Homilética (5): Entender el contexto de nuestra prédica
Los portadores de ministerio han recibido la autoridad para predicar el Evangelio, pero ese mensaje se transmite en diversos contextos. Nuestras prédicas deben encontrar a los miembros allí donde ellos están.
El “mundo de significado” del Evangelio debe interactuar e informar en el “mundo de significado” de nuestros miembros. Necesitamos comprender bien el perfil de la comunidad, así como sus contextos sociales, políticos, económicos y culturales y, especialmente, los “influencers” o “creadores de significado” que dan forma a su pensamiento y a la realidad en la que viven. Un principio importante es que no se trata solo de lo que predicamos, sino de cómo predicamos el contenido del Evangelio. Porque… ¿quién está escuchando?
Un método con raíces bíblicas
Podemos empezar por Jesús. Cuando Él le hablaba al pueblo, utilizaba imágenes y significados con los que la gente vivía y con los que podía identificarse (por ejemplo, la agricultura, la pesca de Galilea, etc.), y de esta manera su audiencia podía entender y aplicar el mensaje del reino de Dios en su propia vida.
El Apóstol Pablo predicó el Evangelio a personas muy diversas, pero también entendió que no podía comunicar el Evangelio de una manera “única para todos”. Dijo: “Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos”. También dijo: “A los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley … Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:20-22).
El Apóstol Mayor Schneider también se refirió al concepto de “inculturación”, que se basa en “llevar la semilla de la fe a una cultura y allí desarrollarla como corresponde y exponerla según los medios y las características de esa cultura” (PG especiales 4/2017, pág. 8). Esto es exactamente lo que pretende lograr la prédica contextual.
El impacto de la prédica contextual
Uno de los objetivos de la prédica es que, cuando los miembros, incluidos los portadores de ministerio, salen de la iglesia después de un Servicio Divino y regresan a sus contextos sociales, su fe sea el medio por el que interpretan y viven su realidad. Esto es importante, porque cuando nuestros miembros salen de la iglesia, ¿la experiencia del Servicio Divino y la prédica los equipan e informan para afrontar los retos y las preguntas a los que se enfrentan en sus respectivos contextos?
¿Son hijos de Dios y testigos de Cristo competentes? ¿Puede su fe informarlos para vivir con autenticidad y convicción? ¿Son las prédicas lo suficientemente informativas y persuasivas como para que los miembros abandonen los valores contradictorios y las tendencias culturales que caracterizan sus respectivos contextos sociales? ¿Podemos crear una visión coherente del mundo, en la que lo que viven “afuera” y lo que experimentan “adentro” de la Iglesia formen un todo significativo? ¿Pueden los portadores de ministerio decir lo mismo de sí mismos? Una vida orientada hacia Cristo no consiste en compartimentos aislados (cf. Gálatas 2:20).
Necesitamos enseñar a nuestros miembros una visión del mundo (el reino de Dios) que sea convincente, informada, relevante, empoderadora, liberadora y transformadora.
“Influencers” y “creadores de significado”
Hay muchas formas posibles en que pueden ser influenciados los miembros y su “mundo de significado”. Por ejemplo, existen narrativas y valores culturales dominantes. Hay oradores populares y redes sociales, tele-evangelistas y curanderos, “profetas”, la industria del entretenimiento y de las publicaciones, etc. La Iglesia no es más que una voz entre muchas que claman por la atención de las personas.
Cuando preparamos una prédica, debemos hacernos preguntas importantes:
- ¿Qué significados ha producido esto en los pensamientos de las personas?
- ¿Cuál es la relación de estos significados con el Evangelio?
- ¿Qué significados pueden ser afirmados?
- ¿Qué significados pueden ser cuestionados, corregidos o complementados?
Pensemos en el Apóstol Pablo y en cómo su encuentro con un altar “al Dios no conocido” le proporcionó un punto de partida para anunciar el Evangelio a los filósofos y miembros del Areópago de Atenas (Hechos 17:23).
El perfil de la comunidad
Además de las consideraciones anteriores, necesitamos comprender el perfil de la comunidad. ¿Cuál es el porcentaje de hermanos frente a hermanas? ¿Cuántos son personas mayores, jóvenes y niños? ¿Cuántos están casados, son padres solteros o están desempleados? ¿Cuántos tienen discapacidades? ¿Qué nivel de educación tienen?
Dependiendo de los contextos socioculturales de nuestros miembros y del perfil específico de la comunidad, queda claro que los miembros “escucharán” y responderán de manera diferente a la prédica del Evangelio. Depende de su forma de conocer, ser y actuar. Una persona socializada en un contexto occidental “conocerá” de manera diferente a una persona socializada en un contexto africano u oriental. Las personas que viven en la pobreza “conocerán” de manera diferente a alguien que no vive en esas condiciones, etc. Esto establece los parámetros de su forma de ser y de actuar.
Los portadores de ministerio se enfrentan al reto de anunciar el Evangelio en contextos diversos y, para hacerlo aún más difícil, en un mundo que cambia rápidamente. Los servidores de la palabra necesitan conectar con los miembros para seguir siendo relevantes. “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?” (Mateo 24:45).
La unidad de la fe
Aunque la prédica ocurre en una variedad desconcertante de contextos, el portador de ministerio es dado “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:11-13).
La prédica apoya el ministerio de Apóstol en la preparación de la novia de Cristo. Nuestra identidad “en Cristo” es una forma alternativa de conocer, ser y actuar en el mundo, centrada en la revelación de Dios en Cristo. El Evangelio debe ser transmitido de tal manera que conecte con el “mundo de significado” de nuestros miembros y lo transforme. En última instancia, todos debemos adquirir “el sentir de Cristo” (Filipenses 2:5).
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Sobre el autor

El Dr. Markus Cromhout (nacido en 1972) es teólogo de la Iglesia Nueva Apostólica África del Sur y está activo como Evangelista en su comunidad. Estudió en la Facultad de Teología de la Universidad de Pretoria y es doctor en Nuevo Testamento. Además de obras académicas, también escribe libros de divulgación científica. Organiza seminarios sobre el tema de la “homilética” y aporta semanalmente contribuciones de fondo.