Pies pequeños, huellas profundas

El dolor que los padres llevan en su interior a menudo permanece invisible: el 15 de octubre es el Día de Recuerdo de los Niños Estrella, una oportunidad para permanecer en silencio al lado de dolientes conocidos y desconocidos.

La pérdida de un hijo es un dolor indescriptible, especialmente cuando esta vida apenas ha comenzado. Los bebés estrella –niños que han muerto antes, durante o poco después de nacer– dejan un vacío que para los padres afectados a menudo es difícil de asimilar. La idea de dar la bienvenida a una vida que luego termina de forma tan rápida e inesperada conlleva un dolor inimaginable. Pero es precisamente en esta oscuridad donde la fe puede ser una fuente de esperanza.

Dolor invisible, amor duradero

En muchas familias, la pérdida de un hijo estrella permanece invisible para quienes los rodean. Pero para los padres afectados, sus hijos no se olvidan. Ya se ha decorado la habitación para el niño y se han hecho planes para el futuro. La alegría de la vida que los padres querían compartir con su hijo se convierte en dolor.

Si esta pérdida se produce en una etapa temprana de la vida, es posible que las personas ajenas a la familia nunca se den cuenta. Por eso, el dolor de los padres suele ser un dolor silencioso y solitario. Cuando la pérdida es conocida, a menudo es difícil darse cuenta de cuánto pueden añorar los padres a un hijo que nunca pudieron tener en sus brazos. Respuestas como “La vida sigue” o “Tienes otros hijos” causan dolor y refuerzan el sentimiento de gran impotencia.

Como estrellas en el firmamento

Para los padres que han perdido a su hijo de esta manera, la fe puede ser a menudo un ancla en tiempos tormentosos. “Dios ve lo invisible, oye lo que no se dice y entiende lo incomprensible”: estas palabras reflejan el profundo consuelo que puede dar la fe. Aunque la vida de un niño estrella haya sido tan corta, Dios lo ve, lo oye y lo ama.

La canción infantil alemana “Sabes cuántas estrellitas” puede ser poco conocida internacionalmente, pero su mensaje es universal y conmovedor. En palabras sencillas, la canción nos dice que Dios conoce, cuenta y conserva amorosamente cada pequeña estrella del cielo.

Esperanza más allá de la muerte

La Iglesia Nueva Apostólica enseña que la muerte no es el final. La creencia de que el alma vive después de la muerte proporciona consuelo, especialmente en momentos de profundo dolor. “Dios creó al hombre como un ser físico y como ser espiritual, es decir, espíritu y alma. El cuerpo del hombre es mortal, mientras que el espíritu y el alma son inmortales”.

Además de la asistencia espiritual que ofrece la Iglesia, hay numerosas iniciativas que acompañan a los padres de niños estrella en su camino de dolor. Si les ayuda, los padres pueden compartir sus historias, intercambiar experiencias y aprender que su dolor es visto y escuchado.

Este recuerdo puede tener un efecto curativo. Permite a los padres no olvidar a sus hijos, a los que a menudo solo pudieron tener en sus brazos durante un breve espacio de tiempo, sino darles un lugar en su vida y en su corazón.

Una ola de luz

El Día de Recuerdo de los Niños Estrella, que se celebra cada año el 15 de octubre, tiene su origen en Estados Unidos y Canadá. Una iniciativa de padres afectados ha establecido este día como “Día Mundial de Concienciación sobre la Muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal”. El encendido de una vela a las 7 de la tarde, hora local, es una tradición especial. Mientras la luz se apaga en una zona horaria, se enciende en la siguiente. Esta “ola de luces” simboliza la solidaridad de las personas en su dolor.

Este día de recuerdo pretende sensibilizar a la sociedad en general y hacer visible en los espacios públicos este dolor invisible. Para la mayoría de las familias afectadas, el recuerdo no es necesario; el dolor sigue formando parte de su vida.

Al fin y al cabo, las pisadas más pequeñas dejan las huellas más profundas.


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Simon Heiniger
14.10.2024
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