En foco 17/2021: La resurrección de Jesús, nuestro futuro

La esperanza cristiana no se limita a que podamos vivir en esta tierra durante mucho tiempo. La meta de los cristianos es la eterna comunión con Dios. Este es su futuro. Pensamientos del Ayudante Apóstol de Distrito Robert Nsamba para el lema del año 2021.

Los Evangelios mencionan a tres personas que fueron resucitadas por Jesús: el joven de Naín, la hija de Jairo y Lázaro de Betania, el buen amigo de Jesús. Ni Jesús ni los Apóstoles intervinieron jamás para evitar la muerte. Por lo tanto, se puede deducir que estas resurrecciones fueron acontecimientos verdaderamente excepcionales.

Estos milagros de la resurrección eran una señal de que Dios tenía poder sobre la muerte y era Señor sobre la vida. Aunque las personas que fueron resucitadas de entre los muertos por Jesús y los Apóstoles tuvieron que volver a morir más tarde, estos milagros de resurrección de entre los muertos igualmente constituyen un consuelo en vista de la resurrección de los muertos. La resurrección por medio de Jesucristo, en cambio, brinda la seguridad de la vida eterna. El Hijo de Dios es la vida y trae la vida, independientemente de que un muerto haya sido resucitado o no (Juan 11:25). Porque la esperanza cristiana no está dirigida a una vida larga, sino a la comunión eterna con Jesucristo.

La resurrección de Jesús nos da una idea de cómo podría entenderse la vida eterna. La resurrección de Jesús no fue simplemente la resucitación de un muerto, sino la transformación en un cuerpo inmortal, es decir, el cuerpo de la resurrección. Mientras que la resurrección de los muertos registrada en la Biblia representaba un retorno al cuerpo terrenal y mortal, la resurrección de Jesús constituyó la transición a la forma de vida inmortal y eterna que no conoce la muerte (Apocalipsis 1:17-18).

Esta es la resurrección que anhelamos experimentar en el día de la Primera Resurrección (Romanos 6:8-9). Por lo tanto, hagamos todo lo posible para prepararnos para ese día esperando que, por su gracia, podamos ser aceptados para entrar a la gloria.


Foto: Oliver Rütten

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