Tener encendido el fuego del amor

Calor, luz y más. El fuego da vida. Y el fuego espiritual da vida espiritual. ¿Qué se necesita para que ardan los corazones como un fuego? Un Servicio Divino sobre el fuego que encendió Jesucristo.

“Una palabra conocida utilizada muy pocas veces como base para un Servicio Divino”. Así introdujo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 11 de febrero de 2018 en Landquart (Suiza) los versículos de Lucas 12,49.50: “Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!”.

En el fuego vio una doble imagen: “Es una imagen del Evangelio, de un buen mensaje, de un alegre mensaje de redención de los hombres traído por Jesucristo”. Por otro lado, “el fuego es al mismo tiempo el Espíritu Santo que nos transmite esta palabra y nos hace capaces de creer en este mensaje”.

Qué provoca el fuego

Primeramente, el Director de la Iglesia explicó el quíntuple efecto del fuego:

  • El calor del amor: “El fuego del Evangelio trae calidez a los hombres: la calidez del amor de Dios. Dios es el amor, Él ama a todos los seres humanos de la misma manera. Él ama incondicionalmente”.
  • La luz del reconocimiento: “El fuego ilumina. Por el Evangelio y el obrar del Espíritu Santo, cada persona puede distinguir entre mentira y verdad, entre el bien y el mal. El hombre puede reconocer el sentido de su vida: llegar a estar en comunión con Dios. Esta luz genera esperanza e ilumina el futuro”.
  • La purificación: “El fuego del Evangelio purifica. Por el sacrificio de Jesucristo podemos recibir gracia y perdón. El poder del Espíritu Santo nos hace capaces de luchar contra el pecado, santificarnos y apartarnos del mal”.
  • La unidad: “El fuego atrapa y el fuego une. Jesús vino para unir a los hombres. Él quería que hubiera unidad entre los hombres”.
  • El entusiasmo: “La imagen del fuego también es la imagen del entusiasmo y de la alegría. Este fuego del Evangelio llena al hombre haciendo que hable con alegría de su salvación y su futuro”.

El combustible para el fuego

“Si este fuego tiene que estar encendido en nosotros, también nosotros debemos recorrer este camino del Bautismo de Jesucristo: en este sentido, atravesar el sufrimiento y la muerte”, dejó claro el Apóstol Mayor: “Esto ahora no tiene nada que ver con la muerte natural. Simplemente tenemos que dar algo, renunciar a algo. Este es el combustible para que este fuego pueda estar encendido en nosotros”.

  • “Nos tenemos que tomar tiempo, tomar tiempo para el Servicio Divino, pero también para la oración, para ocuparnos del Evangelio”.
  • “Nos tenemos que distanciar de opiniones que no concuerdan con el Evangelio”.
  • “Nos tenemos que desligar de aspectos de nuestro carácter incompatibles con la naturaleza de Jesucristo”.

Cuando el fuego se apaga

“Al ocuparnos de esta manera del futuro de la humanidad, a veces nos preguntamos qué sería de la humanidad sin el Evangelio”. Su respuesta:

  • “Seguiría habiendo amor entre las personas. Podría ser increíblemente grande. Pero en algún momento quedaría limitado por las imperfecciones humanas. Por eso tantas veces hay personas que dicen: ‘Realmente no tengo más a nadie que me ame’”.
  • “Si este Evangelio ya no se difundiera, habría cada vez más inseguridad. ¿Qué es en verdad el bien y qué es en verdad el mal? Esto hoy ya se nota”.
  • “Le puede suceder a cualquier persona que haga algo malo. Nadie está librado de ello. ¡Y entonces ya no habría gracia ni perdón! El peso de la culpa se volvería insoportable”.
  • “¡Ni hablar de la paz entre los hombres! Sabemos, lo documentó la historia, que sin Jesucristo es imposible superar las diferencias entre las personas y lograr la unidad”.
  • “Sin este alegre mensaje en el futuro sólo habría alegrías insignificantes. En algún momento se rompería la burbuja y se notaría que sólo existe tristeza”.

“Por eso es tan importante que se transmita esta alegría del Evangelio, a nuestros contemporáneos, a nuestros descendientes, a la generación venidera”, destacó el Apóstol Mayor. “Los responsables somos nosotros. Nosotros fuimos enviados, nosotros fuimos escogidos para transmitir este fuego. Debe pasar de nuestro corazón a otros corazones”.

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Andreas Rother
28.02.2018
Suiza, apóstol mayor, servicio Divino