Los niños en verde de Kawama
El Servicio Divino para niños en Lubumbashi (RD Congo) presenta un panorama muy diferente al de cualquier otro lugar. En el lugar, los niños suman 4.000, y sólo hay un Apóstol Mayor que camina entre la comunidad reunida dando participación activa a los niños. ¡Una experiencia reveladora y diferente!
Más de 4.000 niños tranquilos, entusiasmados y muy dedicados habían tomado asiento el viernes 14 de julio de 2017 en la gran iglesia central de Kawama, en la ciudad de Lubumbashi. Había otros 12.000 entre las carpas dispuestas en el jardín de la iglesia y el resto de niños del país, sumados a 900 niños de Burundi, que se habían conectado vía satélite. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, quien ya hacía tiempo que no celebraba un Servicio Divino para niños, se sintió por demás regocijado con estas cifras. Y el tema que eligió tiene llegada a los niños: no dejarse vencer por lo malo, sino vencer con el bien el mal (Romanos 12:21). Para anclar este mensaje en los corazones de los niños, el presidente de la Iglesia procede de manera poco habitual.
El Apóstol Mayor en medio de la comunidad
“¿Cuánto tiempo llevaría eliminar todo el polvo y la suciedad de las calles y de las casas de Lubumbashi y así limpiar la ciudad?”, preguntó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider a la joven comunidad. Para hacerlo, abandonó su lugar detrás del altar y se paró entre las filas de bancos, en medio de la comunidad. De inmediato resonó una respuesta al unísono: “¡Mucho!”. “¿Y qué necesitaría para la limpieza?”, quiso saber el Apóstol Mayor. Los niños mencionaron objetos: cepillos, escobas, baldes llenos de agua, etc. Entonces, el Apóstol Mayor regresó satisfecho hacia el altar, pero no lo hizo solo. Pidió a seis niños al azar que lo acompañaran. A cada uno le dio una escoba en la mano para explicar claramente qué significa estar bien equipado.
“Hagan lo mismo que Gedeón”
Y luego contó a los niños que escuchaban con interés lo que decía, la historia de Gedeón: Dios le encargó derribar el altar de Baal y edificar un altar dedicado a Dios. Gedeón argumentaba que era demasiado pobre y joven, pero Dios lo alentó y lo equipó. Gedeón obedeció y confió en su Dios y, finalmente, salió victorioso.
Entretanto, el Apóstol Mayor otra vez se movió de lugar. Esta vez sacó a relucir una trompeta y una antorcha (o tea) y las colocó junto al altar. Explica que los acompañantes de Gedeón, en su época habían sido equipados con estos elementos. Y finalmente, el Apóstol Mayor Schneider también encuentra a un muchacho llamado Robert Katwa Kamesha (14), al que se lleva como si fuera Gedeón, pero de Kawama, y lo sube al altar. Lo hace pararse al lado de él, le da la antorcha y la trompeta en la mano y termina de contar la historia de Gedeón.
Vencer con el bien el mal
En aquella época, 450 enemigos se abalanzaban sobre un único combatiente. ¡Algo así solo se enfrenta con valentía! Los 4.000 niños de la comunidad de Lubumbashi escuchaban en silencio y con entusiasmo. Nunca antes habían experimentado un Servicio Divino para niños tan interesante. Y se volvería aún más interesante. Porque de pronto, el Apóstol Mayor quiso saber de ellos, cómo se llaman hoy los enemigos de la fe. Y de nuevo comenzó a caminar entre las filas para consultar a algunos niños personalmente: robar, golpear, matar, mentir. En pocas palabras: los niños afirman que las violaciones de los mandamientos divinos son el mal de nuestra época. Y justamente este punto amplía el Apóstol Mayor en su prédica posterior. Pide a los niños que sigan siendo honestos y se incorporen a la comunión de la familia, de su pueblo, de la escuela. Los exhorta a orar igual que Gedeón y a conservar un ojo avizor para descubrir los milagros de Dios. “¿Quieren adoptar esto como firme propósito?“, pregunta a viva voz. Y los niños le contestan, superándolo en volumen de voz: “¡oui!”, sí.
“Niños en verde”
Al final, el Apóstol de Distrito Tshitshi Tshisekedi quedó muy impresionado con este día. Llevó muchos meses de preparación, practicar todos los himnos y obras de la orquesta. Como uno de los puntos centrales del trabajo con los niños en su enorme Iglesia regional, destaca una y otra vez la sostenibilidad. Por eso, hace meses delegó en los niños la idea de construir su propio altar. Para ser más precisos: de labrarlo en madera. Era un tronco de árbol del que salían ramas. Del mismo modo que un árbol crece en el bosque, también debe crecer la fe en medio de la vida. La decoración del altar se realizó íntegramente en verde. Por eso, la consigna fue “niños en verde”. Según el Apóstol de Distrito, esta premisa se aplica tanto al medio ambiente como a la fe, ya que debe ser original, sostenible y llena de esperanza.
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Peter Johanning
22.07.2017
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