Los Sacramentos (30): La Santa Cena en ambas formas

En tiempos de coronavirus sería un problema si para la Santa Cena se compartiese la copa de vino. ¿Pero cómo se puede seguir celebrando el Sacramento en ambas formas? Una respuesta la proporciona la historia de la Iglesia Nueva Apostólica.

Hay ruido en la prensa: En el segundo semestre de 2020, la Agencia de Prensa Alemana y el Servicio de Prensa Evangélico –y, por lo tanto, decenas de medios digitales y analógicos– informaron sobre un “destello de inspiración”. La noticia llegó incluso al periódico para médicos Ärztezeitung y katholisch.de, el portal de Internet de la Iglesia Católica en Alemania.

El problema: la pandemia dificulta el festejo de la Santa Cena en la Iglesia Evangélica. Porque en este momento sería irresponsable que muchos participantes bebieran uno tras otro de la misma copa de vino. La solución la aporta una fábrica de hostias de Baviera: el vino blanco semiseco sustituye a una cuarta parte del agua de la masa de las obleas. “Vino y pan en uno”, dice la buena noticia. Pero la idea no es tan nueva.

La Iglesia Evangélica de Brandeburgo ya había solicitado el apoyo de los pioneros de la hostia combinada en mayo de 2020. Un Servicio Divino de Confirmación sin ir a la mesa del Señor, era impensable. Y por eso hubo una “oblea inyectada de vino, para la Santa Cena en ambas formas que había sido adaptada al coronavirus”, dice en un posteo del blog. Esto fue proporcionado por la comunidad nuevoapostólica local. Allí la oblea con las tres gotas de vino es una tradición desde hace mucho tiempo.

Dos problemas...

Hasta el 6 de abril de 1917 también era costumbre en la Iglesia Nueva Apostólica recibir durante la Santa Cena el pan en forma de oblea y el vino en un cáliz. Pero el miedo a las epidemias había convertido la higiene en un tema importante. Por ello, muchos participantes del Servicio Divino evitaban tocar el borde de la copa y tomar un sorbo.

Además, durante la Primera Guerra Mundial el vino era difícil de conseguir. “También recurrimos a agregarle hasta la mitad de agua, y tampoco así nos alcanzaría”, explicó entonces el Apóstol Mayor Hermann Niehaus.

... y tres soluciones

El órgano central de la Iglesia, la revista Panorama Nuevoapostólico, en su número del 25 de marzo de 1917, debatió tres soluciones.

  • Cálices individuales personales, como los utilizados por algunas Iglesias Evangélicas regionales. Sin embargo, al utilizar vasos de distinto esplendor, las diferencias de clase enturbiarían el festejo de la Santa Cena.
  • Sumergir las hostias en el vino con los cubiertos y luego entregarlas a los participantes, como practicaban las comunidades de los Países Bajos. Las hostias húmedas se pegaban a la mano, lo que tampoco era mucho más higiénico.
  • Las hostias rociadas con vino se utilizaban para proveer a los soldados en los frentes de la Primera Guerra Mundial desde 1914.

La respuesta fue: “La guerra nos enseñó mucho”.

Compromiso en la pandemia

En abril de 1917, el Apóstol Mayor Niehaus introdujo inicialmente la hostia combinada solo para su propia área de actividad como Apóstol. Esta forma de los elementos de la Santa Cena se hizo vinculante para toda la Iglesia Nueva Apostólica mediante una resolución aprobada en la primera asamblea de Apóstoles después de la Guerra Mundial en julio de 1919.

En ese momento el mundo se encontraba entre la segunda y la tercera ola de la llamada “gripe española”, en medio de la pandemia más terrible, al menos, del siglo XX. Una cepa inusualmente agresiva del virus de la gripe infectó a casi una de cada tres personas en todo el mundo y mató al menos a 50 millones de personas.

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Andreas Rother
23.03.2021
sacramentos, Santa Cena