Ser misericordiosos porque Dios lo es

Dios es misericordioso con los seres humanos y, por lo tanto, ellos también deben practicar la misericordia. Está claro que las personas no pueden llegar a ser como Dios. Pero Jesús nos muestra cómo ir en la dirección correcta.

“Esta mañana tenemos una palabra del Sermón del Monte, una palabra fundamental para todo cristiano”, introdujo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el Servicio Divino en Mulhouse (Francia) el 11 de febrero de 2024. Esta palabra se encuentra en Lucas 6:36: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”.

Dios es misericordioso

“Como seres humanos, podemos experimentar esta misericordia, que está descripta en la Biblia”, dijo el Apóstol Mayor, enumerando las características correspondientes de Dios:

  • Indulgencia: Con la parábola del hijo pródigo, “Jesús quiso mostrar la misericordia, la indulgencia de Dios. El ser humano se ha separado de Dios a causa del pecado original, el ser humano se ha alejado de Dios, pero Dios no se lo echa en cara. Dios sigue amándolo y sigue esperándolo, y en cuanto vuelve, Dios lo recibe con amor y bondad, y lo reintegra a la comunión con Él”.
  • Compasión: “Dios es compasivo. Es sensible a la necesidad material de los seres humanos”, dijo el Apóstol Mayor, recordando cómo Dios vistió a Adán y Eva tras la caída en el pecado. Pero, sobre todo, Dios es compasivo con la necesidad espiritual: “El ser humano fue creado por Dios para vivir en comunión con Dios. Y en cuanto esta comunión se ve perturbada, algo va mal en el ser humano”, aunque no siempre nos demos cuenta nosotros mismos. “Dios quiere hacer algo al respecto, por eso envió a su Hijo a esta tierra”.
  • Paciencia: “Él se mantiene firme en su ofrecimiento de salvación”, dijo el Apóstol Mayor sobre Dios. “Y durante todo el tiempo de gracia que Dios concede a la humanidad, Dios da tiempo a las personas para que se arrepientan y así poder mostrarles de nuevo su amor, su bondad y su cercanía”.
  • Gracia: No se trata de castigar a los pecadores, sino de que se arrepientan. “Si hoy nos comportamos mal, Dios puede perdonarnos nuestros pecados, lo que significa que ese pecado ya no afecta a nuestra relación con Dios”.
  • Bondad: “Él nos da todo lo que una persona puede recibir: la gloria de Jesucristo, la comunión eterna con Él en su reino, la perfección... no se puede tener más”.

Jesús enseña la misericordia

“No podemos ser misericordiosos al mismo nivel que Dios”, aclaró el Apóstol Mayor. Pero podemos seguir el ejemplo de Jesús y practicar la misericordia como Él la mostró. “La misericordia es más importante que cumplir las normas y las leyes”, enseña y muestra el ejemplo de Jesús: “Los que son misericordiosos recibirán la gracia de entrar en el reino de Dios”.

Nosotros somos misericordiosos

Podemos aprender a practicar la misericordia a partir del ejemplo de Jesús. El máximo dirigente de la Iglesia internacional continuó explicando cómo:

  • Indulgencia: “Un primer aspecto es que nos abstengamos de cualquier juicio, que no nos sintamos superiores al otro y asumamos que nosotros somos buenos y él mucho menos”, explicó el Apóstol Mayor. “Debemos aceptar a los demás como son, con sus defectos, con sus imperfecciones, igual que Dios nos acepta a nosotros con nuestros defectos e imperfecciones”.
  • Gracia: “Debemos perdonar, porque Dios nos perdona”, dijo el Apóstol Mayor. Y debemos perdonar, porque de nada nos sirve que Dios castigue al otro. “Jesús te lo da todo: la gloria, la dicha eterna, como si hubieras triunfado al mismo nivel que Jesús”.
  • Compasión: “Debemos mostrar compasión, compasión por la necesidad material. No podemos resolver todos los problemas del mundo, pero podemos mostrar compasión. La ayuda comienza con la disposición a escucharlos, a compartir su dolor, a llorar con ellos, a orar por ellos y a apoyarlos. Y si hay que hacer algo para ayudarlos, acciones concretas, entonces lo hacemos”. Compasión también significa “ser capaz de ir más allá de tus propios intereses para considerar los intereses de los demás”. Y, por último, “la compasión por las necesidades espirituales de las personas también nos impulsa a asegurarnos de que la Iglesia pueda seguir cumpliendo su misión, involucrándonos, participando y asegurándonos de que nuestros nietos puedan seguir encontrando la salvación en la Iglesia”.
  • Bondad: “Tu deseo de hacer el bien no debe depender del comportamiento de los demás. Depende únicamente de tu relación con Dios. Haces el bien porque Dios ha hecho el bien contigo. Das porque has recibido mucho. Sin cálculos. Nada de buscar el propio interés”, dijo el Apóstol Mayor. “Porque si empiezo a calcular, he hecho esto, he hecho lo otro... entonces inevitablemente me decepcionaré y hacer el bien se convertirá en un deber insuperable y pesado”.
  • Paciencia: “También debemos ser pacientes”, dijo el Apóstol Mayor y recordó que a menudo lo bueno no llega al prójimo y que la salvación de la Iglesia no es aceptada por muchos. “Seguimos orando por ellos, aunque parezca que no servirá de nada. Somos pacientes”. Y no debemos condenar a los que ya no asisten a los Servicios Divinos. “Seguimos orando porque estamos convencidos de que esto es lo que necesitan, esto es lo que les falta. Seguimos orando por ellos, la oración funciona”.

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Katrin Löwen
24.04.2024
apóstol mayor, servicio Divino