Marcados por la historia, comprometidos con el futuro
El Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, que se celebra el 2 de diciembre, conmemora a los millones de víctimas de la trata de esclavos. Una reciente visita al castillo de Cape Coast, en Ghana, demuestra que la libertad sigue siendo una misión, ayer, hoy y mañana.
La historia cobra vida en la Costa de Oro de África Occidental, una historia de sufrimiento increíble y deshumanización sistemática. La fortaleza, antaño centro del comercio transatlántico de esclavos, nos recuerda que la libertad humana no es algo sobreentendido.
Una puerta sin retorno
Con ocasión de la asamblea de Apóstoles de Distrito en Acra (Ghana) la semana pasada, el Apóstol Mayor visitó con los Apóstoles de Distrito y varios Apóstoles el castillo de Cape Coast, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La fortaleza, un lugar de profundo sufrimiento histórico, recuerda el secuestro y la deshumanización de millones de africanos. Durante la visita guiada por las estrechas mazmorras, donde los esclavos debían soportar meses en condiciones inhumanas, se hace tangible la crueldad de aquella época. En particular, dejó una impresión duradera la “puerta sin retorno”, por la que innumerables personas eran conducidas fuera del fuerte hasta el puerto y desde allí embarcadas hacia una vida de explotación. Se calcula que en el siglo XVI unos doce millones de personas fueron vendidas desde África a América del Sur, Central y del Norte. Este lugar confronta vívidamente a los visitantes con los horrores y la violación sistemática de la dignidad humana, que hunden sus raíces en el pasado, pero siguen teniendo repercusiones en la actualidad.
La libertad como misión para hoy
Las experiencias vividas en el castillo de Cape Coast no son solo un recordatorio de la tragedia histórica, sino también de la necesidad de hacer frente a las formas modernas de esclavitud. Lamentablemente, la esclavitud dista mucho de ser asunto del pasado. Al contrario, según las últimas estimaciones, el número de víctimas de la esclavitud moderna ha aumentado a 50 millones de personas en los últimos años. Este aumento afecta especialmente a mujeres y niños, que suelen ser víctimas desproporcionadas de trabajos forzados y explotación sexual. Las guerras y las crisis económicas favorecen la esclavitud moderna, como subrayan las Naciones Unidas. Sin embargo, no se trata de un problema que exista exclusivamente en los países en desarrollo. En las sociedades occidentales también persisten numerosas formas de explotación oculta. Entre las razones que lo explican se encuentran la gran demanda de productos y servicios lo más baratos posible, la dificultad de rastrear las cadenas mundiales de suministro y la falta de educación de la sociedad.
La memoria como advertencia
El 2 de diciembre, el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud conmemora el desafío mundial que supone la esclavitud moderna. Desde la adopción del Convenio de las Naciones Unidas para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena (1949), este día representa la lucha contra el trabajo forzoso, la trata de personas, el trabajo infantil y otras formas de explotación moderna. Estas son a menudo invisibles en las cadenas de suministro, los hogares o las explotaciones agrícolas. Este día hace un llamamiento a gobiernos, empresas y a todos los individuos para que asuman su responsabilidad protegiendo a los afectados, reforzando los derechos laborales y concientizando sobre condiciones de producción justas. La libertad es un derecho humano que todos podemos exigir, ayer, hoy y mañana.
Photo: Thomas Deubel