Renunciar por Dios y recibirlo todo

Un “menos es más” muy especial: aquellos que renuncian por Dios acaban teniendo más de lo que renunciaron. El Apóstol Mayor explica por qué y cómo en un Servicio Divino.

“Es una alegría especial para mí reunirme con vosotros en este círculo especial de los siervos de nuestro amado Señor”. Con estas palabras el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider dio la bienvenida a los portadores de ministerio al Servicio Divino del 6 de mayo en Yakarta (Indonesia).

Se acercó a Jesús un joven rico que llevaba una vida devota y quería saber de Jesús qué posibilidades tenía de entrar en el reino de los cielos. Cuando Jesús le pidió que renunciara a sus posesiones, se fue triste. Jesús le dijo: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” (parte de Lucas 18:24). Entonces los discípulos se preocuparon mucho. ¿Podrían ellos lograrlo? “Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna”. Este versículo bíblico de Lucas 18:29-30 sirvió de base para el Servicio Divino.

Todas las cosas a las que uno tiene que renunciar

“No os preocupéis”, comenzó el Apóstol Mayor con las reconfortantes palabras de Jesucristo: “Los que han dejado algo por mí y por el reino de Dios, recibirán mucho más y tendrán la vida eterna”. Esto sigue siendo cierto hoy en día. Pero “aquellos que quieran seguir a Jesús y entrar en el reino de Dios deben renunciar a una serie de cosas”. El Apóstol Mayor las enumeró y explicó de la siguiente manera:

  • Renunciar a aferrarse a la riqueza material: “Uno necesita dinero, se puede tener dinero”, aclaró el Apóstol Mayor. Pero “la riqueza no debe ser más importante que el amor a Dios y al prójimo”. Para recibir dinero, a veces se llega a hacer algo contra el prójimo. “Es mejor renunciar a la riqueza terrenal si para obtenerla se viola la ley de Jesucristo y no se ama a Dios ni al prójimo”.
  • Renunciar a la comodidad: la casa de la que habla Jesús en el pasaje bíblico es una imagen de la comodidad. Jesús mismo disfrutó mucho yendo a la casa de María y Marta. Pero “si se sigue a Jesús, si se quiere tener la vida eterna, uno no se puede quedar en la comodidad”.
  • Renunciar a la corriente dominante cuando va contra Dios: “Los padres y los hermanos son una imagen de la sociedad en la que vivimos”, explicó el Apóstol Mayor. Uno puede formar parte de esta sociedad, pero “pertenecer a Jesucristo es más importante para ti que las personas a las que perteneces”. Porque a veces los actos de la sociedad no corresponden a la voluntad de Dios. “Y si lo hacen 300 millones de personas, yo no lo haré porque pertenezco a Cristo”.
  • Renunciar a otros dioses: El hecho de que la palabra bíblica diga que hay que dejar a mujer o hijos no significa que uno como seguidor de Cristo no pueda casarse. “Tampoco es una excusa para que los hermanos no cuiden a su mujer y sus hijos”, enfatizó el Apóstol Mayor. “Es solo un recordatorio de la ley de Moisés. Pues Moisés ya dijo al pueblo de Israel que si tu mujer o tu hijo, que son como tu propia alma, te dicen que sirvas a otro dios, no los escuches”.
  • Renunciar a rasgos del carácter que obstaculizan: “Resumiendo, Jesús dijo que hay que negarse a sí mismo para seguirlo”, dijo el Apóstol Mayor. “En otras palabras, superar todo lo que pertenece a tu personalidad que no está de acuerdo con Jesucristo. Debes transformarte en la imagen de Jesucristo y renunciar a todo lo que no encaja con esa imagen”.

Los portadores de ministerio deben renunciar especialmente

No se puede entender desde un punto de vista humano por qué una persona puede ser ordenada en un ministerio y otra no. Ambos pueden entrar en el reino de Dios, pero el portador de ministerio tiene que renunciar a otras cosas que los que no tienen un ministerio. Los portadores de ministerio renuncian a:

  • Riqueza material: “Ciertamente puede ocurrir que un portador de ministerio tenga que renunciar a la riqueza terrenal. Tal vez podría enriquecerse más si no tuviera que servir al Señor. Porque entonces tendría más tiempo y podría trabajar más”.
  • Comodidad: “Cuando alguien recibe una ordenación, definitivamente tiene que ‘dejar su casa’. Tiene menos comodidades que los demás. Tiene menos tiempo para disfrutar de la vida y su vida es menos cómoda porque comparte los sufrimientos de los demás”.
  • Tiempo con la familia: “Esto significa que nos vemos obligados a centrarnos en lo que es realmente importante. Tenemos menos tiempo para nuestra familia, pero en el tiempo que pasamos con ellos, tenemos que centrarnos en lo que es realmente importante”.
  • Tener razón: “Tenemos que negarnos a nosotros mismos. Tenemos que renunciar a muchos pensamientos y opiniones. A veces tenemos que ser débiles, solo en favor de la paz y la unidad”.

“¿Es injusto esto? No, pensad que Dios da mucho más”, recordó el Apóstol Mayor.

Qué reciben de Dios los portadores de ministerio

“Con todas las cosas que puedes experimentar en tu actividad, puedes darte cuenta de lo grande que es Jesús”, recordó el Apóstol Mayor. “Sí, tienes que dejar a tu familia, pero Él te da una familia mucho más grande. Tenemos tantos hermanos y hermanas que oran por nosotros, que nos apoyan y que nos aman”. Y “en Cristo nos ha sido dado el mejor amigo que podemos tener: su ayuda es mayor que la que pueda darnos cualquier ser humano. Él siempre está con nosotros, día y noche. Siete días a la semana, 24 horas al día”. Y finalmente, “tendrás la vida eterna. Y tendrás mucho más de lo que puedas imaginar. En realidad, tendremos mucho más de lo que le hemos dado a Jesucristo”.

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