Amados por Dios amemos al prójimo

El amor al prójimo llevado al punto de "tratamos a los demás, así como Jesús nos trata a nosotros", como dice el Apóstol Mayor. ¿Pero es posible esto en la vida cotidiana? Y en caso afirmativo: ¿cómo?

4100 participantes llegaron en Monrovia (Liberia) el domingo 13 de octubre de 2019 al Servicio Divino con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Además, muchos siguieron el Servicio Divino por radio y televisión en todo el país. El Director de la Iglesia predicó sobre Mateo 7:12: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas".

Esta afirmación, también conocida como la "regla de oro", en realidad no tiene nada que ver con la fe cristiana, expresó el Apóstol Mayor Schneider. Esta regla existe en todas las culturas y se basa en un intelecto humano sano. Pues "esto es lo que cada uno debería hacer para que la sociedad y la vida sean posibles". Pero aquí fue citada por Jesucristo poniéndola en el contexto de la ley de Moisés. "Entonces debemos reflexionar sobre ella. Es mucho más que solo decir: Si tú no quieres que las personas te maten, entonces tú nos las mates", dijo el Director de la Iglesia.

Jesucristo resumió la ley de Dios: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10:27). "Como cristianos creemos que Dios es amor". Y este amor influye en la relación del creyente con Dios y su prójimo, expresó el Director de la Iglesia. Pues, "¿cómo puedes amar a Dios, al que no ves, y no amas a tu hermano, al que ves? Amar al prójimo significa que quieres que experimente el amor de Dios que tú has experimentado". Y complementa: "Tú lo quieres tratar, así como Jesús te trata a ti".

Por otra parte, existe en las relaciones interpersonales tanto potencial para el sufrimiento: el desinterés, la discriminación, la infidelidad, la manipulacióny la irreconciliabilidad se ocupan una y otra vez de que haya desdicha. Cómo enfrentarlos, lo mostró el Apóstol Mayor en cinco puntos:

1. Acoger al prójimo con compasión y dejar de lado la indiferencia: "No somos indiferentes. No miramos para otro lado cuando vemos que otro está sufriendo. No decimos: '¡Hey, eso es asunto tuyo! No es asunto mío'". El cristiano siente compasión cuando las personas sufren, están tristes e infelices.

2. Respetar al prójimo y evitar que sea discriminado: "¡No hacemos diferencias! Si el prójimo es pobre o rico, joven o viejo, sano o discapacitado, de esa aldea o de aquel país...". El cristiano no rechaza a nadie.

3. Ganarse la confianza del prójimo y no abusarse de ella: "Seamos creíbles frente al prójimo. Digamos la verdad". Esa sinceridad y credibilidad son importantes en toda relación, pero en especial para los portadores de ministerio y en el trato entre las parejas y las familias.

4. Acoger al prójimo con amor sincero y dejar de lado los intereses propios: "Queremos que el prójimo sea salvo porque lo amamos". Es deseo del cristiano que el prójimo experimente el amor de Dios. Las ventajas y beneficios propios no constituyen una motivación para dirigirnos al prójimo.

5. Perdonar al prójimo y no seguir con los reproches por años: "Amemos a nuestro prójimo, así como nos trata Jesús. Perdonémoslo. Seguramente que no podremos olvidar lo que hizo. Lo que sí es posible, es que no lo mencionemos más. Simplemente no hablamos más sobre ello".

"Amamos a nuestro prójimo porque queremos tener comunión con Dios", fue la conclusión del Apóstol Mayor. "Tratamos a otros, así como Jesús nos trata a nosotros y contribuimos para su salvación. Les damos testimonio de nuestro interés y nuestro respeto por ellos, somos veraces y altruistas, y estamos dispuestos a perdonar".

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