En foco 12/2024: Eficaz y ferviente

Como Apóstol de Distrito de la enorme área de actividad Asia del Sudeste, Edy Isnugroho ha tenido muchas experiencias. En su artículo sobre el lema el año relata lo que ha vivido personalmente para explicar cómo funcionan las oraciones intensivas.

Para el domingo 3 de marzo de 2024, tuve que cambiar de planes. Tenía pensado ir a Myanmar, pero la situación allí no era segura. Así que tuve que modificar mi programa de Servicios Divinos. Entonces oré: “Señor, muéstrame la comunidad apropiada para servir”. Me puse en contacto con el dirigente del distrito Magelang y le pedí su opinión. Me propuso la comunidad Banjarwinangun, en el distrito Magelang (Indonesia), a lo que accedí.

Después del Servicio Divino, el dirigente me dijo que la comunidad estaba muy contenta con esta visita porque habían pasado veinticinco años desde la última visita de un Apóstol de Distrito. Había sido en 1999 y se trataba del Apóstol de Distrito Tansahtikno.

A continuación, me preguntaron si podía visitar a un Pastor en descanso. Tenía 86 años, estaba enfermo y hacía tiempo que no podía asistir a los Servicios Divinos. Nuestros Pastores le llevan la Santa Cena regularmente cada dos semanas. El dirigente me dijo que este Pastor no siempre estaba consciente y no siempre podía comunicarse. Varios portadores de ministerio me acompañaron a su casa. Cuando pasé por la puerta, me reconoció inmediatamente y exclamó: “Lo estaba esperando”. Cuando le pregunté qué podía hacer por él, me dijo: “Solo una cosa. Quiero ser digno ante Dios. Y por eso, quiero que me dispensen la Santa Cena”. Les dimos la Santa Cena a él y a su esposa. Ella tampoco puede asistir a los Servicios Divinos. Cuando nos despedimos, su hija dijo: “Gracias. Mi padre me dijo hace ya dos semanas que un Apóstol vendría a nuestra casa y oraría por él”. Lo que inicialmente había parecido imposible, ¡de repente se había hecho realidad!

Un hermano mayor de la comunidad Kedoya Sur, en el distrito Yakarta, estaba gravemente enfermo. Fue ingresado en un hospital de Majenang, Java Central, donde permaneció en tratamiento varias semanas. Entonces el médico dijo que ya no podía ayudarlo. Nuestro hermano regresó a su lugar de nacimiento en Sidareja, Java Central, para pasar sus últimos días con su hija. Ella no es nuevoapostólica.

Cuando serví en este distrito, fui movido a visitar a este hermano junto con el Apóstol y el Obispo. Estaba muy débil y no me reconoció, pero sí al Apóstol. Su hija nos contó la situación de su padre. Le pregunté al hermano si quería que oráramos con él. Me contestó: “¡Sí, por favor!”. Pedimos permiso a su hija para orar. Cuando nos arrodillamos y nos dispusimos a orar, sonó el móvil de la señora y ella habló por teléfono. El Obispo preguntó: “¿De dónde viene la llamada?”. Ella le explicó que era su madre, que llamaba desde Yakarta. El Obispo dijo: “Por favor, dígale que el Apóstol de Distrito está aquí, visitando a su esposo”. La madre se sorprendió y se alegró mucho. Antes de irnos, oramos junto con nuestro hermano y pedimos al Señor por fuerzas para que pudiera mantener la fe y permanecer fiel al Señor.

El dirigente de la comunidad Kedoya Sur nos dijo que la esposa del hermano se había sentido muy feliz y agradecida por nuestra visita. De hecho, le había dicho al dirigente que había estado muy preocupada por su esposo en Sidareja porque la familia de su hija siempre la instaba e incluso la obligaba a volver a la religión de la mayoría. Pero gracias a nuestra visita y a nuestra oración, estaba segura de que su esposo podría permanecer firme en su fe hasta el final. El 20 de abril de 2024 nuestro hermano falleció y el acto del entierro fue efectuado por un Evangelista de Sidareja.

El Apóstol de Distrito relata otra experiencia de Filipinas, donde también está activo. Después de un Servicio Divino en la comunidad Mabuhay, Negros Occidental, una hermana de 76 años se acercó al Apóstol y le informó que su madre, que ahora tenía 94 años, estaba enferma y postrada en cama. Cuando estaba sana, asistía regularmente a los Servicios Divinos. Ahora ya no podía ir. Pero su alma siempre se alegraba. La hermana nos pidió que oráramos por su madre. Le dijimos que nos gustaría ir a visitarla. La hermana corrió a casa, luego despertó a su madre que estaba durmiendo, y le dijo que el Apóstol venía a verla.

Sorprendentemente, la hermana Francisca consiguió sentarse en la cama. No se quejó de sus dolencias ni de los problemas de la vejez. “Estoy muy agradecida.

El Señor es bueno”, dijo. Oramos con ella y pedimos a Dios que la cuidara y le diera fuerzas para seguir siendo fiel pase lo que pase. Las dos hermanas en la fe se alegraron mucho.

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