La preparación lo es todo

Participar del retorno de Jesús, cuando lleve a los suyos con Él, es la meta de todos los cristianos. El Apóstol Pedro escribió que para ello debemos ser hallados sin mancha e irreprensibles. El Apóstol Mayor explica exactamente lo que esto significa en un Servicio Divino.

“Nos reunimos hoy para conmemorar el cumplimiento de la promesa de Dios de enviar al Salvador para nosotros y para todos los seres humanos”, comenzó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el Servicio Divino del 10 de diciembre de 2023 en Dinwiddie, cerca de Johannesburgo (Sudáfrica). “Esto significa que recordamos lo que ha sucedido, pero también que reflexionamos sobre lo que esto significa para nosotros personalmente”.

El texto bíblico para el Servicio Divino se encuentra en 2 Pedro 3:14: “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”. Se trata de la espera del retorno del Señor. “Honestamente, no tiene sentido creer en Dios si no se cree en la vida eterna”, dijo el Apóstol Mayor. “No tiene sentido creer en Jesucristo si no se cree en su retorno”. Muchos cristianos solo siguen a Jesús por razones terrenales. “Y quien solo sigue a Cristo por razones terrenales, tarde o temprano será decepcionado”.

Inmaculados ante Dios

“El pasaje bíblico de esta mañana nos da indicaciones sobre cómo podemos prepararnos para el retorno de Cristo”. Por un lado, el pasaje bíblico habla de ser hallados “sin mancha” o bien ser “inmaculados”. El Apóstol Mayor advirtió: “Sería una interpretación completamente errónea si tomáramos esto como que debemos ser perfectos y no cometer más pecados. Eso no es posible para un ser humano”. En cambio, ser inmaculado significa “que todos los pecados son perdonados y uno es justificado por gracia”.

“Esforcémonos para que todos nuestros pecados sean perdonados y seamos justificados por gracia”, dijo el Apóstol Mayor. Que Dios conceda la gracia a quienes

  • reconocen que dependen de la gracia: “Reconocemos que somos pecadores porque somos conscientes de la perfección y la gloria de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
  • imploran gracia: “Cuando pedimos gracia, no es porque tengamos miedo”. Más bien, “cuando pedimos gracia, es solo una expresión de nuestro amor a Cristo y de nuestro fuerte deseo de estar con Él”.
  • son humildes: Esto “significa que aceptamos a Dios como nuestro Señor”.
  • tienen la determinación de luchar contra el pecado: “Aunque no consigamos ser perfectos, no podemos conformarnos simplemente con nuestras debilidades”.
  • están deseosos de perdonar: “Y el quinto y último punto para obtener la gracia es la voluntad de reconciliarse con los enemigos”.

Irreprensibles en la confianza

Ni siquiera Jesús se libró del sufrimiento. “Dios nos ama como ama a Jesucristo, nos protege, nos cuida, no nos libra de todo sufrimiento, pero siempre se asegurará de que como pobres seres humanos podamos entrar en el reino de Dios”. Por eso podemos confiar en Dios.

Irreprensibles en el amor

Volverse tibio en el amor es el peligro de este tiempo, advirtió el Apóstol Mayor. “Un creyente tibio hace la voluntad de Dios mientras sea fácil y agradable, pero en cuanto se vuelve difícil y desagradable, dice: No puedo hacerlo”. Y “el siervo tibio sirve a Dios mientras le resulta interesante y provechoso. Pero en cuanto se vuelve desagradable y deja de ser interesante, deja de ser provechoso, dice: Lo siento, no puedo hacerlo. Sirvamos al Señor y amémoslo de todo corazón”.

Tampoco debemos volvernos tibios en nuestro amor al prójimo. Pablo dijo: “Sois irreprensibles si vuestro amor de unos a otros y para con todos crece”. En el Santo Sellamiento, el amor de Dios fue derramado en los corazones de los creyentes. ¿Ha crecido desde entonces?, preguntó el Apóstol Mayor. “¿Nos hemos vuelto más tolerantes en los últimos años? ¿Aceptamos que Dios ama a todas las personas, igual que nos ama a nosotros, aunque sean completamente diferentes? ¿Aceptamos que Dios es misericordioso con todas las personas?”. Si el amor ha crecido, entonces somos irreprensibles ante Dios.

La receta del Apóstol Mayor

“Para decirlo en pocas palabras”, dijo el Apóstol Mayor al final: “Nuestra meta es el retorno de Cristo, queremos estar preparados. Y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para conseguirlo. En concreto, esforcémonos para que todos nuestros pecados sean perdonados y así quedemos limpios por gracia. Para ello, reconocemos la gloria de Dios y nuestra imperfección, y somos conscientes de que necesitamos la gracia. Imploramos la gracia. Nuestro corazón, nosotros, pedimos la gracia. No porque tengamos miedo de algo, sino para expresar nuestro anhelo. Somos humildes ante Dios, dejamos que nos enseñe, que nos guíe. Seguimos dispuestos a mejorar y a cambiar, y queremos y deseamos reconciliarnos con nuestro prójimo, incluso con nuestros enemigos. Queremos llegar a ser irreprensibles. Creemos en el amor y en las palabras de Dios, y confiamos en Él”.

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