"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos."

La Declaración de Derechos Humanos tiene casi 70 años, su idea data de mucho antes. ¿Pero qué hicieron de ella los seres humanos? ¿Son puestos en práctica y cumplidos los 30 artículos de la Carta? nac.today lo examina.

El 10 de diciembre de cada año se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos. El 10 de diciembre de 1948, la asamblea general de las Naciones Unidas aprobó con resolución 217 A-(III) un documento de principios básicos para la humanidad. En los dos primeros artículos de la Declaración se describen derechos y obligaciones que deben regir para todos los seres humanos: "(1) Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. (2) Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición". El derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a expresar libremente su opinión, a practicar libremente su religión y por otro lado, objeciones en contra de la esclavitud, la tortura y la discriminación. "Todos son iguales ante la ley", dice el 7º artículo. Son en total 30 artículos, con palabras correctas y bien empleadas, con un contenido de peso, muy significativo.

Ideales y realidades

¿Y qué hizo el hombre con ellos? Hay puntos candentes internacionales. Muchas personas no viven "sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición". La esclavitud, la trata de personas, la servidumbre, las torturas, lamentablemente no son hechos pasados, sino que todavía ocurren en la actualidad.

¿Y qué dicen los cristianos?

Desde la visión cristiana, los derechos humanos son un mandamiento del Evangelio. Jesucristo vincula los lineamientos de un trato mutuo próspero con la salvación por medio de Dios, lo hace en el Sermón del Monte. Son solamente pocos capítulos, pero que calan hondo, por ejemplo las bienaventuranzas de Mateo 5: "Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo". Estas no son solamente frases fuertes a favor de la no-violencia, este es un principio de vida cristiano. Y antes de que los cristianos se enardezcan a causa de los demás, deberían tomar en cuenta primero sus propios principios.

La regla de oro

En el capítulo 4.7.2, el Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica se refiere a ello: "Actuar conforme a la palabra de Dios, que es la ley, significa ante todo mantenerse fieles a Dios y no adorar a los ídolos. La humildad de una persona se ve en su obediencia a Dios. "Amar misericordia" significa en el ámbito interpersonal, respetar al prójimo y demostrarle que lo estimamos. Jesucristo expresa estos requerimientos básicos de la ley en el Sermón del Monte: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mateo 7:12).

Y en 5.2.2 el Catecismo INA dice: "El Apóstol Pablo considera que las disposiciones que se refieren a nuestros semejantes, están unificadas en el mandamiento del amor al prójimo (Romanos 13:8-10). Este reconocimiento se basa en la palabra del Señor de que en el doble mandamiento del amor reside "toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40). El amor al prójimo practicado en todas sus formas, merece un gran reconocimiento. Cuanto más se aplica, más necesidad se aliviará y tanto más armónica será la convivencia".

Sitio web de las Naciones Unidas: Los derechos del hombre

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Peter Johanning
10.12.2015
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