunión, este es el propósito de su vida: “Creemos que lo más grande que una persona puede alcanzar es la vida eterna, la comunión con Dios. Estamos convencidos de ello. Eso es, ¡para eso he sido creado! Esa es la mayor dicha que puedo tener: ¡la vida eterna!”.

Este deseo de cercanía a Dios nos impulsa a obrar por amor.

El amor activo al prójimo

El mandamiento del amor al prójimo no tiene que ver con el amor humano: “El amor al que nos referimos aquí no es el amor que conocemos como seres humanos: por nuestra esposa, por el marido, por los hijos, nietos, amigos. Es un amor que nace de la fe. Jesús lo dejó muy claro: este amor al prójimo está relacionado con el amor a Dios, es decir, con la fe en Dios”.

Es a partir de este amor a Dios y al prójimo que debemos volvernos activos.

Amar como Jesús

Jesús dice: “Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Esto se hace posible cuando ves a tu prójimo como Dios lo ve: “Jesús nos ama, independientemente de quiénes seamos: si somos jóvenes o viejos, hermosos o no tan hermosos, inteligentes o no tan inteligentes, si somos de este color o de otro, si somos completamente devotos o completamente malos: Él nos ama incondicionalmente, a todos por igual, en forma completamente independiente de la persona”.

Dios tiene una visión correcta del ser humano: “alguien que vive bajo el dominio del pecado y al que quiere salvar”.

Contribuir a la salvación de los demás

Esta visión significa, a su vez, que todo cristiano quiera contribuir a la salvación de su prójimo. Esto se aplica también a la vida cotidiana. Se trata de hacer tangible la cercanía y el amor de Dios a nuestro prójimo a través de nosotros: “Un cristiano comparte sus preocupaciones, sus sufrimientos, es paciente y misericordioso, y perdona”.

El deseo de compartir

Por último, el Apóstol Mayor Schneider abordó la importancia de compartir. Jesucristo abre el acceso a los méritos que adquirió. Aunque es su victoria, Él la comparte por amor.

Este es un tema con el que todos siguen luchando: “Todavía tenemos esta mentalidad de rendimiento” y, dirigiéndose a la comunidad, dijo: “Has conseguido algo especial, ¿y ahora no quieres que los demás lo tengan porque no lo han conseguido? Pero lo has hecho por amor”. Quien sirve por amor puede renunciar a esta idea de rendimiento y estar seguro: “Si mi prójimo tiene lo mismo, no me quita nada; al contrario, aumenta mi alegría, porque amo a mi prójimo y él también ha alcanzado la salvación”.

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Simon Heiniger
03.01.2024
apóstol mayor, servicio Divino