Ciudad, campo, comunidad: la Iglesia en evolución (parte 2)

De la aldea a la ciudad, ¿y después? El éxodo rural coloca a la Iglesia Nueva Apostólica frente a un gran desafío, en el país en el que viven la mayor parte de sus miembros. Aquí la segunda parte sobre la vida en las comunidades de la República Democrática del Congo.

Más de 16 años necesitaría el Apóstol de Distrito Michael Deppner si quisiera celebrar un Servicio Divino en cada una de las comunidades de Kinshasa. De hecho, realiza cada dos semanas una visita espontánea: viaja a través de las calles de la megaciudad hasta que ve a alguien con traje negro. "Le pregunto para dónde va y después viajamos juntos a la comunidad".

La capital de la República Democrática del Congo cuenta con alrededor de 1700 comunidades con unos 350.000 miembros. En todo el país viven más de un cuarto de todos los hermanos y hermanas nuevoapostólicos. Las dos Iglesias regionales que trabajan allí suman unos 2,5 millones de miembros. El Apóstol de Distrito Deppner (RD Congo Oeste) informó en las "NAC Talks" (=Charlas de INA) celebradas en Pentecostés en EE.UU. sobre la vida en las comunidades de las grandes ciudades y las aldeas.

Comunión con congregaciones

Poco trabajo, casi ninguna posibilidad de formación, son algunas de las condiciones imperantes en las pequeñas aldeas rurales. También la vida en las comunidades depende mucho de la iniciativa privada. Precisamente los que más formación y motivación tienen son los que abandonan las aldeas y se dirigen a las ciudades, donde hay posibilidades de educación y trabajo.

Entre los primeros puntos a los que se intenta llegar están las ciudades pequeñas. Aquí hay escuelas y mercados. Se allegan a ellas personas de las aldeas y de las grandes urbes. Y aquí las comunidades pueden desarrollarse muy bien. La escuela dominical, las clases de Confirmación y la atención de la juventud están evolucionadas. Hay coros y hasta ensambles musicales. Y en algunas partes incluso se pueden alquilar antenas parabólicas para los Servicios Divinos por transmisión.

En este nivel hay un particular espíritu ecuménico entre las confesiones cristianas. Los representantes de otras Iglesias y congregaciones participan ante todo de Servicios Divinos festivos. Y no pocas veces las instituciones católicas, protestantes o de los testigos de Jehová alojan a los siervos nuevoapostólicos mientras realizan sus giras.

Entre la liberación y la inseguridad

Pero muchas personas sueñan con ir a las grandes ciudades. Y esto implica peligros, como explica el Apóstol de Distrito Deppner: El que deja la vida aldeana, en la que uno siempre es observado, siente el anonimato de la gran ciudad primero como una liberación, pero no pocas veces después se convierte en soledad.

Más de uno se pierde en los grandes ofrecimientos de las ciudades: los deportes, la política y la escuela prometen muchas atracciones. Y existe una amplia variedad de las más diferentes religiones. El paso de la vida familiar y social organizada a la amplia gama de ofertas desestabiliza a los jóvenes que no cuentan con una sólida red de amigos y familiares o con la contención de la Iglesia.

En dimensiones totalmente diferentes

Un caso especial es la capital Kinshasa: viven aquí unos once millones de personas. Es la aglomeración urbana francoparlante más grande del mundo, recientemente aún antes de la región metropolitana de París en Francia.

350.000 miembros, 1700 comunidades, 212 distritos de Anciano, 10 áreas de Apóstol. Estos son los indicadores nuevoapostólicos en la megaciudad. Aquí florece la vida en las comunidades: hay escuela dominical hasta en tres niveles etarios. Los confirmandos pasan por una enseñanza de dos años. Y la juventud tiene sus propios hermanos encargados, al igual que los adultos mayores.

Aquí existe incluso un programa de construcciones de la Iglesia regional: por la enorme cantidad de miembros se debe limitar a iglesias centrales con 400 a 700 asientos, y a veces hasta 1000. 125 distritos ya fueron provistos con estas iglesias. También se promueve oficialmente la música con el desarrollo de una Escuela de Música de propiedad de la Iglesia.

La comunidad como destino común

No obstante, también en la ciudad de millones hace falta mucha iniciativa propia en la vida de las comunidades. Esto no sólo es válido para el mantenimiento de las iglesias. También va dirigido a la vida cotidiana. Pues cuando faltan las instituciones caritativas públicas, la Iglesia tiene que ocupar ese lugar.

Enfermedades, nacimientos, muertes, educación. La comunidad se enfrenta a estos problemos colectivamente, informa Michael Deppner. Esto sucede no solamente en forma de oraciones, sino también como sólido apoyo financiero. La comunidad encuentra en conjunto una solución para sus problemas, menciona el Apóstol de Distrito. Y esto incluso vale para la gran ciudad: la comunidad es una aldea.

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